Mansión de Randy
Cuando Lynch aparcó y llegó hasta la entrada, usó la llave que Randy una vez le regaló. No solía hacerlo porque siempre entraba allí acompañada por él, pero esa noche era diferente. Entró y corrió a la sala de estar, chocándose con su cuerpo. Al verle le abrazó instantáneamente, estaba con las mejillas bañadas en lágrimas. Casi irreconocible.
Randy: Déjalo, Becky. Te mereces algo mucho mejor. Ahora entiendo por qué pasan las cosas... ¿qué niño habría sido feliz, con un desgraciado como yo siendo su padre?
Becky se obligó a no abofetearle ante tal frase.
Becky: Nunca digas eso, idiota. La muerte de nuestro hijo ocurrió por culpa de otro conductor, nada más. No tiene que ver contigo. ¿Cómo puedes pensar así?
Randy: Ibas a dejarme, ¿verdad...? Llamabas para cortar conmigo.
Becky: Yo...
Randy: Harías bien. Vamos, hazlo a la cara. Déjame. Eres libre.
Becky: ¿Podemos hablar tranquilamente? Por favor, será mejor si estás relajado.
Randy se apartó y siguió andando, cogiendo las llaves del coche. Andaba recto, pero ella sabía que el alcohol había hecho efecto ya en su cabeza. Se interpuso entre él y la puerta, empujándole suavemente hacia el interior.
Becky: No salgas así, ¿es que quieres matarte?
Randy: APÁRTATE —dijo, y a punto estuvo de apartarla él. Acercó su mano, pero se contuvo los últimos segundos, cerrando el puño y golpeando la pared— Joder, ¿VES?
Becky frunció los labios, conteniendo la respiración... convencerle era complicado. Le quitó las llaves del coche y las dejó sobre la mesa. Seguidamente, acarició su puño con las manos.
Becky: Sé lo que te cuesta... pero Vince quiere ofrecerte una alternativa. Podemos intentarlo. Sólo tienes que abrirte a un poco de ayuda psicológica, y con el tiempo verás que todo se arregla. Por favor, tienes que hacer eso por mí.
Randy bajó la mirada hacia la pelirroja, respirando sonoramente. Sorbió sus lágrimas y miró al suelo, dubitativo.
Randy: Sólo quiero evitar escenas como las del coche. En el momento no puedo pensar... es muy frustrante. Como si quisiera que me obedecieras, no concibo otra cosa.
Becky: Tienes que seguir las indicaciones de ese psicólogo... es un proceso lento. Pero funcionará. Tengo fe en que lo puedes conseguir.
El luchador bajó aún más la cabeza, pendiente a la moqueta. Cerró los ojos y se llevó un par de dedos a los lacrimales, le dolía la cabeza.
Randy: No quiero volver a hacerte daño.
Becky asintió; se sentía mucho más a salvo de lo que se esperaba. Veía la sinceridad en sus ojos azules, pero también mucha inseguridad. Puso una mano tras su nuca y aproximó su cabeza, depositando un suave beso en sus labios. Orton cerró los ojos ante el contacto, como si se transformara en algo anestesiante dentro de él. Becky tomó aire entre sus labios, acariciándolos. Abrió los ojos y le observó dulcemente.
Becky: Estoy embarazada... ¿vale?
Randy: ¿Qué...?
Becky: Así que no quiero perderte, no lo aguantaré. Cuando me has colgado pensé que podía ser el fin.
Randy abrió la boca, parpadeando varias veces. Tocó el estómago de Becky, liso y recuperado.
Randy: Me estás mintiendo...
Becky: No, cariño, no te estoy mintiendo —sonrió contra él, tratando de hacerle sentir su calor— por favor... esto tiene que salir bien. Saldrá bien. Tienes que prometerme que vas a intentarlo. Por nosotros.
Randy: ¿Desde hace cuánto lo sabes?
