Capítulo 6

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Sean

Salgo del hospital con la vergüenza consumiéndome. Si antes me sentía como un imbécil, ahora no tengo palabras para describirme. La he lastimado. Prácticamente la he llamado zorra en otras palabras ¿Cómo soy capaz de algo así? Ojala pudiera golpearme yo mismo. Soy un estúpido. Conduzco sin rumbo hasta que mi teléfono celular suena. Presiono las manos libres y contesto con voz apagada.

-¿Hola?

-Sean hijo

-¿Qué pasa padre?

-¿Por dónde vienes? –frunzo el ceño.

-¿De qué hablas? Voy a mi departamento – lo escucho soltar el aire deslucido.

-¿Has leído tus mensajes? –alzo una ceja sin entender aun.

-Pues, creo que no he visto mi teléfono hoy.

-Ya veo...te he enviado un mensaje Sean. Tenemos unas invitadas importantes en casa, necesito que te arregles lo antes posible y vengas.

-Oye papá, lo siento, pero estoy cansado y...

-Te necesito aquí jovencito, y no quiero negativas.

-¿Te recuerdo que soy mayor de edad? –suelto con enfado.

-¿Te recuerdo que soy tu padre y tienes que obedecer?- dice con voz autoritaria. Rio con socarronería. – mira Sean, no estoy de humor. Por favor ten la bondad de venir y comportarte como un hombre. Tengo que presentarte a alguien y hablarte de algunas actividades del hospital –resoplo resignado.

-Iré en una hora –cuelgo antes de recibir otra respuesta de su parte. ¿Acaso todo se ha puesto en mi contra y quieren joderme la vida? Pues si es así, lo están logrando a la perfección.

Llego a mi departamento, me doy una ducha rápida, como un bocadillo y salgo. En el camino coloco un poco de música para relajarme un poco más y tarareo mientras me adentro al tráfico de la noche en Madrid. Al llegar a la enorme casa de mi padre, estaciono en la redoma para que el mayordomo de mi padre y gran amigo de la familia estacione mi auto.

-Señor Mayer.

-Hola Carl ¿cómo te encuentras?

-Bien señor gracias –le aviento las llaves del Cadillac ELR, las toma en el aire sonríe y va a estacionarlo. Mis padres son personas de mucho dinero. Mi padre no nada más tiene el hospital psiquiátrico, sino que tiene una asociación de narcóticos anónimos y es socio de varios hospitales en Madrid. Mi madre es una abogada bastante reconocida, y yo...bueno, también tengo dinero, no tanto como ellos, pero cada vez voy creciendo. Hago lo que hago porque me gusta, no solo por beneficios económicos, debo admitir que me gusta mis lujos de vez en cuando ¿A quién no? Pero no soy avaricioso como lo es Lisa, mi hermana menor. Lisa es una chica de diecisiete años, que a su corta edad, ya ha hecho algunas series juveniles en la televisión. Acá el que es más humilde y sensato por así decirlo, soy yo. Elegí mi profesión porque amo ayudar a las personas, atenderlas y hacerlas sentir mejor.

Llevo un traje gris plomo con una camisa azul cielo bajo el saco y unos zapatos de vestir del mismo color del traje. He intentado peinar mi cabello rojizo oscuro (herencia de mi hermosa madre) pero he fracasado estrepitosamente. Es laceo con hondas suaves, por ello, con facilidad se despeina y no tiene remedio. Me he afeitado la barba y voy bien perfumado. Subo las escaleras de la mansión de mi padre hasta llegar a la entrada donde me recibe Tita, nuestra ama de llaves y niñera en su momento. Al verme sonríe con alegría y me da un fuerte abrazo que correspondo de inmediato.

-Tita ¿cómo estás?

-¡Ay hijo muy bien! estas muy guapo.

-Gracias Tita, tú también estas muy bien ¿Qué es lo que ha organizado el loco de mi padre? –Tita se echa a reír mirándome con cariño y me acompaña adentro.

Antes de Partir... Descubriendo a Alie (proximamente en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora