Brais reaccionó casi al instante, colocó ambas manos en el pecho de Aitor apartándolo con fuerza de su cuerpo. El contrario retrocedió sorprendido ante la repentina actitud del menor, parpadeo un par de veces y movió su cabeza en silencio. —L-lo siento. —Balbuceó.—Mi error, no sé porqué hice eso.
El azabache tenía sus hermosos ojos turquesas abiertos de par en par si dejar de observar al contrario, tragó saliva confundido. ¿Por qué su corazón había latido con tanta fuerza? ¿Por qué su respiración no se mantuvo en su ritmo habitual? ¿Por qué había deseado que Aitor lo besara?
Deslizó sus pies hasta la mesita de café tomando la lata de cerveza que había dejado con anterioridad y la bebió de un golpe, para luego apretarla lanzándola sobre la mesa nuevamente. Se acercó a Aitor lentamente, este no había dejado de mirarlo ni por un instante totalmente confundido. —Aitor tú-
Ding Dong.
El sonido del timbre interrumpió cualquier cosa que tuviera que decirle, el menor hizo una mueca de molestia frente a los ojos del pelirrubio antes de correr hasta el portero eléctrico.
Simón.
— ¿Qué diablos haces aquí?—Preguntó Brais cuando presionó el botón del intercomunicador.
—Tú siempre tan tierno—Bromeó su amigo. —Ábreme, tengo pizza y cervezas.
El dueño de casa maldijo interiormente pero le permitió el paso, no iba a dejarlo en la entrada con el frío que estaba haciendo. Además, ¿por qué se ponía de tan mal humor? ¿Qué estaba planeando decirle a Aitor sobre lo ocurrido?
Se giró pero al hacerlo se sorprendió de ver al contrario colocándose la camiseta de nuevo sobre su cuerpo escultural y tomando sus cosas. Se estaba yendo. — ¿Qué... qué haces?
El chico de ojos color ámbar lo observó e hizo una mueca parecida a una sonrisa. —Parece que tienes compañía, ya tienes las fotos—se encogió de hombros. — no tengo más nada que hacer aquí. —explicó. Pero Brais en su interior deseaba que se quedara, quería detenerlo, inventar cualquier excusa para evitar que se marchara, porque sabía que no lo volvería a ver nunca más. Pero no lo hizo, solamente asintió en silencio, abrió la puerta para despedirse y lo vio bajar las escaleras del edificio.
Adiós, Aitor Parker.
Justo en ese momento Simón apareció en escena y efectivamente llevaba una caja de pizza en su mano derecha y un pack de cervezas en su izquierda. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Brais cuando abrazó a su amigo. —Cielos, me crucé un modelo de ropa interior en las escaleras o algo así. —Soltó mientras ingresaba en el departamento. —Tenías que ver a ese tipo, creo que tuve pensamientos gays solo con verlo.
El pelinegro sabía perfectamente que se refería a Aitor, era una descripción ideal, ese hombre era prácticamente un adonis, probablemente tenía miles de chicos y chicas corriendo detrás de él, por eso Brais estaba seguro de que nunca se fijaría de esa forma en él. Solamente se había dado cuenta de que le gustaba, de que le parecía atractivo y se burló de él con esa pregunta.
¿Quieres ser besado?
Y al sentirse un idiota, solo pudo lanzarlo fuera de su camino.
(...)
Dos meses habían transcurrido desde ese suceso en el que vio por última vez al perfecto joven de cabello rubio y ojos atrapantes. Su mente estuvo estática por los primeros días, pero luego se dio cuenta de que era en vano. Solo fue una atracción pasajera, nada del otro mundo. Tenía que dejar de ser infantil y continuar con su vida fuera de la de Aitor.
—Y...listo. —soltó Brais cuando le dio el ultimo toque al tatuaje de su actual clienta. La chica de cabello plateado sonrió antes de levantar su brazo y buscar su muñeca con sus ojos. En ella había un pequeño colibrí de muchos colores sobre una ramita de un árbol. Algo chico pero creativo.
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Delirio /Yaoi/ [Finalizada]
Truyện NgắnBrais Sommer es un chico de veintitrés años que la vida le ha jugado una mala pasada. Después de ser abandonado en un orfanato al nacer junto a su hermana Janey sentía que todo había comenzado con un mal paso. Al salir de este el destino les había...