Capítulo #1

387 18 3
                                    

-¡Móntalo!

Mi cuerpo se estremeció, se convulsionó. Todos mis músculos dolían mientras me sujetaba para la cabalgada de mi vida. Lo único que importaba era resistir hasta el final.

- Mueve las caderas.

Como si tuviera otra opción. Me dolían los muslos y estuve a punto de desvanecer me cuando llegue al final. 

Gracias Dios. 

 El toro mecánico se detuvo por fin.

-¡Eso, señoras y señores, es una mujer que sabe montar! - dijo el DJ a través de la multitud. -Ha permanecido arriba durante quince segundos. Que alguien invite a esta chica por una cerveza.- 
  Me baje del rojo vinilo acolchado con piernas temblorosas y me acerqué hasta el suelo de madera rayada. En mis 23 años de edad, nunca había hecho tan estúpido y.... tan divertido.

Creí que lo difícil había sido recorrer el colchón de espuma, pero ahora que estaba sobre el suelo firme seguía teniendo problemas.  Tal vez el problema estuviera en haber bebido dos, no tres, no. Quién sabe  cuántas margaritas y los tres chupitos del misterioso líquido que había escogido el camarero. Bueno, después del día que había tenido me merecía un poco de diversión.
Necesitaba desconectar me de la realidad aunque fuera brevemente y aunque me arrepentiría en la mañana siguiente.

Iba chocando las manos que me tendían mientras me abría paso entre la multitud. Estaba volviendo hacía el taburete del bar que había calentado antes de arriesgarse a montar el toro mecánico, cuando una mano grande y conocida se le posó en el hombro.

¿Tenía que estropearlo todo aquel día?

Su mirada se deslizó desde la mano por la inmaculada manga blanca hasta llegar a un par de ojos furiosos y azules como el mar. Unos ojos que en solo en sus fantasías resultaban mucho más afectuosos.

-¡Edward!- sonreí  mirándolo a los ojos. - ¿Qué estás haciendo aquí? .
- Rescatar te.- Fue lo único que escuche de él.

Edward le hizo una señal al camarero para que trajera el bolso y las llaves. Eso era lo que me molestaba de Edward Stone. No tenía necesidad siquiera de hablar para que la gente le obedeciera. Hacía un año y medio que lo conocía, y durante todo aquel  tiempo había mantenido un aura de poder combinada con un cuerpo letal, todo ello envuelto en ropa italiana. En cuanto entraba en una habitación, las mujeres se desmayaban... Y yo "Emma Thompson", no soy la excepción.

—No voy a ir a ninguna parte.—asegure, aunque si la invitación fuera para ir a su casa, lo reconsideraría seriamente—. Pero si quieres quedarte puedes tomarte una copa conmigo.

—Creo que esta noche ya has bebido por los dos.- dijo agarrándome con fuerza del brazo, me guió hacia la salida. Hacía una noche demasiado fresca para ser primavera.

—¿Cómo me has encontrado? —quise saber, mientras me tambaleaba detrás de aquel troglodita que me estaba arrastrando a su coche.

Edward abrió la puerta del copiloto, arrojó dentro todas mis cosas, me agarró de la cintura y me colocó sobre el asiento.

—Ésta fue la primera propiedad que vendí cuando entré en el negocio inmobiliario con mi padre. El dueño y yo seguimos siendo amigos.- Respondió cortante y sin mirarme a los ojos.

¡Claro! ¿Quién no conocía al todopoderoso Edward Stone?
Y no sólo eso... Yo  sabía que cualquiera haría todo lo que estuviera en su mano por hacer felices a Edward y a su hermano Eric Stone.

Trato de ignorar el estremecimiento de su cuerpo allí donde él me había tocado la mano y la cintura. Los escalofríos se debían al alcohol... Seguro que sí. Me negaba a creer que mis sentimientos hacia Edward Stone fueran algo más que superficiales. 

¿Cómo iba a confiar en mi instinto si estaba...?
¿Cómo era la palabra que estaba buscando?

¡Ah, sí! Destrozada.

—Pero, ¿por qué te ha llamado? —pregunté, apartándole la mano cuando trató de atar el cinturón de seguridad.

Aquellos ojos  que se me aparecían en mis fantasías, se cruzaron con los míos.

—Imaginó que no quería ver a mi ayudante borracha en público.- Fue lo único que dijo Stone.

Tenía razón.

La puerta se cerró antes de que pudiera pensar en una respuesta.

Me acomode en el cálido asiento de cuero, y cerré los ojos cuando Edward arrancó el motor.

Trate de apartar de sí los pensamientos que me habían llevado hasta esta noche. Pero las facturas médicas de mi madre, los gastos del funeral y la más reciente oferta de trabajo de Stone, eran demasiado para mi mente. No podía pensar en nada más.

Ya había decidido dejar aquel trabajo tan exigente justo antes de que Edward soltó aquella bomba que cambiaría mi vida. La suya y la de él.

¿Cómo iba a marcharme ahora? Pero, ¿cómo iba a quedarme?

—¿Tienes alguna razón para comportarte como una mujer liberada y fiestera?

Se hizo el silencio entre nosotros mientras Edward conducía por las calles de San Francisco. Sabía que estaba esperando una respuesta, pero sinceramente, no creía que se la mereciera.

—¿Y? —me espetó.

Abrí los ojos y le miró fijamente.

—Mis acciones y las razones que se esconden tras ellas no son asunto tuyo.

No pudo evitar sonreír de oreja a oreja cuando las manos de Edward apretaron con más fuerza el volante. Era lo que se merecía tras haber arrojado aquella bomba en la oficina por la tarde.

Estaba comprometido.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
~Nota de la Autora~

Hola, espero que este capitulo les allá sido de su agrado. Solo espero que sigan leyendo y le den una oportunidad a la novela.
Por favor si les gusto el capitulo cometen y voten.

Gracias, pasar un resto del día.

Att: LummyRodriguez

¿For Business Or For Love?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora