Sentía como todo el mundo se partía a mis pies, mis padres no, no puede ser, veía a Camilo mover sus labios como si me hablara pero no podía escuchar ni articular palabra alguna solo sentía las lágrimas correr por mis mejillas.
Camilo me tomo en sus brazos y me llevo hasta la bañera nos metimos los dos debajo del agua cálida mientras yo lloraba incesable contra su pecho mientras las palabras de Camilo se fueron haciendo más audibles.
-Liza no llores así amor ¿Qué pasa? Vamos dime que sucede preciosa-
-Mis padres-
-¿Qué paso-
-Ellos… ellos ya no estarán más conmigo-
-Preciosa no- dijo abrazándome y sé que en ese momento recordó la muerte de su madre.
-Ellos no pueden dejarme, que hare ahora con mi vida-
-Puedes venir a vivir conmigo si tú quieres claro-
-¿Tú quieres que yo venga a vivir contigo?-
-Preciosa, si por mi fuera ahora mismo todas tus cosas estarían aquí-
-Y ¿Qué le voy a decir a mi tío?-
-Dile que estas quedándote con un amigo y ya-
Suspire- Vale-
En ese momento mi celular sonó:
-Hola-
-Hola bella ¿Cómo estás?-
-Tío pues si te dijera que estoy bien te mentiría-
-Ho preciosa, solo llamaba para avisarte que el velorio de tus padres será mañana, por si quieres ir claro está porque si no hay ningún problema-
-Lo pensare tío, gracias-
-Liza si tú quieres puedes venir a quedarte con James y conmigo-
-Tío gracias, pero por ahora me voy a quedar con un amigo-
-Como desees pero si necesitas algo asúmelo saber ¿está bien?-
-Claro gracias-
-Adiós princesa-
-Adiós tío-
Colgué, salimos de la bañera, hoy no tenía ganas de hacer nada ahora que me entere de que ya no tendría a las personas que estuvieron siempre conmigo.
Me coloque la camisa de Camilo que como todas me quedaba grande así que parecía un vestido corto, el solo se puso sus pantaloncillos y nos dirigimos a la cocina a hacer algo para comer.
Sentados en la mesa, Camilo comía espaguetis mientras me miraba, yo tocaba mi comida y la comía despacio.
-Vamos Liza amor no me gusta verte mal-
-Es que… lo extraño… mucho- dije sollozando y cubriendo mi rostro con las manos.
-Amor no por favor no llores- me decía Camilo a mi lado abrazándome consolablemente
-Lo siento- respondí secándome las lágrimas.
-No, no lo sientas está bien sé que es duro… muy duro- me respondió con un hilo de vos bajando la cabeza recordando a su madre.
-Mi cielo, no, no te pongas mal ahora más que nunca nos necesitamos los dos-
-Estoy bien- dijo embozando una sonrisa que no daba a sus ojos –Vamos a recoger tus cosas-
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Llegamos a casa, todo estaba igual que el día anterior excepto por una nota en la mesa central que decía:
