Porque todo siempre es más complicado.

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Gotas que caen sordas sobre mi ventana, recuerdos que ahora hacen ruido en mi cabeza formando el torbellino que hace tiempo nubla mi mente.

Son segundos que se convierten en años y el dolor aprieta mi corazón. No se si es la verdad o quizás el sueño que alguna vez prometí que cumpliría, el que ahora altera mi respiración y agobia mi corazón mientras el viento se lleva las pocas palabras que recuerdo. Las de un instante eterno.

Puede que esas palabras no basten para levantar una idea, un sentimiento, para retornar de entre el baúl de los sueños aquel beso.

En la ventana siguen enmudeciendo las lágrimas del cielo y mientras yo lleno mi cabeza de sonidos de una tarde de pasión; una tarde en la que juntamos nuestros cuerpos.

Y ahora son mis lágrimas, las que llora mi corazón, las que el dolor provoca cuando tu olor recorre mi cabeza, despertando reminiscencias de un roce, de una mirada que se adentró en lo más profundo del alma.

Sus ojos son ahora el brillo que cada día despierta mi mente, que cada día me obliga a pensar que no eres de este mundo; a pensar que aquello fue tan sólo un momento único; irrepetible; increíble propio de un ángel caído del cielo.

Ha dejado de llover, pero yo sigo abrazado al tiempo pensando que quizás algún día vuelva a sentir que una mirada se adentra en lo más profundo de mí; llevándose lo poco que queda a un lugar del que espero no volver jamás.

B.Feijoo

Pensamientos desde el fondo del mar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora