Frío.

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Bajo el sol y la noche, bajo la lluvia y la nieve aguantó en pie, pero siempre hay un motivo para rendirse e incar las rodillas. Así es como terminó y comenzó todo: con pequeñas dagas que se clavaban en su ya pesada espalda.

La aventura de su vida comenzó años atrás pero el decidió que no era el momento de avanzar; sino que era el momento de una espera larga, paciente y sin miedo a que el futuro se comiese su presente, pues siempre le habían dicho que quedaba esperanza.

Pero sintió el dolor de la traición, el de el olvido, el del anonimato y la mentira. Sintió el sabor de la sangre en su boca; ácido, térreo y oxidado. Oxidado por el tiempo que veía pasar y no se paraba a esperarlo...

Se sentía vacío, liviano como un vaso con poca agua al que el sol calienta sin cesar y que se evapora sin poderlo evitar; como si a un saco lleno de arena los agujeros se le abriesen sin parar. Se deshacía entre sus propias manos y comenzó a gritar mientras se hundía en el pasar del tiempo.

Entonces sus lágrimas comenzaron a alcanzar el suelo mientras la esperanza daba su último suspiro y sus gritos solo recibían como contestación su eco. Mientras escuchaba sus propias palabras volver para marcharse de nuevo.

Entonces el mundo un grito le devolvió:

_¡Pordiosero!

Todo por haber mendigado unos besos pensó y decidió devolver el grito:

_¡No es el amor el que ya no vive aquí, sino la compasión!

Un silencio incómodo y él en sus pensamientos inmerso quedó mientras se le acababa el tiempo. Silencio, frío y miedo.

Pensamientos desde el fondo del mar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora