Al ser semidiosa, en mis sueños solía tener atisbos del futuro.
No sé por qué les pasa eso a los semidioses, en serio; digo, tampoco me propuse preguntarle eso a alguien, pero la duda estaba ahí. Siempre que dormía pasaba.
Raro, ¿no?
En el sueño, estaba caminando hacia un altar, con un ramo -cuando vi eso pensé: ¿Llegué a una edad avanzada para casarme? ¡Dioses! ¡Genial!, luego me fijé mejor en la escena- detrás mío había una chica con un vestido de novia, entonces asumí que yo era dama de honor o algo así.
En frente, en el altar, había un chico, que supuse que era el futuro esposo de la chica que estaba detrás mío. Empecé a examinar más profundamente el lugar, me di cuenta de algo: El lugar no era una iglesia, era una casa. Vi a una chica rubia tocando el piano, la marcha nupcial, supuse, -es que en mis sueños no escucho lo que pasa-; a mi lado había otra chica, otra dama de honor, caminando, pero parecía más un baile que otra cosa.
Al acercarme al altar, el sacerdote que casaría a los novios, me agarró de los hombros. Al principio no entendí por qué hacía eso, intenté decirle algo, pero no me salía la voz. Cuando él abrió la boca para hablarme, creí que saldría una voz gruesa, la voz de un hombre de la mediana edad. No. Fue la voz de un chico adolescentes de dieciocho años llamado Percy Jackson.
-Arriba, sirenita, despierta.
Entonces todo se volvió negro. Cuando desperté, estaba siendo sacudida por Percy.
-... Con Nico.
¿Nico? ¿Qué? ¿Qué hora es? ¿Qué día es hoy? ¿Dónde estoy? Busqué el pensamiento más coherente, y expresé mi indignación de la mejor manera posible: desinterés.
-¿Eh? Es temprano, déjeme dormir.
-Levántate, tienes una misión que cumplir.
Demonios. Mi misión. El hecho de tener que ir a Forks con mi hermana, no había sido un sueño. Por otro lado, todo lo que había dicho y hecho Nico tampoco había sido un sueño...
Salté de la cama y busqué mi ropa. Me bañé, cambié, cepillé cabellos y dientes en diez minutos. Salí a desayunar con Percy a mis espaldas. Era temprano, había pocas personas en el comedor, fui a sentarme en la mesa de la cabaña tres, pedí la comida y fui a ofrendar un poco a mi padre.
Espero que la esté pasando bien, padre, pensé.
Volví a mi mesa, donde Percy estaba desayunando pastelitos azules. Me senté a su lado. Al rato, Annabeth llegó, besó a Percy en la mejilla y me saludó.
-Oí que tienes una misión, ¿Cómo estás?
-Nerviosa, en un rato debo irme... Quizá debería hablar con Quirón, adiós, chicos, los extrañaré.
Debería añadir que no comí un votado se mi desayuno. Tenía hambre, y aarré una pastelito de mi plato mientras comenzaba a levantarme.
-Y nosotros a ti, adiós. Suerte.
Les sonreí y les di un abrazo. Salí hacia la Casa Grande, donde estaba Quirón. Yo conocía a Nico desde hacia -drástico cambio de tema, lo sé, soy así- ... dioses, ¿dos años? El tiempo nunca fue necesariamente un gran amigo mío. Ni de nadie, si vamos al caso. Cuando conocí a Nico, hacia dos años atrás, un poco después de la guerra contra el Señor del Tiempo, me llevé bien con él. Solíamos tener nuestro entrenamiento juntos, ya que en su cabaña y en la mía no había nadie. Claro que él tenía a Hazel, su hermana, y yo a Percy, pero ambos estaban en Nueva Roma, en el Campamento Júpiter, así que él y yo éramos los únicos integrantes de nuestras respectivas cabañas, por lo que él y yo teníamos varias actividades juntos.
Nuestra relación siempre fue fluida, nos entendíamos sin palabras, era genial estar con él. Nico me trataba bien, como a una hermana menor, sin intervenir en mi espacio. No recuerdo haberme peleado mucho con él, aunque teníamos nuestras diferencias.
Los últimos meses, algo había cambiado, yo había ido al Campamento Júpiter para estudiar y cuando volví, fui a ver a Nico, para informarle de mi regreso. Y cuando lo vi, algo se paralizó dentro de mí. Estuve separada de él, y hasta tenerlo cerca no me di cuenta de cuánto lo extrañaba. No me di cuenta de cuánto lo necesitaba.
Cuando él me vio, abrió sus ojos y me sonrió. Se acercó a mí y me abrazó de una manera distinta a la que me había abrazado antes. Yo no olvidaría eso nunca. Al menos, yo no tenía esa intención.
Estaba cerca de la Casa Grande cuando, como si mis pensamientos lo hubieran llamado, Nico apareció.
-¿Te ibas sin despedirte?
-Claro que no -dije-, iba a ver a Quirón, luego te diría adiós y después me iría.
-Vamos con Quirón, entonces.
Entramos en la Casa Grande y vimos a Quirón jugando pinacle con el Señor D, el pinacle nunca pasará de moda entre ellos dos. Sonreí.
-Quirón. Hola.
-¡Ah! Elizabeth, ya iba a ir a llamarte, Argos está afuera esperándote. Señor Di Angelo, un gusto verlo por aquí.
-Buen día, Quirón -respondió él-. Señor D.
-Nahuel Dinamarca.
Reí ante su apodo.
-Ah, y la señorita Eliana Johnson.
Ahora Nico fue quien rió.
-Que tengas suerte en tu misión, Elizabeth -me dijo Quirón.
-Gracias, señor. Adiós.
Salí de la Casa Grande con Nico a mis espaldas, estaba nerviosa, me fui demasiado rápido. Yo no quería hacer eso. ¿Por qué hice eso? Lo ignoré y hablé con Nico.
-Así que, señor Dinamarca, no nos veremos en un tiempo.
-Así es, señorita Johnson.
Fuimos a mi cabaña a buscar mis cosas, no hablamos en el camino a buscar a Argos. Él estaba ahí, en el límite del Campamento.
-Bien, adiós Nico -le dije-. Nos vemos pronto.
Le di un abrazo y el besó mi cabeza.
-Cuídate, Sirenita.
-Tú también, Chico Sombra.
Bajé la Colina Mestiza, hacia donde Argos me esperaba con la camioneta que me llevaría al aeropuerto. De allí, estaría sola. Zeus no me mataría en ese viaje, pero de igual forma estaba nerviosa.
Todo el camino me quedé pensando. Me pregunté si Percy habría ido ya a entrenar. Entrenar. ¿Con quién estrenaría Nico ahora que yo no estaba? ¿Con los maniquíes? Era lo más lógico. Percy entrenaría con Annabeth, eso es seguro.
Poco a poco, nos acercábamos más al punto final de nuestro trayecto, yo intentaba, juro que intentaba, no estar nerviosa, pero no lo podía evitar.
Cuando llegamos al aeropuerto miré a Argos.
-Ya es tarde para arrepentirme, ¿no?
Argos asintió, pero sonrió.
-Te extrañaré, Argos. Cuídate.
Él volvió a asentir y yo entré en el aeropuerto.
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Entre Mundos. I
FanfictionElizabeth Taylor es una semidiosa tranquila, vive feliz en el Campamento Mestizo con su hermano y sus amigos. En la época escolar va al Campamento Júpiter. Entrena para sobrevivir y... En fin, la vida normal de un semidiós. Un día en el Campamento...