eight.

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N/A: Quedan dos días para que sea el día de subida pero tenía ganas de subir.

Comenta aquí si quieres que te dedique el siguiente capítulo. Ahora sí, que disfrutes de la lectura... ♥ 

Dí un paso hacia atrás y me alejé corriendo de aquel lugar. 

Mis piernas obedecían a mi cerebro, se movían al compás de sus órdenes mientras mi corazón gritaba y suplicaba por ser escuchado. ¿Por qué era ignorado? Mi cuerpo, dividido en dos, razón y corazón, sin ponerse de acuerdo entre ellas, peleando. Miré hacia atrás, estaba ya lejos de la esquina donde me había parado a escuchar, donde me había debatido entre ser valiente y dar la cara o esconder mi verdadero yo entre las ramas de la razón. 

Me encontraba ya en la parte delantera del edificio. Mi respiración permanecía agitada y mis músculos se quejaban por el dolor. Me senté en uno de los bancos que había en la entrada y descansé unos minutos. No había casi nadie allí, solamente un par de bancos estaban ocupados por estudiantes que charlaban con alegría. 

¿Qué había hecho? La culpa empezó a recorrer mi cuerpo, envenenándolo con un sentimiento que conocía bien. Era la misma sensación que tenía cuando estaba con un chico, cuando estaba con Dave, mi ex-novio. Me sentía culpable de estar haciendo lo contrario a lo que mis padres querían que hiciese, sentía que los estaba defraudando. Pero aquello era diferente, fruncí el ceño confundido e intenté aclararme- Me esforcé en detectar la diferencia entre aquel sentimiento de culpa que me invadía con Dave al que me invadía en aquellos momentos. Entrelacé mis mano y con los pulgares me las acaricié. Intenté relajarme.

Cuando había estado con Dave lo había hecho porque quería, porque era lo que mi corazón me decía que hiciese, había sido yo mismo aunque aquel sentimiento de culpa me persiguiera como persigue un lobo a su presa. Esta vez, no había seguido a mi corazón, esta vez el miedo me había hecho perder el Norte, perder mis principios. 

Maldije internamente, debía volver a aquel lugar y remendar lo que había hecho, si es que estaba a tiempo. Me levanté decidido y corrí, esta vez mi corazón era quien daba las órdenes mientras mi cerebro permanecía sumiso ante él.

Llegué a la esquina y me paré, no se escuchaba nada, quizás había llegado demasiado tarde. Dí un paso hacia delante y confirmé mis sospechas, allí no había nada. Le pegué un puñetazo a la pared de piedra del edificio y sollocé. Quería pegarme a mí mismo y lo hubiera hecho si no fuera porque me sangraba la mano. Me encogí sobre mí mismo y acuné mi rostro entre mis manos. Podría haber detenido el sufrimiento de una persona que estaba pasando por lo mismo que yo había pasado durante años. Había tenido el control de parar aquella situación como quien apaga o enciende una radio y no lo había hecho.  

— ¿Estás bien? —levanté la cabeza asustado, una voz había interrumpido el silencio en el que estaba envuelto, una voz que conocía.

— Cody... —mi voz sonó ronca e inestable, como si estuviese a punto de romperse.

Él se sentó a mi lado y suspiró pesadamente. Sus manos se abrían y cerraban dando la impresión de que intentaba alcanzar algo invisible.

— ¿Me vas a explicar qué ha pasado? —no supe que decirle, ¿Explicarle que había sido un cobarde, que había dejado que maltrataran a un chico porque yo no había tenido el valor de impedirlo? No podía hacer eso, no podía dejar que él pensara que yo era así. Pero, ¿Que opción tenía?

Seguir mintiendo y seguir siendo un cobarde sólo haría la bola más grande.

— No quiero que pienses mal de mí —le miré y él me devolvió la mirada. Sus ojos azules, puros y sinceros frente a unos llenos de culpa. 

Tutú • Larry Stylinson AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora