Tutú • Larry Stylinson AU

five.

Estaba sentado en el fondo del baño. Mechones mojados caían por su frente, gotas se deslizaban por sus brazos y tenía la ropa tan pegada al cuerpo que parecía su segunda piel. 

Sus ojos, verdes como los árboles en primavera, me hipnotizaron. No los podía ver perfectamente desde tan lejos pero ya me tenían capturado. Me sentía como un pájaro en una jaula, sin poder escapar, moviéndome de un lado a otro.

Aparté la vista del rostro del chico y me dí la vuelta para poder observarlo mejor. ¿Qué le pasaba?

Tenía las piernas dobladas contra el pecho. Había escondido la cara entre las rodillas y sus manos se encontraban tocando las frías baldosas del suelo. Sus rizos desordenados estaban tan mojados que las gotas que se escurrían entre ellos estaban formando un pequeño charco de agua alrededor de su cuerpo.

Dí un par de pasos hacia adelante, el agua de la ducha de Cody seguía escuchándose y parecía que todavía iba a tardar en salir, no quería que interrumpiera aquel extraño momento. El chico estaba inmóvil, no realizaba ningún movimiento que me indicara qué hacer, si acercarme más o no molestarlo. Dí un paso inseguro.

Entonces me dí cuenta de que sus brazos estaban pintados, parecían tener flores de diversos colores desde la muñeca hasta donde la camiseta dejaba ver. ¿Sería un tatuaje? Parecían rosas conectadas entre sí, era increíble y delicado. Nunca había visto algo semejante.

Me acerqué a él intentado no hacer mucho ruido pero mis chanclas me traicionaron, siempre había odiado el sonido de estas al tocar y despegarse de la piel mojada.

Estaba lo suficientemente cerca del chico para poder percatarme de que parte del dibujo de su brazo estaba emborronado por culpa del agua, entonces definitivamente no era un tatuaje.

Mis dedos adquirieron consciencia propia y tocaron el brazo del chico. Sentí un cosquilleo en las yemas de los dedos y deslicé mi mano por su brazo, intentando descubrir qué era lo que tenía en el brazo.

El chico levantó la cabeza rápidamente y con los ojos muy abiertos me miró, asustado. Retrocedí un poco, lo suficiente como para perder el contacto con él. Sentí un vacío al dejar de tocarlo y mis manos pidieron a gritos volver a sentir su contacto, pero me resistí.

Desde cerca sus ojos brillaban más y eran más claros. Parecían ventanas a un mundo nuevo, un mundo brillante y puro.

— ¿Estás bien? —volví a acercarme a él, esta vez sin tocarle—. ¿Por qué estás tan mojado?

Sus labios permanecían sellados, eran de un color rosa intenso que se estaba tornando al morado debido al frío que debía tener el chico. Lo vi temblar y reaccioné rápidamente. Mi toalla.

Corrí por ella con cuidado de no resbalar y se la entregué. Este la cogió y se revolvió un poco el pelo con ella.  

— Deberías de quitarte la ropa, darte una ducha caliente y vestirte con ropa nueva —él asintió tembloroso ante esta propuesta y se levantó poco a poco—. Me puedo quedar contigo hasta que estés bien.

Asintió de nuevo. Parecía que no tenía voz. Un pensamiento estúpido pasó por mi mente, se parecía a la Sirenita cuando no tenía voz. Moví la cabeza tontamente esperando a que esta imagen que se había creado en mi mente saliera de ella. El chico me miró extrañado y frunció el ceño. Le sonreí nervioso y esperé a que se metiera en la ducha para lavarme los dientes y terminar de prepararme.

— ¿Qué haces, Louis? —Cody salió de la ducha ya vestido y se puso a mi lado.

No me había dado cuenta de que había terminado de ducharse y dí un pequeño salto debido al susto que me había provocado escuchar su voz de repente en medio del silencio de la habitación.