- Teníamos que venir andando con el calor que hace.
- Alberto, dile a tu querido novio que deje de quejarse tanto que es el único que no va cargado.
- Eso, haz caso a Pablo, que aquí todos estamos pringando menos tú.
- Ya ves, os vais a morir por llevar una nevera con algunas cervezas y una bolsa con merienda.
- No, no, seguro que no morimos pero tú tampoco cuñao -replicó Edu mientras cogía de otra forma la bolsa con los bocadillos para evitar que esta acabara por romperse.
- Muy graciosos los tres.
- Lo sabemos Eneko -rió Pablo.
- Por fin -anunció Alberto- Esperemos que no esté muy petada.
- Yo con que no hayan críos saltando cerca de mí me conformo.
- Pero si tú también eres un crío, seguro que te pones a saltar como un loco también.
- Hoy estás especialmente tocapelotas eh Pablo.
- Estoy animado, tengo el presentimiento de que va a ser un gran día.
- Si tú lo dices...
- Venga, vamos para dentro -dijo Edu mientras subía las escaleras.
Para decepción de los cuatro la piscina estaba a rebosar, no cabía un alma. Se tuvieron que conformar con un huequecito que había al lado de la piscina de los niños, sin un centímetro de sombra y al lado de un ejercito de avispas, vamos un sitio ideal, pero es lo que había.
- Esto nos pasa por venir tan tarde -refunfuñó de nuevo Iñigo.
- De verdad hermano, pégale un morreo o algo y que se calle ya por favor..
- Uy, ni un morreo le calla, cuando se pone intensito no hay quien lo pare.
- Igual es que no has probado bien -le picó Pablo, provocando que ambos acabaran rojos.
- Bueno, al agua -gritó Edu que ya corría en dirección a la piscina.
Poco después le acompañaron los demás. A pesar de que no se podían mover mucho por la gente, el agua estaba muy buena y pronto comenzaron a tirarse agua los unos a los otros, empezando una especie de guerra que acabó antes de lo previsto.
- Disculpad chicos -dijo alguien desde el borde de la piscina- ¿Podéis dejar de salpicar? Hay mucha gente y algunos se han quejado de que les molesta.
- Joder, ni que fuéramos a matar a alguien por salpicarle un poco -protestó Edu.
- Ya sé que no vais a matar a nadie, pero si se quejan os lo tengo que decir. Parad, ¿vale?
- Sin problema -contestó Pablo para sorpresa de todos.
- Vale, gracias -y dedicándoles una sonrisa se fue.
- Tío, ¿pero qué haces? ¿Por qué no has protestado y ya está? -se extrañó Iñigo.
- Eso, es la primera vez que acatas una orden sin rechistar -siguió Alberto.
- A ver, lo primero es que no era una orden, el chaval a venido de buenas a decirnos si podíamos parar, además él no tiene la culpa, se habrá quejado algún imbécil. Y lo segundo, es la primera vez que lo vemos por aquí, será el nuevo socorrista y estará nervioso el hombre, una ayudita no le vendrá mal.
- Vamos, que te ha gustado -empezó entre risas Iñigo- Claro, lo has visto ahí con su piel bronceada, su camiseta de tirantes y esa espalda de nadador que tiene y...
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Verano
FanfictionPablo ya tiene nuevo propósito para el verano: ligar con el nuevo socorrista.