Adrièn

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-¡¡¡NOOOOO!!! ¡¡Marinette!!-grité angustiado. Corrí como el rayo para acercarme a ella.

-¡Marinette despierta, despierta.-grité entre lágrimas al observar sus ojos cerrados. Nunca más los volvería a ver.

-Adrièn, vete a tu cuarto, ya has tenido bastante por hoy. Ah, y yo cumplo mis promesas así que rompe mi prodigio el tuyo y el de la chica esa.-dijo mientras me entregaba su broche mi anillo y los pendientes de Marinette. Estrellé de inmediato el suyo contra el suelo y se hizo añicos.

-¿Como has podido hacerlo?-grité rabioso. ¡Has matado a la persona que más quería en el mundo!

 Y ya no pude resistirlo más, le empecé a pegar por ser un monstruo, por ser un asesino, por ser mi padre. Patada lateral, giro y gancho, puñetazo en la cara. Parece que las estúpidas clases de esgrima han servido para algo. Ví cómo me miraba anonadado cuando escuché su voz.

-Adrièn, detente.-dijo serena y muy tranquila.

 Sabía que era ella, ers su voz, pero me di la vuelta para comprobarlo. Allí estabauna mujer muy hermosa, rubia de ojos verde esperanza, los ojos que he heredado, su sonrisa amable y su esbelta figura. Era mi madre.

-¡Mamá!-grité sin poder moverme del sitio

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-¡Mamá!-grité sin poder moverme del sitio.

-¿Cómo has podido Gabriel, cómo has podido hacerle algo así a la chica? ¿Es que no tienes sentimientos? ¡Era la novia de tu hijo!-dice mi madre.

-No sabes nada de tu hijo Danièle, lo abandonaste.

-Te equivocas, te abandoné a tí no a Adrièn. Le he estado observando desde el día en que me fui. Eres lo más importante que he logrado en la vida cariño.-añadió mirándome dulcemente.

 De haber estado en otra situación estaría llorando de felicidad, pero Marinette estába muerta y las lágrimas por su pérdida empañaban la felicidad por reencontrarme con mi madre.

-Adrièn, escuchame.-dijo mi madre.-Tenemos una oportunidad para que Marinette despierte y no tenemos mucho tiempo.

-¿Tiempo? El tiempo ya da igual para ella, está muerta.-exclamé con desconsuelo.

-Lo sé Adrièn, lo sé, pero podemos hacer que no lo esté.

¿¡Cómo!? Haré lo que sea.-dije de inmediato.

-Existe una manera: mediante la transformación múltiple, una transformación con dos prodigios.-respondió muy seria.

-¿Con dos prodigios? ¿Y de dónde saco otro prodigio?-pregunto a mi madre.

-De mí Adrièn, de mí. Yo soy la portadora del prodigio del pavo real y si juntamos nuestros prodigios, que simbolizan la destrucción y el orden, tendremos el poder de traer de vuelta a Marinette.

-¿Eres una superheroína? -pregunté anonadado.

-Sí Adrièn lo soy.-dijo sonriendo.

¿Y cuando me transforme que tengo que hacer? No volverá por arte de magia.

-Tienes que besarla cariño, y si verdaderamente la amas el poder de nuestros prodigios unidos traerá de vuelta a Marinette.-concluyó.-Pero no tenemos mucho tiempo. Si pasan diez minutos de la hora de su muerte no habrá nada que hacer.

-De acuerdo, no hay tiempo que perder.

  Me coloqué mi anillo en el dedo índice y mi madre me entregó su broche.La miré y noto como asentía

-¡TRANSFORMACIÓN!-grité.

 Noté como una tremenda oleada de energía me recorre todo el cuerpo. Al termina me encontré vestido con mi habitual traje negro mate de Chat Noir, pero con varias diferencias: llevaba una capa azul celeste asemejándose a la de un pavo real, mi máscara era negra como siempre, pero con unas plumas verdes en el lateral. Y además de mi bastón de pelea tenía un arco verde azulado y un carcaj de los mismo colores colgado del hombro.

Me dirijí a Marinette que estaba muy pálida y me acerqué a sus labios. La besé con ternura, suavemente, y un torrente de energía nos recorrió a los dos. Cuando detuve el beso, Marinette abrió los ojos y no pude evitar abrazarla con fuerza. Mis lágrimas empazaron a brotar de mis ojos, limpiando la rabia que había oscurecido mi corazón.

-¡Marinette, creía que te había perdido!-grité desconsolado.

-¡Estaba muerta! ¿Cómo lo has hecho Adrièn? ¡En estos diez minutos te he hechado tanto de menos que no podía soportar la muerte!

 Rocé sus labios con cuidado y la besé apasionadamente. Me daba igual que mi madre estubiese justo enfrente, lo importante es que Marinette estaba viva, y estaba conmigo.

-Te quiero.-le dije.

-Te quiero. Hará falta algo más que la muerte para poder separarnos.-sonrío ella.

 Mi padre que hasta entonces estaba inconsciente por mis golpes se levantó con los ojos muy abiertos.

El desenlaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora