Me acerqué al coche patrulla, ni Charlie ni Isabella me miraban, supuse que esperaban ver... cualquier cosa menos yo.
Estuve unos quince segundos observándolos cuando se percataron de mi presencia.
-¿Elizabeth Taylor? -preguntó Charlie.
-La misma -le sonreí-. Usted es Charlie Swan, ¿no?
Él me devolvió la sonrisa, aunque un poco receloso, debió de captar algo en mí, tal vez el aura de chica-problemas-que-no-puede-estar-mucho-tiempo-quieta.
-Sí, soy yo.
-Entonces, supongo que tú -dije mirando a mi hermana, que tenía una expresión que no supe cómo interpretar-, supongo que tú, eres mi querida, querida hermana. La grandiosa Isabella Swan.
Ella se sonrojó un poco.
-Dime Bella, Elizabeth.
-Dime Beth, Isabella.
Ella sonrió. Todavía no perdía la magia -magia del tipo amistad, no al estilo Hécate-. Le sonreí de vuelta.
-Bueno, chicas, vamos a casa.El viaje a la casa Swan fue silencioso, con un que otro comentario sobre el clima. A mí, como a Bella y Charlie, no me incomodaba en silencio. Pensé en qué hubiera pasado si mi madre hubiera estado allí, supongo que estaría hablando del clima, que tanto para ella y para Bella era sumamente desagradable. Recordaba vagamente como Bella ponía cara de disgusto cada verano cuando ella venía aquí, y yo me quedaba en casa con mi madre. Entonces ella me contaba algunas cosas sobre mi padre, o sobre Charlie o sobre mi hermana. Yo nunca me cansaba de escucha esas historias. Me fascinaba. Cuando yo tenía trece años, Bella, que tenía catorce, se había negado a ir a Forks y Charlie tuvo que ir a Phoenix. Casualmente, los últimos tres años -años en los que él había ido con mi madre y hermana-, me ofrecido una beca en una escuela en Nueva York, la beca era para mantenerme cerca del campamento, para vigilarme. Yo no me daba cuenta, o por lo menos no le encontraba nada tan raro. Aunque a veces veía hombres con un ojo en medio de la frente y, cuando volvía a mirar, o tenían los dos ojos o estos estaban tapados por un gorro.
Renée, mi madre, no sabía de mi situación de semidiosa. Poseidón había inventado un nombre mortal, para usarlo con mi madre, él había dicho que la quería demasiado para meterla en este mundo mágico, si se lo dijera posiblemente perdería la cordura.
Empecé a prestar atención al paisaje. Era verde, musgo verde, hojas verdes, troncos de árboles verdes. Incluso en aire adquiría una tonalidad verdosa. Era precioso en verdad, el verde era un color primordial en la naturaleza, junto al azul. Esos eran colores lindos. Pude sentir un río cerca. Quizá era un mar, a unos cuantos kilómetros de distancia. Bajando la ciudad había un río, el aire húmedo, lleno de agua por las recientes y continuas lluvias, todo era hermoso. Cerré los ojos y sonreí. Era todo muy bonito. No sé por cuánto tiempo estuve así, pues cuando abrí los ojos ya estábamos frente a lo que sería mi casa durante mucho, mucho tiempo.La casa no era la más grande de todo el universo, y tampoco era muy espaciosa, pero daba esa sensación de lugar cómodo y te hacia sentir como en tu hogar. O así lo sentía yo.
Yo tenía una habitación propia, no era grande, pero había una cama, un escritorio y un armario, que bastaría para mí, yo me sentía a gusto en lugares grandes, aunque no me desagradaban los lugares pequeños.
A decir verdad, yo no planeaba estar en la casa todo el día. Me buscaría un trabajo, estaría afuera, exploraría el bosque que estaba detrás de la casa, y vigilaría a mi hermana.
Además, iría a la escuela. Mi padre consiguió una manera de matricularme en el instituto de Forks este era mi primer año, sería el segundo de Bella.
Mañana sería el primer día, nuestro primer día. El mío y el de Bella. Ambas vinimos a mitad de semestre, yo porque ella se vino aquí y aquí es peligroso; Bella vino por algo relacionado con mi madre. Hace tiempo yo no la veo, a pesar de que sé que es lo mejor, anhelo ir con ella, hablarle de mi vida, mis amigos, y que ella me vuelva a contar esas historias sobre mi padre. Yo me sé muchas de esas historias de memoria, pero escucharlas de sus labios es infinitamente mejor.
Empecé a quitar las cosas de mi maleta y guardarlas. Guardé un par de pantalones vaqueros en el armario, tenía más espacio del que parecía. Volví a la maleta y saqué un cepillo para el cabello, iba a guardarlo en un cajón que había en el ropero, cuando me fijé en la ventana. La ventana daba directamente al bosque. Sonreí al ver el bosque y los árboles aparentemente bien cuidados, me pregunté si habría dríadas cerca. Si las había muy posiblemente estaban dormidas.
-Debo contarle esto a Grover. -dije en voz alta.
-¿Quién es Grover? -dijo una voz. Se me calló el cepillo que tenía de la mano.
-Dioses, Bella, me asustaste.
