Capítulo 8

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—La pérdida de control es difícil para un principiante en una situación como ésta, así que mi trabajo consiste en romper las barreras que estás construyendo y darte lo que necesitas. Como esos senos... tan pequeños y suculentos... y con gran necesidad de atención.

Sus manos masajearon y acariciaron sus pequeños pechos. Cuando sus dedos rozaron sus pezones ella arqueó la espalda dentro de sus manos con un siseo de placer. Con el índice y el pulgar pellizcó sus pezones hasta que ella tomó aire con dificultad. El dolor construido junto al placer.

—Trata de estar quieta para mí, Angela. Esto es todo sobre el control, para ambos. Todavía tienes mucho que aprender.

¿Cómo podía estarse quieta cuando cada caricia estaba diseñado para volverla loca?

Ella gimió cuando sus manos abandonaron su cuerpo y se alejó. Los susurros de la multitud regresaron sin él allí para distraerla. El ardiente líquido corría a toda velocidad por los pliegues de su coño. Dios, aun si quisiera negar lo mucho que esto le excitaba, la evidencia la delataba. Un nuevo sonido vino desde la dirección de la pequeña mesa y se percató de que Ethan había movido el taburete que había visto junto a la pared.

¿Estaba sentado en él? ¿Estaría tocándola de nuevo?

—Todo el mundo ama tu cuerpo, dulzura. Quieren más... quieren ver como te corres—Su cabeza se sacudió ante el cercano contacto de su voz en su oído— ¿Quieres más? ¿O debo parar ahora y dejarte ir?

—No, no te detengas—Su voz salió ronca y más alta de lo que esperaba, y una apreciación murmurada vino desde el extremo de la habitación. Un ligero golpe en su vientre plano envió nuevos temblores hasta su núcleo.

—Relájate, Angela. Se supone que debes disfrutar—Adoraba el oscuro timbre de su voz, la calmaba y le permitía liberar lentamente la tensión en los hombros y el torso. Cuando sus dedos se rezagaron en la húmeda hendidura de su sexo, intentó inclinar las caderas para animarle y recibió una fuerte bofetada en su cara interna del muslo.

—No te estás quedando quieta como te pedí. Paciencia es lo que necesitas.

—No puedo evitarlo, lo necesito tanto—Ella respiraba con dificultad.

—Lo sé, y necesito que confíes en que entiendo estas cosas. Confía en mí Angela. De hecho, revoco tu permiso a hablar. También tendrás que permanecer quieta. ¿Lo comprendes?

Ella asintió.

—Buena chica. Ahora déjame darles a todos una buena vista de este bonito coño rosa tuyo.

Sus dedos se movieron rápidamente, abriendo ampliamente sus labios. Además de los pocos murmullos que escuchó, también captó algunos gemidos, tanto femeninos como masculinos.

—Es muy lamible, ¿no te parece?—Sus músculos se tensaron fuertemente y sus jugos fluyeron ante sus palabras.

Anhelaba saber lo que se sería tener la boca de Ethan allí, provocando su clítoris...saboreándola.

El taburete se movió rápidamente como si hubiera sido retirado del medio con una patada, pero no tenía idea de lo que estaba haciendo.

Pasos... escuchó varios. ¿Sólo los de Ethan, o había otros también? Sus manos se alejaron y escuchó un paquete al ser abierto sobre la mesa.

Cada músculo de su cuerpo se había tensado, incapaz de relajarse mientras intentaba anticipar su siguiente movimiento y la siguiente caricia a su cuerpo.

—Creo que este juguete será un buen modo de conseguir realmente que esta parte comience—Un zumbido se puso en marcha y ella supo que sostenía un vibrador de algún tipo.

—Sujeta esto por mí, ¿quieres? Y siéntete libre de probarlo brevemente en ella si quieres mientras preparo el siguiente instrumento.

¿Con quién estaba hablando? ¿Quería que alguien más jugara también con ella?

No tuvo mucha ocasión de pensar en ello cuando el frío juguete vibrador presionó contra su pezón. El pequeño murmullo provocó una profunda reacción en su cuerpo y los gemidos que se había arreglado pora contener salieron a borbotones.

