11/06/2016

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Íñigo/Alberto/Pablo/Edu

- Sábado, 11 de junio de 2016 - 

Alberto se despertó antes de que sonase el despertador. Bostezó y se frotó los ojos con desgana. Había dormido mal. Se sentó y cogió el móvil que estaba cargándose en la mesita junto a la cama. Sintió una pequeña punzada en el estómago al ver que Íñigo no le había respondido. Volvió a releer la conversación, o más bien el monólogo, de la noche anterior.  

*Viernes, 10 de junio de 2016*

[22:30] Acabo de llegar al hotel

[22:30] Ya puedo hablar

[22:30] Te mato como te hayas dormido

[22:30] Yo también quiero escuchar tu voz...

[22:45] Bueno, otra vez será, no?

[22:45] Duerme bien, anda.

[22:46] Y buenos días para cuando leas esto :)


Alberto volvió a dejar el móvil encima de la mesita. Pensó que Íñigo seguiría dormido. Al fin y al cabo no eran ni las 8 todavía. Sacudió la cabeza y se dirigió al baño para prepararse. En un par de horas cogían el avión hacia Barcelona y tenía que darse prisa. 

Escuchó su móvil sonar y su corazón dio un vuelco. Fue corriendo hacia él pero se dio cuenta de que era la responsable de la campaña para preguntarle si estaba despierto y recordarle que tenía que prepararse rápido. Contestó de manera escueta y volvió al baño, aún pensando en Íñigo. 

Cuando terminó de recoger todo, se dirigió al hall del hotel, donde habían quedado todos a las 9 en punto. Allí ya estaban el resto de sus compañeros; él había sido el último en llegar. 

- Venga, Alberto, ¡que tenemos prisa! - le recordaron nada más verle. 

El malagueño se encogió de hombros a modo de disculpa y salieron del hotel. Todos hablaban animadamente entre ellos. Todos menos Errejón, que iba con las manos en los bolsillos y con cara de haber dormido poco. 

- ¿Tú también has dormido mal? - Alberto aceleró el paso para ponerse junto al de Podemos. 

Íñigo se sorprendió al verle a su lado y apartó rápidamente la mirada. Esto dejó sorprendido a Alberto, pero no dijo nada. 

- He tenido noches mejores. - respondió en voz baja Íñigo, aún sin mirarle. Tenía la mirada clavada en el frente. 

- Y eso que no ha hecho mucho calor... Hemos tenido suerte. - comentó Alberto, sin entender demasiado bien la actitud de su compañero. 

Íñigo no le contestó y pronto dejaron de estar juntos. Las piernas de este último eran más largas que las de Alberto y, por lo tanto, sus zancadas también. Alberto se quedó rezagado y alucinado con la situación que acababa de vivir. 

Íñigo y él no eran los mejores amigos. De hecho, la relación de Alberto con Pablo Iglesias era mucho mejor que la que tenía con el segundo de Podemos. Pero el día anterior lo habían pasado bien juntos y Alberto pensó, por un momento, que podrían llegar a tener una ligera amistad. Juzgando los hechos que acababan de ocurrir, aquella idea desapareció de su mente. 

Llegaron al autobús y mientras que el día anterior habían compartido asiento juntos, ese día Íñigo trató de sentarse tan lejos de Alberto como pudo. Y Alberto lo notó. Sacó su teléfono y vio que "su" Íñigo tampoco le había contestado. 

Hoy tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora