3. El despertar

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-Señorita Cocker, tengo buenas noticias, sus amigas han sido muy fuertes, las operaciones han sido todo un éxito. Pero... - agachó la cabeza y no paraba de mover las manos, era un médico joven y se le notaba nervioso- sus cuerpos no han podido soportar tantos impactos por lo que... han... han caído en coma –dijo el médico lo más amable y calmadamente posible.

- ¿¿En...en coma??"- Exclamó Abbie llevándose las manos a la cabeza, llevaba dos días en el hospital sin pegar ojo esperando los resultados, hasta había rezado cosa que no hacía desde la comunión, aunque ni se acordaba de cómo hacerlo. Ambas habían sido expuestas a varias operaciones debido a la metralla y a los químicos que les mutilaron además de las distintas fracturas por todo el cuerpo, era todo un milagro que siguieran con vida, iban a salir incluso en las noticias.

Abbie estaba histérica, sus dos amigas eran lo único que tenía. Su familia estaba en Europa, era de Italia, aunque su padre era Ingles de ahí el color de sus ojos turquesas, y apenas mantenía el contacto con ellos, no quería volver y darles la razón en lo de ser una fracasada y menos aún continuar el negocio familiar haciendo pizzas. Llevaba viviendo con ellas desde que emigro a América gracias a una beca de estudios, se conocieron en la Universidad y comenzaron a compartir piso, más o menos llevarían juntas cerca de diez años.

-Si, en coma... Bueno es increíble que hayan salido de esta –iba a continuar hablando dándole más razones positivas para afrontarlo, siempre puede ser peor y podrían haber muerto, pero estar en coma era algo muy grave que no esperaba.

- ¡No han salido de nada, ahora... ahora están en coma! –dijo casi gritando, no podía creerlo, todo había pasado tan rápido era casi surrealista- ¿Y si nunca despiertan? ¿Y si solo sobrevive una? ¿Y ahora que hare yo? ¡Usted tiene que hacer algo! –dijo agarrándole de la bata al médico zarandeándolo, sin poder evitar que unas cuantas lagrimas se resbalaran por sus mejillas, las fuerzas le abandonaban y dejo caer la cabeza en el pecho del joven doctor, este no sabía cómo reaccionar, pero acabo abrazándole para consolarla.

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Mientras tanto en la sala de monitores contigua a la habitación, el propio Nick Furia estaba presente, mantenía una conversación con el médico oficial al cargo junto con el agente Coulson. Esas dos chicas habían estallado el laboratorio C3 donde se hallaban la mayoría de pruebas para modificar el ADN, por suerte la sección que volaron no era una de las más peligrosas ni de las más importante, aunque habían causado graves destrozos en investigaciones en las que se llevaban trabajando años incluso décadas.

-La sustancia difundió por el organismo hasta la médula ósea afectando a la producción de linfocitos, incrementando la síntesis de anticuerpos y con ello aumentando la funcionalidad del sistema inmunológico- dijo el médico de mediana edad mientras se ajustaba las gafas.

-Hábleme en cristiano, soy militar no científico – dijo de muy mala gana Nick Furia, estaba muy cabreado por todo lo sucedido, iba a haber unos cuantos despidos ese día, malditos incompetentes tantas cámaras de vigilancia y tanto personal de seguridad para nada.

-Señor, creo que quiere decir... -pero Nick Furia no dejó que terminara de hablar.

- ¡Cállese Coulson, y vaya a reunir a toda la plantilla del área afectada! –ordenó seriamente, parecía que le iba a atacar con el único ojo que le quedaba no por nada se llamaba Furia, según Stark debajo del parche tiene un arma nuclear todo es una tapadera. – Prosiga doctor –instigó.

-Bueno, se lo explicaré en cristiano como usted dice. –dijo el Doctor con una sonrisa nerviosa intentando quitarle hierro al asunto.

- ¿Intenta usted vacilarme? no sé si se ha dado cuenta, pero esta mañana no estoy de humor señor... -acerco su ojo amenazante a la plaqueta de identificación - Señor Stewart–terminó pronunciando con cierto deje amenazante, el Doctor trago saliva esperaba que ese señor que parecía sacado de una película oscura de ciencia ficción no acabara disparándole.

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