III. Interrogatorio x Verguenza

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—Conozco un estupendo lugar, sirven ensalada de vegetales y además tienen un buen menú para depredadores. —Contestó Judy mientras le sonreia

—Está bien, ¿qué te perece si nos retiramos?

Los dos se fueron del lugar y se dirigieron hacia el restaurante que se encontraba en el centro de la ciudad.

Al llegar, Nick se sorprendió por el lugar, era sencillo pero cómodo, era silencioso y tranquilo, a primera vista parecía un buen sitio para comer. Ambos pidieron sus respectivos platillos, Judy una ensalada de vegetales y, Nick, un tarta de moras con un jugo de naranja.

En todo el almuerzo no hicieron más que conversar cosas que a los dos le interesaban, hablaron de todo un poco: sobre el trabajo, amistades, comidas favoritas entre otras cosas, hasta que llegó la hora de volver a trabajar.

—Supongo que debemos ir a interrogar a los testigos— habló Judy con un poco de desaire.

—Tenemos que ser rápidos, nos tomara unos días para poder hablar con todos. — No era una gran cantidad de testigos, pero si querían ser precisos debían tomarse su tiempo con cada uno.

Los dos se dirigieron a la patrulla. Mientras Judy conducía, Nick miraba en la computadora del auto los datos que había recabado de los empleados.

—¿A dónde vamos?— preguntó Judy sin apartar la mirada del camino.

—Interrogaremos a John Strauss, es un león que aparece en el vídeo de las cámaras de seguridad; vive Plaza Sahara, cerca de donde ocurrió el robo—contestó.

El tiempo pasó hasta que llegaron a la casa del antes mencionado, se acercaron a la puerta y tocaron el timbre, al tiempo una niña abrió, era una leoncilla de una apariencia muy tierna.

—¡Hola! ¿Que desean? —Los ojos de ella se hicieron grandes al ver a los policías y con gran curiosidad los miró de pies a cabeza.

—Hola pequeña, me imagino que el señor John es tu papá— confirmó Nick.

—¿Buscan a papá?—Ella sabía que eran policías, por lo tanto se daba una idea de lo que tal vez buscaban.

—Sí, ¿Se encuentra? —dijo Judy.

—¡Papá, unos policías vienen a arrestarte!—gritó la pequeña a todo pulmón mientras los compañeros se miraba mutuamente con una sonrisa, señal de gracia por lo que había hecho la niña.

—¡¿Cómo?! ¡¿Ahora qué hice?! —Se escuchó desde adentro una voz con un tono de preocupación.

A los segundos apareció un león que se asomó de forma tímida a la puerta abriéndola un poco más.

—Díganme oficiales ¿De qué se me acusa? —La preocupación se le notaba en el rostro. No todos los días vienen a tocar la puerta de tu casa dos policías.

—No, no, no. Simplemente estamos investigando el robo que ocurrió donde usted labora. —Aclaró Judy antes de tener una confusión más grave.

—¿Ah?, ya me iba a dar un paro cardíaco, pensé que me iban a arrestar por lo...bueno solo olvidémonos de este error. Así que vienen a interrogarme. —John dio un suspiro de alivio y se tranquilizó un poco. Aún tenía la intriga de las preguntas que le fuesen a hacer en el interrogatorio.

—Queremos saber todo lo que ocurrió ese día, si no es mucha molestia —dijo el zorro.

—Pero, pasen adelante, siéntanse como en su casa, trataré de ser de ayuda para la investigación, bueno, lo más que pueda.

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