Capítulo VII

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Antes de español, comenzó la lluvia.
Me senté en el pupitre al lado de Mia. Estábamos haciendo un trabajo para la materia, ella no era lo que se dice buena en idiomas, pero no sabía qué hacer.

—¿Irás al baile de primavera con tu novio? —me preguntó en un momento.

Casi se me cae de la mano el lápiz que agarraba.

—¿Yo? No. No bailo, mi novio tampoco.

A estas alturas de mi vida, me preguntaba cómo demonios Bella y Charlie aún no sabían de la existencia de Nico.

—¿Cómo se llama?
—¿Quién? ¿Mi novio? —ella asintió—. Nico.
—¿Nico qué?

Dudé. Una cosa era decir un nombre, había millones de personas llamadas Nico en el mundo, pero no había tantas personas llamadas Nico di Angelo, y menos en Estados Unidos, en Italia tal vez sí, pero aquí no.
Nunca amé tanto a la señora Goff como la amé en ese momento. Tenía un español pésimo, pero de igual manera le agradecí a los dioses por ponerla en mi camino en ese momento.

Habléis en español —dijo—. Así aprenderán rápido.
Mia buscó algo en sus apuntes.
—¿Cómo es? —me preguntó en español.
—¿Quién? —pregunté en español, también.
—Tu novio, idiota. —dijo en inglés.
—Señorita Gardner, no diga esas palabras en mi clase, y estoy segura de que dije que debían hablar en español.
—Sí, señora Goff.
Mia puso los ojos en blanco y me habló en inglés en susurros.
—Habla, Beth. Debe ser muy guapo para haber ganado tu corazón de piedra.
Sonreí.
—Decir que es guapo es quedarse corto. Es increíble. No puedo encontrar palabras para describir lo maravilloso que es.
—¿Conoces a sus padres?
—A su padre y a su madrastra. Su madre falleció hace unos años.
—¿Cómo es su padre?
—Físicamente hablando, son casi idénticos. En actitud... también.
—Señoritas Taylor y Gardner, dejen de hablar en inglés. Trabajen o me veré obligada a mandarlas a detención.
¿Tenían detención en este Instituto? Las cosas de las que uno se entera.
Suspiré. La clase continuó, terminó y fuimos al almuerzo.
Busqué a Taylor con la mirada, antes del almuerzo ella tenía... Trigonometria. La volví a buscar y vi a Edward Cullen sentado en una mesa. Solo.

—¿Pero qué rayos...? —suspiré—. Ignóralo, Beth. Es lo mejor.

Taylor estaba sentada en una mesa en la lejanía, levantando sus manos para que pudiera encontrarla. Le sonreí. Pedí el almuerzo, pagué y fui al fondo de la cafetería, donde ella estaba.
Al acercarme vi a Tara allí, junto a otras amigas de Mia.

—¿Irán al baile?

Yo respondí exactamente lo mismo que le dije a Taylor y a Mia. No volví a meterme en la conversación. Miré el lugar buscando a Bella. Vi a Mike y supuse que ella estaba cerca. Angela estaba por allí también, y Jessica. Todos miraban a una dirección y seguí sus miradas, sin encontrar a Bella. Entonces me fijé en algo.
—Beth, ¿qué hace tu hermana con Edward Cullen?

Algunas suspiraron en mención de su nombre. Él era guapo. Pero no era mi tipo. No era el mío, pero era el de mi hermana.

—No lo sé. Le estará ayudando con algo, tengo entendido que comparten una materia juntos.

Y la conversación fue en torno a Edward Cullen. Demonios.

—¿Y tú qué crees? —me preguntó Tara.
—¿Creer sobre qué?
—¿Piensas que Edward Cullen es guapo?
Hice una mueca.
—Chicas, me encanta que se interesen en mi opinión, pero a decir verdad, tengo un novio, y no me gusta hablar de si considero o no guapas a las personas en su ausencia.
—¿Te gusta decirlo en su presencia? —dijo Mia, con una sonrisa divertida.

Me sonrojé.

—Debo ir a clase.

Salí de la cafetería como alma que persigue el diablo y fui al gimnasio. No había nadie. Entré en los baños. Cerré la puerta con llave y busqué un dracma.

Entre Mundos. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora