Un breve encuentro

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—Un café negro por favor.

La sensual voz grave de Rothgar Castillo hizo sonrojar a la dulce muchacha que lo miraba con ojos de ensoñación siempre que esté entraba a la cafetería.

—En un momento se lo preparo profesor, y de desayunar ¿qué va a ordenar?

Rothgar sonrió con aquella mueca que parecía salida de una revista.

—Lo de siempre Dorita.

La chica suspiró, asintió y presta se dirigió a la cocina para pedir la orden de uno de sus clientes favoritos.

Como no siempre le daba tiempo de desayunar a Roth como le llamaban sus amigos, se detenía tres veces por semana en la cafetería "sabor café" para tomar un ligero desayuno antes de irse a la universidad a dar clases.

Rothgar en ese proceso era consciente de la atención que captaba al pasar, aceptando sonrisitas tontas, murmullos y hasta descaradas miradas, pero no le interesaban las mujeres.

Mirando a su alrededor observó como gente con pinta de trabajadores de la construcción entraban y salían del local.

—¿A qué se debe todo ese alboroto?, Rothgar le preguntó a Dorita que pasaba acerca con otro pedido.

—Ah, tenemos una nueva administración, el restaurante ha pasado a manos de otra persona y la nueva dueña decidió cambiar toda la decoración y también habrá nuevo menú.

Por la expresión de la chica Roth pudo suponer que aquel cambio era bueno.

—Me alegra escuchar eso, ya que el menú actual no es malo, pero le falta algo. Rothgar cruzó la pierna de manera elegante, —¿Cerraran muchos días para cambiar la decoración?

La muchacha sonrió, —No profesor. Todas las modificaciones se harán en la noche para no perjudicar a nuestra clientela.

La chica se retiró para ir por el pedido del profesor.

Rothgar checó su entrada en la escuela, de paso saludó a algunos colegas con los que se llevaba.

—¡Hey Roth buen día!

Alfredo Suárez saludó a su amigo. —hoy es viernes por fin, ¿saldremos en la noche?

Alfredo era un hombre abiertamente gay, al igual que Rothgar. Y ambos hombres se conocían desde hacía más de veinte años.

—Escuché de un nuevo bar, así que vayamos y veamos qué tal.

Rothgar miró de soslayo a su amigo, —¿Alf, todavía sigues esperando al pasivo perfecto qué no te rompa el corazón y te sea fiel?

Una sonrisa franca adornó el rostro de Alfredo, quien asintió sin tomarse personal el mordaz comentario de Rothgar.

—¿Entonces qué?, ¿a qué hora paso por ti?

—Bueno te espero a las diez, y antes cenamos por ahí.

Rothgar disfrutaba jugar con su enamoradizo amigo, —no quiero que tú hombre ideal se asuste al saber que no has cenado y eso te atrase para follar.

—No todos son unos promiscuos, y quien sabe, a lo mejor en ese bar encuentro al chico perfecto, y sino... Bueno al menos voy a echar un muy necesario polvo.

Un giño divertido hizo sonreír a Rothgar quien llegó hasta su aula, despidiéndose así de su amigo.

Rothgar pasó por control docente para firmar unas listas. Entró deteniéndose en un pizarrón que servía para pegar avisos. Paseo su mirada con curiosidad hasta que sus ojos se posaron en un anuncio.

Deliciosos PecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora