10. Tú no eres él.

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Te parecerá raro, pero he intentado abrirme cada una de las heridas que hiciste en mi piel, por aquello de que si las dejas sangrar se curan antes, pero no ha funcionado.

Tú no eres él, no me aniquilas las mariposas del estómago con falsos defectos que sé de sobra que no tengo. Tú nunca serás él, no harás alarde de una autodestrucción sabida por todos gracias a lo que muchos llaman complejos, y él lo llamaba "ser mejor que los demás". No le llegarás a la suela por mucho que quieras, porque él me hacía bailar entre el suelo desquebrajado de un manicomio y tú, lo máximo que haces es darme la razón a todo lo que digo aunque sean locuras.

"Me has roto los esquemas" me decías, y yo te contestaba que estaban debajo de la mesa, porque encima... Encima solo estaba él. Dejó una operación de corazón abierto a medias, para ver si así podía sacar las mariposas de mi interior, pero lo único que ha conseguido ha sido que lo que yo pueda hacer por mi misma sea echar sal en la herida abierta, o tequila en una noche de luna con gatos.

Vagamos a la luz de los recuerdos rotos en un contenedor de reciclaje de vidrio, porque, en los cristales, la luz del sol refleja tanto que te puede llegar a quemar la vida si te dejas, o a cortártela.

Deja de apagarme la luz cuando amanece, eso no es de ser un niño bueno. En el sótano frío de aquellos cálidos abrazos siempre hay sitio para una decepción más, pero mis ángeles saben perdonar muy bien. ¿Acaso no te das cuenta?

He intentado pintar el cielo con tus colores favoritos, pero cuando acabé me dijiste que iba a llover, y hubo tormenta esa noche. Yo te esperaba con las piernas abiertas, tú con las ilusiones cerradas, yo esperaba de ti un polvo de esos que hacían que hubiera un seísmo nivel 7,6, en cambio, tú esperabas que yo cambiara toda mi vida por alguien que no me quiere en la suya.

Te pedí que me hicieras una foto junto al reloj de la Puerta del Sol, pero me dijiste que no podías ver los minutos pasar, y yo no entendí nada, hasta que llegó la hora pu(n)ta, donde pasamos de ser un (no)s(otros) a ser tú y la hundida de mi.

Ahora todo está bien, hablamos como amigos que quedan de vez en cuando para tomarse un café, hablan por mensajes infinitos de WhatsApp, pero lo que tú no sabes es que uno de los dos le está echando sal a las ilusiones, para convertirlas en algo amargo, prohibido, para que no dañen al corazón, digo.

Prométeme que, cuando te canses de intentar encontrar el amor verdadero en personas que no te merecen, y que cuando yo esté feliz, sin ningún tipo de recuerdo en el que salgas tú, prométeme que no volverás para desordenarme la vida con falsas promesas que ni tú te crees. Mientras ese día llega, yo seguiré buscando otra persona que sea igual a ti, aunque no la encuentre.

Bienvenidos a la República Independiente de mi desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora