Dolor

Precaución

Hotel, habitación de Randy Orton

Orton seguía trabajando con normalidad para la WWE y continuaba con sus partidos. La compañía le seguía pagando el transporte y todos sus gastos, y por supuesto también le proporcionaba a él y a otros luchadores grandes habitaciones de hotel según exigiera la ciudad donde tuviesen que luchar. A pesar de la suspensión de Lynch, él trataba de verla los máximos días posibles y casi siempre lograba colarla en su habitación; el rostro de la pelinaranja estaba vetado en zonas pagadas por la empresa. Randy siempre tenía los contactos correctos en los sitios indicados y podía meterla en el mismo hotel sin incidentes. Pero de igual forma no debían verlos juntos. Paige les había visto darse el lote, su secreto ya no era novedad para nadie. Aun así, Randy podía estar en problemas con Vince si éste se daba cuenta de que Becky pasaba las noches en los hoteles.

Una vez la irlandesa entraba en su cuarto, ya nadie podía molestarles. Podían pasar horas haciendo el amor y emborrachándose ahí dentro. Sin embargo, la relación que estaban consolidando distaba mucho de ser perfecta. Becky se había dado cuenta de cómo era él si algo no le agradaba. Y lo que era peor: se había dado cuenta de que era absurdamente celoso. Al principio no lo sentía, porque se esforzaba por ocultarlo. Sin embargo, los días pasaban y ahora que ella tenía más tiempo libre y hablaba con otras amistades sin poder estar Randy controlando los temas de conversación, le incitaba a desconfiar constantemente de ella. Por su parte, Becky había caído en las redes de la Víbora. Las discusiones poco a poco comenzaban a contener insultos, empujones y en última instancia, amenazas por parte de él, que la hacían estar insegura y triste cada vez que empezaba una nueva confrontación.

Cuando despertó, se lo encontró ya vestido y haciendo algo a lo que se había esforzado mucho por considerar corriente: Randy le fisgoneaba el móvil. Todos los mensajes, llamadas, imágenes y audios que pudiese controlar, no se le escapaban. Cuando se quedaba tranquilo se lo devolvía y volvía a estar de buen humor.

Becky: ¿Cómo estás, te has levantado bien?

Randy: Sí, preciosa. Estabas demasiado guapa durmiendo como para despertarte. La habitación está pagada hasta las seis, puedes quedarte cuanto quieras. Anoche pagué comida para que no tengas que pedirla al servicio de aquí.

Becky: Gracias, pero me iré pronto. Debería vestirme yo también...

Randy alzó una ceja.

Randy: ¿Tienes algún plan para hoy?

Becky: Iba a visitar a mi madre. Y por la tarde quería entrenar, o sino acabaré poniéndome como Owens –rio, levantándose de la cama y poniéndose una camiseta azul.

Randy: Espera. Te dejaré las llaves de mi casa. Cuando acaben de grabar el partido de esta tarde volvemos a nuestros hogares, así que puedes ir antes y utilizar el gimnasio de allí.

Becky no pudo contener una risa un tanto extrañada.

Becky: Pero estaba pensando en ir antes de viajar. El avión siempre me deja exhausta. Además, hay un gimnasio muy bonito y bien grande a la vuelta de la manzana.

Randy: Lo sé, pero no conozco a la gente de este barrio. No me siento bien sabiendo que estás haciendo deporte ahí.

Becky: No hablaré con nadie, no te preocupes. Cualquier cosa te llamaré —cuando se oía a sí misma decir estas frases, sabía que estar con él la estaba cambiando. Era algo frustrante, pero le había empezado a salir solo. Sin esfuerzo. Prefería estar bien con él. Randy cerró la cremallera de la bolsa y la señaló, abriendo los ojos.