Ella rió, alcé el cepillo y lo coloqué sobre el escritorio.
-Lo siento. No quise asustarte. ¿Quién es Grover?
-¿Desde hace cuánto tiempo estás ahí?
No evitaba su pregunta. En serio. De verdad me sobresaltó, y no calculé mis palabras. Le había dicho Dioses, un grave error. Tendría que empezar a cuidar esos aspectos. Mantuve la esperanza de que no hubiera prestado tanta atención a mi... exclamación poco usual.
-Desde hace un segundo antes de que mencionaras a Grover. Y ¿quién es él?
-Oh, bueno, Grover es un amigo mío, lo conocí en el Campamento de verano al que voy -dije y agregué en un susurró que ella no escuchó-, al que iba.
-Hiciste muchos amigos en ese Campamento -me dijo-, ¿de dónde lo conoces?
-Ah, bueno, verás, mi padre conoce ese campamento y bueno, él pensó que sería bueno meterme ahí. Fue una idea excelente, él tiene otro hijo ahí. También es mi hermano, él es... genial -si alguien comenta que yo dije eso a mi hermano, yo lo negaré rotundamente-. Aunque a veces es un completo idiota -añadí riendo.
Bella se unió a mis risas. Ella era muy bonita, y cuando digo muy bonita, es muy bonita. Sus ojos eran un hermoso color marrón chocolate, completamente lo contrario a los míos, que eran verdes, su cabello era marrón, el mío era un color azabache. Bella era muy diferente a mí. Simplemente diferente, pero teníamos nuestras similitudes. A ambas nos gustaba la misma música, a ambas nos gustaba leer y... em... también está ese otro detalle... sí... no encuentro otra similitud entre nosotras.
Yo era buena en los deportes y mis reflejos eran casi impecables, gracias al hecho de ser mestiza y tener THDA -Trastorno de Hiperactividad con Déficit de Atención-; yo, gracias a los dioses, no tenía también dislexia -como la mayoría de los semidioses-, lastimosamente sin dislexia el griego antiguo me costaba más. Pero no me quejaba, prefería tardar aprender griego a no poder leer en inglés.
-¿Cómo se llama tu hermano? -preguntó Bella.
Le sonreí, parecía querer entablar una conversación, aunque sea corta.
-Percy. Percy Jackson.
Bella me miró un poco sorprendida, un poco confundida otro poco pensativa
-Ese nombre me suena. Aunque no sé de dónde.
-¿Ah, sí? Qué raro. Y... ¿Qué cuentas, Bells? ¿Cómo está mamá?
Quería tocar ese tema. Extrañaba a mi madre. Poseidón se había tomado la molestia de ir a la casa de mi madre a decirle que él empezaría a cuidar de mí, y que los veranos iría a un campamento especial para chicos con THDA donde estaría con chicos con ese trastorno y haría amigos y esas cosas. Yo les enviaba una carta de Feliz Navidad, Año Nuevo, Pascuas y Cumpleaños, pero a veces dudaba el que recibieran mis cartas, pues nunca respondían.
-Mamá... ella, bueno, se casó.
Mi boca por poco no calló al piso.
-¿Se casó? ¿Y no me dijeron nada? Oye, sé que no suelo ir a visitarlas, pero me hubiera gustado que me avisaran eso.
-Beth -dijo mi hermana con cautela-, te enviamos una carta. Nunca nos respondiste.
-¿Yo? ¿No...? Espera. ¿Recibieron alguna de mis cartas?
-¿Qué cartas?
-Mis cartas. Cada año enviaba una. Por Pascua, el cumpleaños de mamá, tu cumpleaños, navidad... Siempre envié cartas. ¿Nunca recibieron alguna?
-No...
-Esto es...
-¿Raro?
-No. Bueno, sí, pero no. Creo que... Creo que... No, no sé. Enviaré una carta al campamento...
-¿Y si no llega?
-Oh, eso es sencillo, nos preocupamos.
Ella me miró con los ojos bien abiertos, nunca había hecho ningún comentario como ese, supongo que le sorprendía.
-Vale, volviendo al tema, ¿mamá se casó? ¿Cuándo? ¿Con quién?
-Se casó el setiembre pasado... -pareció querer agregar algo, pero se contuvo- Con un tipo llamado Phil.
-¿Es bueno con ella?
-Sí, él es buena persona. La trata bien, mamá se ve feliz.
-Oh, ¿es bueno contigo?
-Sí, es buena persona.
-Entonces es genial, si te trata bien a ti y a ella... -dije-. ¿Por qué no te sientas, Bella? Tenemos que hablar sobre los últimos tres años de nuestras vidas.
Ella me sonrió y se sentó, empezamos a hablar sobre su escuela anterior en Phoenix, la casa, todo, cuando terminé de desempacar, me senté a su lado y hablamos hasta que Charlie nos llamó a cenar.
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Entre Mundos. I
FanfictionElizabeth Taylor es una semidiosa tranquila, vive feliz en el Campamento Mestizo con su hermano y sus amigos. En la época escolar va al Campamento Júpiter. Entrena para sobrevivir y... En fin, la vida normal de un semidiós. Un día en el Campamento...