Grey, para el recuerdo.

3.9K 218 11
                                    


Tenía un baso con wiski entre mis manos mientras estaba sentado en uno de los taburetes de un bar del mundillo, a la vez que pensaba en que tenía mi vida en casa hecha un pequeño lio Phoebe y Theodore ya no me dejaban estar con Ana y ella pasaba cada vez más tiempo en GP, sin contar que nuestras vacaciones pasaron entre "los niños quieren ir" o "termino este manuscrito y listo".

Levantando mi vista volví a recorrer el bar con mi mirada, llevaba unas cuantas semanas visitando uno en algún momento del día para despejarme y en os únicos que había logrado tomar un trago sin que alguna mujer se me acercara por algún propósito era este, aunque no esperaba que yo me quedase mirando a una rubia que se mantenía casi en las mismas condiciones que yo, con un trago entre unos delicados dedos blancos, la recorrí por completo notando el pegado vestido que contorneaba su cuerpo dejando descubierta la espalda a la vez que dejaba al descubierto su muslo izquierdo desde casi el comienzo de este; y aquel era combinado por un par de tacones de plataforma negros de cuero, y joyería de plata por lo que notaba y todo resaltando con una cabellera rubia larga que se mantenía algo recogida en un moño medio suelto mis ojos pasearon por ella un par de veces antes de dar por terminado mi trago para largarme casa.

Salí directo de una junta al bar, algo que jamás había hecho pero el estrés me estaba por superar, anoche me había quedado con los niños mientras Ana se iba a un viaje de un par de días por GP; con la corbata de mi traje algo suelta y el saco desabotonado me adentre entre las puertas del exclusivo bar para ir directo a la barra pidiendo mi trago, me sentía más que cabreado cuando la imagen de una de mis sumisas siendo castigada cruzo por mi mente; con la piel sonrojada por los azotes, recordaba sus quejidos contenidos y el sonido del látigo cortando el aire y lo extrañe, como había cambiado mi vida en estos años, si bien con Ana hacíamos lo mismo no se comparaba con un buen castigo a la hora de que me desobedecieran, pero debía resignarme. Tomando el resto del licor ambarino de un trago pedí el segundo, el tercero y el cuarto seguidos antes de mirar a mi alrededor y era lo mismo, taburetes en una barra de diseñador decorada y limpia al nivel de un bar con derecho de admisión, al igual que las mesas bien organizas y la mesa de pool que se encontraba cerca del fondo del bar para quienes desearan entretenerse, o más bien para ella, quien ahora acomodaba la bolas sobre el paño para luego alejarse y pegarle con el taco a la bola blanca, pero en fin todo a raya.

En mi 8vo baso la vi junto a mi pidiendo su trago y sentándose para disfrutarlo
-buenas noches señor- dijo en un asentimiento antes de dar el primer sorbo y sentarse en el taburete de en junto
*bien el protocolo lo sigue al menos* pensé antes de responder el saludo y preguntar sobre ella; y así paso la noche entre uno que otro trago y una conversación amena al igual que me entere que ella era una periodista con un exitoso camino ya formado, y una sumisa que se encontraba saliendo de su periodo más largo con un dominante, y por alguna razón yo no mencione ni a mis dos hijos ni a Ana cuando ella propuso entrar a una de las estancias privadas.

sus rodillas impactaron como un plomo contra el suelo de madera de la estancia; y su piel inmaculadamente blanca me atrajo aún más a querer castigarla, con su espalda recta rodillas algo separadas y mirada en el piso le di una pequeña sonrisa antes de recoger la ropa que ella había dejado afuera de la estancia para doblarla y dejarla en uno de las gavetas antes de comenzar a desvestirme yo hasta quedar solo en el pantalón de tela que llevaba, sin cinturón y con el botón y cierre abiertos.

Con un suspiro alongué un poco mi cuello antes de dirigirme a ella -levántate, de espaldas a mí- ordené

Mis pies descalzos disfrutaban del contacto con las diferentes superficies del piso mientras me movía hasta el armario de fustas del cual tomé una de cuero corta para volver donde ella, sentía sus glúteos apoyados contra mi pelvis cuando comencé a repasar su cuerpo con mi fusta la que remplazaba con mi mano cuando le daba algún picoteo seguido; la recorrí de pies a cabeza antes de ordenarle ir a uno de los bancos. Con los brazos y manos inmovilizados y fijados tenia expuesta su espalda para mí, mientras que sus piernas una amarrada a cada lado del taburete me dejaban a disposición su trasero, y la cara interna y externa de sus muslos, separe su cabello en dos dejándolo caer por los lados de su cuello antes de ir por el flogger de cuero que mantenía en varias de sus puntas unas cuentas de cristal.

-será rojo- ordene guiándome por algo no tan rebuscado en caso de que fuese demasiado -y son diez y ocho, contaras cada uno en voz alta y no quiero oír ningún quejido- ordene antes de comenzar con los azotes pero a los ocho me detuve en seco para ponerme un preservativo y penetrarla lo más duro que podía, rozando con saña sus glúteos y la espalda enrojecida por los golpes, moví mi pelvis duro hasta que ella acabo y luego yo para salir de su interior y quitar el condón siguiendo con los azotes hasta completar desde uno estos diez y ocho.


y así comenzaba mi nueva sumisa..

La venganza de Anastasia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora