—¡Cómo te atreves a hacer un viaje sombra! —reproché.
—Tranquila, Elizabeth, no es el fin del mundo. Además, era una distancia corta.
Bufé. Siempre era una distancia corta. Miré a mi alrededor y vi el aparcamiento del Instituto. Forcé la vista y vi un diminuto punto en la distancia, que cada vez se hacía más grande. Jack.
—¡Elizabeth Taylor! ¡Nico di Angelo!
—¿Qué hay, Jack? —saludó Nico.
—Hola, Jack —le dije yo.
—La semidiosa. Está cerca. He visto a los monstruos. Son cinco, no se parecen a los monstruos que he visto antes, aunque la chica rubia parece una empusa.
—Yo también pensé eso —le dije—. ¿Has visto a la chica, a Tara Marie, la semidiosa?
—Tal vez, pero no hay ninguna chica que tenga las mismas características que describiste y sea semidiosa.
—¿No? —pregunté, sorprendida— ¿Estás seguro? Debe haber un error.
—No hay ningún error, lo puedo sentir.
—Tal vez Tara se puso lentes de contacto. O se tiñó el cabello. Suele decir que quiere teñírselo. Así sería difícil reconocerla.
Entonces, escuché un grito. Y el que gritaba decía palabras.
—¡ELIZABETH ANDRÓMEDA TAYLOR! —escuché la voz de Bella.
—¿Andrómeda? —dijo Nico— ¿Ella sabe tu segundo nombre? ¿Cómo?
—Es mi hermana, Nico. Y estuve fuera de casa tres años, mi madre y ella habrán intercambiado palabras sobre mí, ahora escóndete. Ella no puede verte aún.
—Bien. Bien. Ya voy. Volveré cuando se haya ido.
Y se marchó. Con un viaje sombra. Lo vi aparecerse otra vez, no tan lejos ni tan cerca, pero fue alejándose un poco para quedar mezclado con la multitud.
—¿Debo irme también? —preguntó Jack—. Tal vez tu hermana se desmaye al ver mi genialidad.
—No es necesario que te vayas, Jack —dije riéndome y viendo cómo ella se acercaba—. Está demasiado enfadada como para darse cuenta de que estás conmigo.
Bella llegó a mi lado y agarró mi brazo con una fuerza que no sabía que tenía.
—¡Elizabeth! —gritó Bella en susurros— ¿Quieres decirme por qué te marchaste de casa sin decirme nada? ¡Casi muero al no saber de ti!
—Lo siento, Bells. Pero estaba apurada y vine aquí corriendo.
Respiré rápido y de manera entrecortada para que pareciera que era verdad.
Ella suspiró.
—Me asustaste, Elizabeth.
—Tranquila, Bells, lo siento, no quise asustarte. No volverá a pasar. Te veo al salir, ¿sí?
Ella asintió y se marchó. Me giré hacia Jack. Él estaba serio, pálido y con las pupilas dilatadas.
—¿Jack? —le llamé— ¿Estás bien?
Él me miró.
—Tu hermana es... la persona más bella que he visto en mi vida.Reí. Agreguemos otro a la lista.
—Ni siquiera te molestes, Johnson. Mi hermana no se enamorará de ti. No se entrometerá en este mundo de esa manera.
»Además, serás como el quinto o el sexto de la lista de pretendientes de Bella, así que, te lo repito, ni te molestes.
Él me miró y pareció querer agregar algo, pero no lo hizo. Sólo asintió y se fue. Entonces sentí unas manos en mi cintura.
—Así que —dijo Nico—, ¿qué te parece si este viernes cenamos en algún lado?
Mi corazón empezó a latir más rápido.
—No lo sé. Tal vez, si tú quieres...
—Yo pagaré. Además, hay algo que quiero mostrarte.
—¿Es en este estado? Porque si me mostrarás algo que está en Gran Bretaña, me temo que tendré que rechazar la oferta. No te quiero muerto ni fundido eternamente en las sombras.
—Descuida, es en este estado, en realidad es cerca de donde vives.
—Entonces sí. ¿Qué crees que debería ponerme?
—¿Qué crees que deberías ponerte?
Reí.
—Se supone que tú debes decirme eso. Tú eres el que sabe a dónde iremos.
—Como siempre, supongo. Y trae una chaqueta. Y guantes.
—Esperaré con ansias esta noche de viernes.
Me di la vuelta para encararlo. Él tenía los ojos cerrados y una sonrisa en la cara. Miré alrededor, para ver si alguien nos había visto.
No había nadie mirando.
—Eres muy hermosa, ¿sabes? —dijo de repente.
Eso me has dicho, quise contestarle, pero no lo consideré oportuno.
—¿Ah, sí? Yo veo a alguien mucho más hermoso en frente mío.
Él sonrió y volvió a cerrar los ojos. Apoyó su frente en la mía. No había una gran diferencia de altura entre nosotros. Yo miraba sus párpados cerrados. Recordando todas las veces en las que me quedaba viendo esos ojos negros sin que él se diera cuenta.
Él abrió los ojos, y su mirada se posó en mis labios. El corazón volvió a latirme rápido, fuerte. Demasiado fuerte. Creo que los antiguos griegos podrían escuchar los latidos de mi corazón.
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Entre Mundos. I
FanfictionElizabeth Taylor es una semidiosa tranquila, vive feliz en el Campamento Mestizo con su hermano y sus amigos. En la época escolar va al Campamento Júpiter. Entrena para sobrevivir y... En fin, la vida normal de un semidiós. Un día en el Campamento...