—Muy agradable. Creo que le gusta eso.—Otro paquete se abrió conforme las vibraciones iban de un pezón a otro hasta que las puntas se tensaron casi dolorosamente. Escuchó un difuso ruido de chorros en la distancia y, luego, un dedo estaba tocando su trasero, hurgando en el pequeño orificio. Ni siquiera se dio cuenta de que la silla había dejado esa parte de su anatomía accesible.

—Apuesto a que nunca has sido tomada allí, ¿verdad?

—Oh, Dios —el resbaladizo dedo traspasó el agujero y empujó contra las puras terminaciones nerviosas

—Está bien. Tengo justo lo que ayudara a ese trasero virgen—Su dedo empujó un poco más dentro y luego se retiró.

Un jadeo escapó de su boca con el cambio de sensación. Santo infierno.

—Ahora, haz lo posible por relajarte y empujar contra el dispositivo si puedes. Esto hará que entre por completo más fácilmente—Una fría forma rígida empujó contra el agujero fruncido, Ethan lo había
lubricado como preparación. Ella inhalo y se relajó al exhalar. Podía hacer esto.

De repente, el vibrador fue retirado de sus senos y situado suavemente sobre su clítoris, enviando fragmentos de placer que salieron disparados a través de su cuerpo mientras el dildo se deslizaba en su lugar en el trasero, estirándola y llenándola.

—Oh, qué buena chica eres. Creo que te mereces una recompensa—Él chasqueó los dedos y momentos más tarde una boca se cernió a cada uno de sus senos.

Estaba perdiendo rápidamente el recuento de cuántas personas la tocaban. Ahora, los dientes mordían sus pezones lo bastante para proporcionarle ese borde de dolor que intensificaba la sensación del vibrador en su clítoris y el dildo situado en su trasero.

—Te has convertido en una verdadera estrella esta noche, Angela—Ella no podía concentrarse en sus palabras. Las sensaciones y la presión se construía en su interior hasta el punto en que no podía detenerlas. Sus piernas y brazos temblaban con la necesidad de correrse. Sabiendo que todo el mundo en la habitación y en la ventana observarían sólo el incremento de su placer. Con cualquier otra persona, podría haberse echado atrás, pero Ethan se haría cargo de ella, lo sabía.

—Haz que me corra, Ethan. Por favor, te necesito, por favor —le rogó, queriendo que fuera él quien la llevara sobre el borde. Su corazón se aceleró en el silencio de la habitación mientras luchaba por esperarle— Por favor

Cuando estaba cerca de abandonar la lucha, los dedos se hundieron en su resbaladiza vagina. Pensó que había oído a Ethan jurar pero no podía estar segura mientras la impactante excitación aumentaba más alto que cualquier cosa que jamás había experimentado. Esos dedos se movieron dentro y fuera, atravesándola, frotando los tejidos ya excitados hasta que la combinación de todo ello explotó en su cuerpo.

Los músculos se contrajeron mientras su cuerpo se sacudía en respuesta. Los gritos rasgaron su garganta y rebotaron por la habitación conforme la oscuridad la envolvió, dejándola conmocionada y temblorosa ante la fuerza de su liberación.

Vítores y aplausos estallaron a su alrededor y Ethan retiró apresuradamente la venda.

-¿Estás bien, Ángel?

Ella parpadeó ante las luces y se concentró en el rostro de él situado frente al suyo. Incapaz de hablar, sólo asintió. Su cabeza cayó hacia delante y Ethan la tomó entre sus manos.

—Está bien, cariño, te tengo—Sus dedos tocaron las esposas de sus muñecas y tobillos, ella abrió los ojos de nuevo para ver a Will y Marie liberarla.

Cuando su cuerpo estuvo suelto, Ethan la tomó entre sus brazos y la abrazó con fuerza contra su pecho. Sus labios presionaron contra su frente en una suave caricia.

—El espectáculo ha terminado, chicos. Necesitamos privacidad.

Con ello, la llevó a través del arco que conducía a un cuarto privado sin ventanas y cerró la puerta tras de sí

TÓMAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora