Bienvenidos a la República Independiente de mi desastre

13. Te habré superado.

Cuando veas un atisbo de descuido en mi mirada,
preocúpate.

Cuando no solloce más tu nombre entre las lágrimas del recuerdo,
sospecha.

Cuando notes que algo falta en tu vida, y estés incompleto,
desvélate.

No te habré perdido, me habré ganado.

En el momento que mire a otra persona como te miraba a ti, sin ser nada,
desconsuélate.

Esta loca habrá cortado las cuerdas que la unen a ti, y dormirá feliz.

No me doy cuenta que lo mejor que hay ahí fuera para mi, soy yo misma,
e intento aceptarme.

Anulas mis sentidos, pero aumentas mis latidos, cuando me tocas, digo.

Llenar el vaso de mentiras y falsas promesas hizo que explotara, y todos los cristales desangraron poemas como este, en busca de consuelo.

Mira, vamos a hacer un trato, tú haces cómo si yo no existiera, y yo finjo que ya no me importa cuando besas a otra.

Ponerse cuerpo a tierra resulta difícil cuando yo, lo único que quiero es ponerme cuerpo contra cuerpo, contigo.

Cubrir los ataques de pánico que me dan cuando conoces a una chica nueva que será mejor que yo, eso sí es una tarea difícil.

Y es que yo buscaba una persona que no le importara perderse en el paraíso de mi locura, que fuera el psicólogo de mis demonios, no que me encerrara en un manicomio con paredes acolchadas, por eso de amortiguar tus rechazos a sangre fría.

Cometí el error de sepultar a los demás, cuando la peor piedra en el camino eres tú.

Estás perdiendo a la persona que se perdería por ti, que se desvive por hacer de tus domingos, el mejor día del fin de semana y de tus lunes, un nuevo y bonito comienzo.

Me echarás de menos cuando deje de acariciarte la palma de la mano, que ya me la conozco como sí fuera la mía. Echarás de menos mis cartas de tres folios diciéndote que eres tonto, pero mi tonto.

Echarás de menos tantas cosas de mí que, ahora, no eres capaz de ver, pero que no serás capaz de vivir sin ellas, pero para entonces, te habré superado.