Capítulo 7

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Alicia

Dos días después de la discusión que tuve con Sean, no lo volví a ver. Tras las comidas en el comedor, estuvieron presentes todos sus compañeros menos él. Estaba molesta por lo que había dicho ¿Cómo se pudo atrever a decirme aquello? ¿Con que derecho? ¿Con qué argumentos? No entendía de donde diablos había sacado aquella locura ¿Coquetear, dejarme manosear, dejarme hablar al oído? No comprendía de qué me estaba hablando y mucho menos porqué se había alterado de aquel modo. Entendía que yo también había tenido algo de culpa. No tenía moral para decir que él no tenía derecho a reclamarle, porque yo lo hice. Pero jamás lo ofendí de esa manera. Yo tenía razón ¡Su manera de tratarme varia de un segundo a otro! En un momento está tratándome con dulzura y en otro ni me mira ¡Estuvo a punto de besarme y luego desaparece! ¡Ni si quiera me ha buscado para dar una explicación! No era justo, no era justo ser tratada de esa manera. Sean me decepciona, lo hace porque pensé que él era diferente, que no era igual a todos. Pero me equivoqué...

-¿Alicia?

-¿sí? –mi vista se posa en Cintia, que desde hace algunos días ha estado bastante apegada a mí, tanto así que en mi impulso de molestia, le he contado algo de lo que ha pasado entre Sean y yo. La chica gritó con emoción y casi lo publica en los diarios de Madrid. He tenido que controlarla para que callara y no nos metiera en un lío a Sean y a mí.

-¿Sigues pensando en él? –su semblante es de preocupación. Sabe que me está afectando más de lo que aparento. Me encojo de hombros y miro al hombre que está en el centro del salón hablando sobre las oportunidades que nos da la vida.

-No puedo sacarlo de mi mente –confieso mirando mis manos mientras jugueteo con ellas. Cintia posa su mano derecha en mi hombro y da un apretón liviano.

-Debes tratar de pensar en otra cosa. Sé que te ha dolido lo que ha dicho, pero mira el lado positivo –arrugo el ceño y deposito mi mirada en su rostro – si él se ha puesto de ese modo solo significa una cosa.

-No entiendo...-niego con la cabeza.

-¡Le gustas! –dice soltando un chillido haciendo que toda la sala nos mire. Miro al terapeuta sonrojándome y dando un leve pellizco en el brazo de mi amiga por su imprudencia.

-¿Algo que compartir chicas?-dice el hombre con una sonrisa en su boca.

-¡Oh, no, no! Solo...estamos diciendo lo mucho que nos gusta estas terapias-dice Cintia excusándonos. Suelto una risilla por lo bajo.

-¡Eso es fantástico! Fíjense chicos lo que es tener mente positiva – exclama el hombre entusiasmado mientras sigue parloteando. Alex nos mira con una ceja enarcada, sabe perfectamente que es mentira lo que ha dicho Cintia.

-Le gustas, eso es lo que significa- susurra esta vez hablando entre dientes para que el terapeuta no se dé cuenta.

-Estás loca, eso es imposible –Sus ojos van a mí y sube una ceja con sarcasmo.

-No puedes ser tan tonta –abro la boca ofendida –Mira, él te ha tratado lindo, me dices que cuando vinieron tus amigos, él estuvo mirándolos con semblante serio ¿No es así? –Asiento- entonces, el otro día cuando Alex estaba hablando contigo, también tomó una actitud extraña. Lo he visto con mis propios ojos ¿No es cierto? –sospeso lo que dice y vuelvo a asentir recordado el día de la discusión – y más tarde, discutieron y él te sacó eso. Muy molesto. Solo hay una respuesta lógica ¡Estaba celoso! ¡Le gustas! Ay por dios, que historia de amor tan hermosa. El enfermero se enamora de la chica loca –exclama tomándose de las manos y mirando al techo de la habitación con la mirada ilusionada. Suelto una carcajada silenciosa y niego con la cabeza antes de prestar atención a lo que dice el hombre.

Antes de Partir... Descubriendo a Alie (proximamente en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora