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Nunca lloro por los ojos, a mí me salen lágrimas de los dedos. Veinte días encerrado frente a una lap, penetrando un mundo que nunca he tocado. La pantalla es un condón, que me vuelve sólo un espectador, de mi raza. Sólo opino, nunca salgo a romper ventanas. A mí me sale la furia en mis fotos, que me tomo para verme atractivo, para hacerte sentir feo y que te enamores de mí. Regálame tres segundos de tu vida, para rozar mi piel pixeleada, en la pantalla del celular, que tienes pegado al corazón. No soy ese de la foto, la realidad es mucho peor, catfisheo para ser un feo, con momentos hermosos. Yo no lucho por cambiar las cosas, mi revolución está en lucir más exitoso, que todos en el feed, el feed de donde comemos información, que pagamos con tiempo. Yo no lucho por un mundo mejor, sólo quiero vivir las sobras de belleza, que creó mi existencia y la de mis hermanos. Yo no tengo corazón, soy un ser de plástico, entiendo que estoy jodido, aprovecho lo que me dejó el voraz siglo pasado. Yo no quiero que seas feliz, a mí me vale verga tu existencia, mientras tenga wifi y comida, que se derrita el mundo, que emerjan los demonios económicos de la tierra, a despojarnos las fortunas, para que terminemos encuerados, desconfigurados de humanidad. Y aún ahí, sin wifi ni celular, seguiremos siendo estos seres de plástico, bolsas de supermecado, surfeando por el viento, pensando en si mismas, pero sin poder amar lo que son.

ActosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora