19. "¿Qué clase de pregunta es esa?"

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Bajé las escaleras lentamente para encontrarme a María hablando con Harry. Intentaba demorar el momento de tener que marcharme con él, sabiendo que me quedaría a solas y sin posibilidad de ayuda.

Cuando llegué a la entrada, María se dio media vuelta para volver a sus tareas, pasando por mi lado.

-Buen trabajo. Una entrada impresionante. Estás guapísima. – Susurró.

Llevaba un pitillo negro ajustado, una camiseta roja agarrada al hombro y unos Loubotin negros con la suela roja (http://www.polyvore.com/believe_in_red/set?id=74598829 ). Me había dejado el pelo ondulado y llevaba los labios tan rojos como mi camiseta.

Me aguanté la necesidad de poner los ojos en blanco. En vez de eso, sólo me giré hacia ella, frunciendo el ceño. Si supiera que iba en contra de mi voluntad y que Harry me había obligado a arreglarme… No quería impresionarlo, quizá asustarlo.

Harry me miraba con la boca abierta. Sonreí y me acerqué a él. Puse un dedo debajo de su barbilla y presioné hacia arriba, volviéndosela a cerrar.

-¿Nos vamos o qué, ricitos? Me prometiste una cena deliciosa.

-Ese pantalón te hace un culo increíble. – Susurró. Que romántico.

Harry llevaba unos tejanos ajustados, una camisa de puntos y una americana con las mangas arriba que se ajustaba a sus músculos con cada movimiento que hacía.

Me llevó hasta el coche, poniendo una mano en la parte baja de la espalda. De repente la bajó, agarrando mis nalgas y dando un apretón. Me estremecí y le subí la mano rápido, haciendo que riera entre dientes. El trayecto fue corto.

-¿No tienes a tu panda de fanáticas esperándote, ricitos?

-Shhh, no hables muy alto, que todavía no han descubierto donde estoy. Raro. – Dijo tapándose con la mano y mirando alrededor entre los dedos.

Solté una risita. Salimos del coche y entramos al restaurante. No hizo falta que Harry diera su nombre, ya lo conocían. Debía ser un asiduo. Nos sentaron en una mesa apartada.

Era una pizzería italiana, elegante y acogedora. Nos dieron las cartas y nos dejaron tiempo para que pensáramos lo que queríamos. Miré la carta, fijándome en los precios. ¿Y si me pedía lo más caro de la carta? Invitaba Harry.

Mi móvil vibró en mi pantalón. Utilizando el menú como escudo, lo saqué y leí el mensaje.

“¿Todo bien? ¿Ha intentado algo? Recuerda no ceder en la primera cita.”

Mi mejor amiga me decía que tenía a Harry a mis pies. Yo decía que dejara las drogas. Puede ser que Harry quisiera algo conmigo… Un rollo de una noche. Si lo tenía detrás era porque lo rechazaba.

Antes de que pudiera contestar, Harry bajó mi muro de defensa, absorbiéndome con las dos esmeraldas que tenía por ojos. Escondí el móvil.

-¿Sabes qué vas a pedir? – Preguntó dejando salir su sonrisa con hoyuelos.

Asentí con la cabeza y, con un simple gesto, atrajo la atención del camarero. Pedimos  lo que queríamos y me disculpé para ir al baño.

Me miré en el espejo, suspirando. Una parte de mí quería intentar escapar. La otra, quedarse en el restaurante, a conocer la verdad tras el chico que tantas deseaban. Ganó la segunda. Básicamente, porque tenía el maldito vídeo.

Salí y Harry me sonrió. Volví a tomar asiento y di un pequeño trago a mi bebida.

-¿Te he dicho ya lo increíble que estás esta noche? – Lucía una sonrisa seductora.

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