Podría decirse que extrañaba lo que nunca había tenido.

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A veces sentía como todo se fuese a terminar y el sabor de las mañanas se confundían con un negro atardecer. Se quedaba sin tiempo y no le importaba, las manecillas hace tiempo que en su vida se habían quedado paradas.

Muchos fueron los días que trató de ver a través de sí mismo y adivinar que es lo que provocaba esa sensación, esa nostalgia. Quiso saber y abrazarse a la esperanza de la sabiduría del alma, pero se dio cuenta de que las palabras cuanto más altas las gritas, más bajo son escuchadas.

Todas las veces que sus lágrimas se derramaban, mojaban trapos secos que él mismo el día anterior había derramado por el suelo, cual alfombra de penas arrastradas.

Quiso gritar por última vez, desvivir una voz tiempo atrás apagada por las olas de la desesperanza. Pues su esfuerzo en vano chocaba con el muro del destino, supo entonces que no importaba ya cuan fuerte pudiese llegar a ser; siempre estará de la mano de la soledad. Su verdadera amiga del alma.

Sus intenciones se llenaron de orgullo, de una lucha contra un ejército que mucho antes tenía la batalla ganada. Su sentencia estaba juzgada y sólo quedaba prolongarla todo lo que él mismo estaría dispuesto a aguantar.

Llegó el alba y de nuevo las nubes grisáceas cubrieron el cielo y de pensamientos oscuros su espalda llenaban. Volvió a preguntarse el porqué, cuál es la razón que empujaba a que nadie de su mano se aferrara. Cortinas de desconcierto y verbas que terminaron arremolinándose en su cabeza cual martillo sujetado por el más fuerte de los verdugos.

Se dio cuenta, supo entonces que era lo que en verdad le atormentaba: añoraba lo que nunca tuvo, amaba algo que nunca poseyó y que jamás le sería otorgado. El regalo que todo ser humano espera desde el momento en el que las manos aprietan el viento de una nueva vida ya pensada.

Añoraba un sentimiento que nunca había cruzado por su cabeza cual dardo clavado desde lo más profundo del averno. Quería sentirse vivo y quedarse dormido en los brazos de una promesa, en la seguridad de los brazos de una persona que sabe que nunca le será otorgada.

B.Feijoo

Pensamientos desde el fondo del mar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora