01/07/2016 - 02/07/2016

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Íñigo/Alberto/Pablo/Edu

- Viernes, 1 de julio d 2016 -

Alberto llegó a Málaga al mediodía, justo a tiempo para probar el salmorejo que su hermano Edu acababa de preparar.

- Te quejarás de bienvenida. - comentó su hermano, mientras se sentaba en la mesa frente a él.

- Para nada. - respondió Alberto, colocándose la servilleta en las piernas y sonriendo. - Hace mucho que no lo como, la verdad.

- ¿Qué tal con Errejón?

Alberto levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Edu, que le miraba fijamente, con una leve sonrisa en los labios.

- Así, sin anestesia ni nada. - respondió, mientras pensaba en la respuesta.

- Sin anestesia ni nada. - ratificó su hermano. - Pero no me has contestado.

Alberto se quedó callado lo que a él le pareció una eternidad, tratando de estructurar la historia que se traía entre manos con su compañero de coalición.

- Es complicado. - contestó finalmente.

- Vale, ya sabes qué poner en Facebook. Ahora al lío. - rió Edu.

- Estamos enfadados los dos. No nos vemos desde el martes, desde la reunión que tuvimos, y lo poco que hemos hablado por mensaje ha sido para insultarnos, básicamente. - Alberto posó la cuchara en el plato y suspiró. - No sé, creo que esto no va a llevar a nada.

- Pero tendréis que hablarlo de todos modos, ¿no? Aunque solo sea para romper o cortar lo que sea que tengáis. - comentó Edu, totalmente serio y visiblemente preocupado por su hermano.

- Sí, supongo que sí... Pero cuando vuelva a Madrid. Para cuatro días que voy a estar aquí quiero estar contigo, con papá, con mis amigos... Disfrutar de mi tierra. Ya tendré tiempo de volver a la realidad en Madrid.

Alberto vio que su hermano asentía con la cabeza en silencio y en seguida cambiaron de tema a otros más alegres y entretenidos, que distrajesen a Alberto de su debate interno.

***

Íñigo cerró el libro que tenía entre sus manos con gran satisfacción. Había sido una gran lectura que le había enriquecido bastante. Desde que no se hablaba con Alberto, es decir, desde hacía tres días, se había sumergido en los libros en sus ratos libres para no pensar en él. La mayor parte del tiempo cumplía su cometido, pero siempre había una parte de su mente que volvía al malagueño.

Miró la pantalla de su teléfono para ver qué hora era y se sorprendió al recibir justo en ese instante un mensaje de un número desconocido.

[17:47] Hola Íñigo, soy Edu Garzón.

[17:47] Durante todo este tiempo he tratado de mantenerme al márgen de vuestra relación, pero creo que deberías venir a Málaga.

[17:47] Creo que deberíais hablar de vuestra situación y dejar las cosas claras, porque no sé tú, pero al menos mi hermano no lo está pasando bien.

[17:48] Él estará en Málaga hasta el lunes. Piénsalo al menos y perdona si te ha molestado que me involucre en el asunto, pero no me gusta ver a mi hermano así.

Íñigo miró los mensajes con estupefacción. Una parte de él estaba agradecido de que Edu, al hablar con él, le diese la oportunidad de poder avanzar, de poder mover ficha y otra estaba molesta por considerar que tenía que ser él el que hiciese el esfuerzo.

Hoy tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora