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No está corregido.

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Rodney se arrodilló, le tocó la frente y luego el pecho. Se levantó y se dirigió a Victoria que todavía no se había puesto en pie ya que el golpe que recibió fue muy fuerte.

—Lo lamento, pequeñín —dijo la comadreja con desaire y triste. Se mostró taciturno por un momento—. Ahora estoy seguro que tengo que matarte —dijo al ver a la quimera.

Victoria lo observó.

—Al parecer te pondrás serio —observó a Edward—. Nunca pensé que este animal que parecía tan débil fuera a romperme unas cuantas costillas, sabes, es lo divertido de lo que hago, siempre me topo con sorpresas, como aquel extraño león que casi me mata —continuó diciendo.

Rodney empuñó su pistola de dardos y sacó una munición de diferente apariencia a las que había usado antes. Normalmente se usaba una inyección con punta de alambre y unos cuantos mililitros de tranquilizante, la cola era roja, a diferencia del que tenía en ese momento, era del mismo calibre, pero la cola era más grande y con un color fosforescente. El líquido era espeso y con un tono azul marino que parecía que iluminaba dando un efecto de fulgor descollante.

—Te mataré —dijo de nuevo la comadreja. Vio a la loba que sollozaba y con las patas temblorosas—. ¡Vete de aquí! no me estorbes.

Ella no reaccionó de inmediato, Rodney tuvo que volverle a gritar para que ella asintiera y se retirará bajo la expectante mirada de Victoria que la seguía sus pasos con atención.

—No te atrevas a moverte, monstruo —amenazó la comadreja.

—No somos muy diferentes.

Victoria se puso de pie y vio a Rodney con una sonrisa.

El ambiente se tornó pesado.

Victoria estaba a punto de atacar cuando se escucharon un sinnúmero de disparos provenir del piso superior sus sentidos se agudizaron en solo una fracción de segundo.

—¡El líder!—pensó con el pelaje erizado y mostrando sus dientes.

Rodney vio su reacción.

Fue un momento que aprovechó para acercarse a una increíble velocidad y asestarle un golpe en el rostro.

La comadreja sintió como si golpeara un gran bloque de pedernal, pero Victoria apenas se inmutó.

—El líder me necesita —susurró—. ¡El líder me necesita!— gritó con gran ira.

Tomó de la pata a Rodney que seguía sorprendido por la resistencia de la quimera y lo estrelló contra la pared.

—¡No intervengas! —volvió a gritar.

Rodney soltó un quejido gutural de dolor. La fuerza de ese golpe fue suficiente para quebrarle el brazo derecho.

—¡No me subestimes!— dijo la comadreja sosteniendo con su pata intacta el brazo de Victoria y propinándole un rodillazo en el codo. El golpe fue lo suficientemente fuerte como para dejárselo en dos tantos.

Rodney se alejó dando unos pequeños brincos, buscó en el suelo la pistola de dardos que se le soltó de su pata debido al fuerte impacto que sufrió.

—Maldición— susurró Rodney—, si sigo así moriré.

Victoria se repuso, vio su brazo roto con indiferencia y después recogió una de sus espadas.

—Si no te mato en estos momentos no podré ayudar a mi líder— habló viendo a Rodney. Todavía seguía teniendo sus sentidos al máximo. Su fuerza no había menguado a pesar de haber recibido tantos golpes y no parecía sentir dolor o cansancio, habían pasado menos de quince minutos desde que la encontraron y Rodney ya estaba casi al límite.

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