Becky: Más de una semana... —bajó la mirada, moviendo los labios como si no encontrara la frase correcta para continuar. Volvió a mirarle, negando— pero no podía decírtelo, no podía. Ver en lo que te estabas convirtiendo me hacía replantearme si abortar en secreto, esta vez de manera intencionada. Lo pensé, pero... tampoco quería hacerlo.
Randy: He puesto en peligro tu vida y la del niño, Becky... no merezco tu amor ni tu preocupación.
Becky asintió, apretando los dedos alrededor de sus pectorales.
Becky: Entonces consigue merecértelos. Haz las sesiones que hagan falta para recuperarte, no tienes ninguna excusa.
Randy: No sé si merecerá la pena el esfuerzo, tanto del médico como tuyo.
Becky: Si no lo haces, todo mi aguante sí que habrá sido en vano, tiempo perdido —la luchadora se separó unos centímetros, mirándole con fijeza— no sabes lo que es entender que tienes un hijo dentro, creciendo, y aguantar que el padre de ese bebé te tire sobre el capó, o te arrastre con el coche. Tu desconfianza me duele —se pasó una mano por su propia nuca— No es un embarazo del todo saludable... al abortar hay que esperar un tiempo, y ahora hay que tener vigilado a este niño, van a cambiarme también el tratamiento. No puedo estar constantemente teniendo ataques, ¡aquel día sentía que me iba a dar un infarto!
Randy no podía contestar a aquello, todo era lanza tras lanza. Todo completamente real, verídico. Ella volvió a acercarse con los labios temblorosos, y susurró.
Becky: Nunca te seré infiel.
Randy asintió. Parecía creérselo, por primera vez. Recordar lo que ocurrió frente a casa de Alberto le avergonzaba. Su mente lo transmitía como si fuera en vivo, y a todo color. Su mano agarrando la capucha verde de la sudadera, arrastrándola como si la tuviera por el mismo cabello. Sus caídas sobre el capó... recibió aquellos impactos estando embarazada, y ella entonces lo sabía. Su rostro inanimado mientras se tocaba el pecho, como si le costara respirar. Sólo un monstruo podía hacer aquello sin sentir lástima por la mujer.
Randy: Llamaré a ese especialista.
Becky: Estaremos un tiempo separados mientras te trate... Vince me ha firmado una nueva baja, psicológicamente no estoy preparada para volver.
Randy: Pero yo quiero estar contigo...
Becky: Y yo quiero que hagas esas sesiones y que cambies —dijo, con fuerza en la voz. Inmediatamente Randy se puso recto, notando una extraña sensación en el cuerpo. Sin dejar que su mente diera una respuesta equivocada, habló enseguida.
Randy: Lo haré. Lo haré, sí.
Se miraron, frente a frente, ojos azules con ojos marrones. Randy inspiró con profundidad y centró su atención en las suaves manos de su esposa. Seguían siendo marido y mujer, seguían luchando por esa íntima celebración. De pronto recordó la noche de bodas que le había organizado; una gigantesca suite, una cama adornada con pétalos de todos los colores. El sensual cuerpo de Becky, más fornido que en la actualidad, las caricias mutuas. Y esos dientes, la sonrisa que tanto la caracterizaba.
Sí. Quería hacer resucitar aquella sonrisa aunque tuviesen que estar algunos meses sin poder tocarse por propia recomendación médica.
Esa noche, después de llamar al psicólogo, se concedieron el último encuentro sexual que tendrían en bastante tiempo. Becky no estaba en su mejor momento, tantas entradas y salidas del hospital habían hecho mella en su cuerpo y sus extremidades seguían algo tocadas. Sin embargo Randy fue lo más cuidadoso posible, como siempre que llegaban a ese momento. La besó, se fundió con su calor y disfrutó acariciando sus piernas, a pesar de que una latente sensación de culpabilidad estuviera también acompañándole.

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Dolor
Fanfiction"Había algo en él, algo inmenso que la hacía notar esa misma oscuridad de la que se deshizo en la NXT. Randy siempre le había parecido un niñato alejado de su estilo y sus principios, y ahora que por primera vez tenía unas palabras con él la impresi...