»Butterfly« [Park Jimin; BTS]

I

Estaba corriendo por toda la casa, desesperada, con unas ojeras terribles y un pedazo de pan en la boca. Metí todos los libros que encontré en mi mochila; me vi al espejo. Pero qué desastre de persona, me dije a mí misma.

—¿Qué no te vas a peinar? — dijo Yoongi tallándose los ojos por el sueño - estás terrible, vas a espantar a todos.

—Me importa una mierda, si no voy a ir a impresionar a nadie — dije con la boca aún llena de pan.

—Mínimo lávate los dientes — rió.

—Ni siquiera hay pasta. Tú y yo estamos hechos un maldito desastre. Compraré regresando. ¿Tienes chicles por ahí? — dije apresurada.

—Sí, están en el bolsillo de mi pantalón.

—Gracias — terminé con el pan, los busqué y casi me aventé 3 a la boca.

—Pero no te dije que te daba.

—Pero me lo paso por la v-

—Sí, sí, calla, coño — reí.

—Ya está, todo listo. Regreso al rato, saca a pasear a tu pez y todo lo que quieras, si me va bien nos vamos a comer. ¡Adiós! — cuando me di cuenta, ya estaba azotando la puerta de la entrada.

No corrí, porque mi pierna seguía lastimada de un accidente automovilístico que habíamos tenido meses atrás, pero troté como pude, pasándome altos, esquivando coches y tomando atajos. Eran las 7:21 am, mi clase empezaba a las 7:10.
Me reí de mí misma. Siempre llegaba tarde a todos lados.

Al llegar a la entrada del colegio, había al menos 2 tipos más llegando tarde, como yo. Me sentí especial, era de las pocas. Ya saben, única y diferente.
Las puertas estaban cerradas por dentro. Los 3 volteamos a vernos, desorientados.

—¿Y ahora qué? — preguntó uno de ellos, ambos eran altos, y ambos eran rubios. Pero rubios oxigenados, porque eso no se les veía natural.

—Pues, vámonos, ¿no? Supongo que no nos dejarán entrar — rubio número dos dio unos pasos hacia atrás.

Los dos se iban juntos, como dados por vencidos, pero yo me quedé ahí con toda la esperanza. Cuando los dos habían avanzado ya bastante, abrieron las puertas.

—Hola, ¿aquellos dos estudian aquí también? — me preguntó una señorita con uniforme, señalando a los patitos.

—S-sí, pensaron que ya no abrirían y se marcharon. ¿Les hablo? — como si les conociera. La señorita asintió — ¡Hey, ustedes! ¡Blondies!

Ambos voltearon al instante. Al ver a la señorita se dirigieron no tan rápidamente hacia la puerta.

—Entren los 3, por favor. Y síganme.

Los tres nos volvimos a mirar, como preguntándonos si debíamos seguirla o no. Cuando oímos que la señorita se aclaró la garganta, la seguimos.

Íbamos caminando juntos, en hilera, como los 3 mosqueteros. Yo iba en medio de los dos, parecían mis guardaespaldas, eran altísimos, el problema es que enseguida se les veían las caras de imbéciles.
Por cada salón que pasábamos, yo miraba hacia adentro, inspeccionando si Sohyun estaba ahí. Ella era mi mejor amiga, pero no la encontré jamás.
Iba tan distraída buscando que tropecé y casi azoto como res contra el piso, pero uno de los rubios me tomó por la cintura y el hombro. Me solté algo rápido.

—¿Qué pasa? ¿Se te movió el piso? — rió, pero su sonrisa se borró enseguida que vio que su chistesito no me causó ninguna gracia — Ahm, me llamo Jin, es un gusto.