Capítulo 4.

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Scott:
Me asee y preparé para salir, la hora anterior habíamos estado al pendiente de Emma mientras conversábamos y la poníamos al día, y, al final, accedimos a que nos acompañará a la convención, ya que, por lo sucedido, no habíamos podido ir. Aunque después de todo, la seguimos cuidando a lo largo del día, además nadie más que yo había notado la tristeza de Emma, y no saber el motivo me inquietaba un poco.
Comencé a dirigirme al punto de encuentro, es decir, la entrada de la convención, ahí encontré a las tres chicas conversando, Emma traía la misma ropa, mientras que Sakura y Gumi se cambiaron el uniforme. Sakura ahora llevaba una blusa rosa pastel con el hombro descubierto, un pantalón de mezclilla y unos tenis del mismo color que la blusa, y Gumi llevaba una blusa color verde aqua claro con toques dorados y crema, una bolsa color crema, un pantalón negro y unos zapatos bajos del mismo color de la blusa.
– ¡Hola! – me saludó alegre Gumi al percatarse que había llegado, haciendo así que Emma y Sakura también se dieran cuenta.
– ¡Hola! – correspondí el saludo para terminar de recorrer la distancia que quedaba y colocarme entre Gumi y Sakura – ¿Vamos?
Las tres asintieron y comenzamos a caminar, pero, casi al instante, Gumi y Emma comenzaron a ver a su alrededor, queriendo todo, y finalmente corriendo a las tiendas, haciendo que las perderíamos de vista debido a la gente en el lugar, Sakura entonces corrió tras ellas. Yo, por otro lado, caminé tranquilamente en la misma dirección que ellas, observando todo alrededor.
Tardé varios minutos en encontrar a Sakura, su mirada iba de un lado a otro, al parecer siguiendo a alguien, seguí su mirada para finalmente ver a Emma, yendo de un lado a otro, cada vez cargando más y más cosas, hasta que apareció con una pila de libros encima dirigiéndose a mí.
– ¿Qué haces? – pregunté a la vez que me quitaba de su camino.
– Compro libros, necesito libros, ¿sabes cuanto llevo sin leer? – contestó rápidamente Emma.
– ¿Un año? – dije dudoso.
– ¡Un año! – replicó – nunca había pasado tanto tiempo sin leer, me voy a volver loca si no leo.
Reí por lo bajo y dirigí mi atención a Sakura, la cual, en algún momento había comenzado a regañar a Gumi por alguna razón desconocida para mí, aunque no tardó mucho en suspirar, resignarse a dejarlo así y acercarse a nosotros junto con Gumi.
– ¿Y si vamos a comer? – propuso Sakura cambiando de tema.
Los tres asentimos, y, después de ayudar a Emma a llevar todas sus cosas a una habitación desconocida para mí, fuimos a la sección de comidas. Ordenamos y comimos, después Gumi y Sakura comenzaron a hablar y Emma sacó un libro que había traído de los tantos que compró para comenzar a leer. La observé unos momentos y recordé la tristeza de hace unas horas, estaba a punto de preguntar, cuando Sakura habló.
– ¡Cierto! Oye Emma – le habló la pelirroja con emoción, pero Emma solo movió la cabeza en señal de que la escuchaba –Te quiero preguntar algo.
– ¿Qué cosa? – dijo un tanto indiferente sin apartar la vista del libro.
– ¡Pero ponme atención! – Sakura replicó con tono infantil, a lo que Emma rodó los ojos y la miró – quiero ver si tus respuestas han cambiado – explicó mientras sacaba un cuaderno decorado.
– ¡¿Sigues teniendo ese cuaderno?! – preguntó sorprendida Emma, exaltando a Gumi a su lado.
– Sip – contestó alegre Sakura a la vez que abría el cuaderno – Y quiero ver si tus respuestas han cambiado.
Emma suspiró en respuesta para luego asentir y que Sakura le comenzará a hacer preguntas sin parar y a toda prisa mientras Gumi y yo la observábamos atónitos sin comprender del todo lo que decía, después paró de hablar y miró con atención a Emma, Gumi y yo seguimos su mirada. Emma se quedó callada unos segundos para luego contestar cada una de las preguntas que Sakura había dicho en el mismo orden y velocidad que Sakura, sin omitir ni una sola.
– Bien, bien – dijo Sakura, sacandome de mi ensimismamiento – solo falta una pregunta sin respuesta...
De nuevo, las miradas se posaron en Emma, pero esta vez todas sabían la razón y yo no. Noté la tensión causada por la razón de sus miradas, y un poco de la tristeza de Emma volvió.
– Sigo pensando lo mismo de ese tema – contestó ella, un tanto cabizbaja – agradezco que no preguntaras en voz alta – sonrió levemente a Sakura, dando por acabada su respuesta y dejándome totalmente confundido.
Miré a todas alrededor, todas cabizbajas, no quería preguntar el porqué, pero la curiosidad me mataba, si alguien no hablaba pronto preguntaría, sobretodo ahora que comenzaba a sospechar que la tristeza de Emma ahora, y la de hace unas horas era la misma.
– Creo que... ya es suficiente descanso, hay que ir a seguir disfrutando de la convención, ¿no? – rompió el silencio Emma, y todos asentimos en silencio como respuesta.

Exploramos un rato más la convención, hablando de varios temas, comprando varias cosas, quejándonos de los precios (excepto Emma), hasta que decidimos salir y nos dirigimos a un parque cercano, era bastante grande y bonito, lleno de todo tipo de árboles y apuesto a que en primavera se vería muy bien con los cerezos floreciendo.
Paseamos, viendo los alrededores y conversando, hasta que Emma se sentó en la banca más cercana y bostezo exageradamente, nos acercamos a ella y Sakura cruzó los brazos, mirándola con desaprobación.
– ¿Qué? Estoy cansada – replicó Emma, apartando la vista.
– La verdad, yo también – dijo Gumi a la vez que se sentaba al lado de la castaña.
– ¡Pero ni siquiera hemos recorrido la mitad del parque! – se quejó Sakura, enseguida, la miré sorprendido.
– ¡¿Qué?! ¡¿En serio?! – pregunté incrédulo a la vez que me sentaba junto con Emma y Gumi.
– Ahora recuerdo porque no solía venir aquí – comentó Emma, acomodándose en el respaldo de la incómoda banca.
– Te entiendo, yo tampoco vendría si viviera aquí – le dí la razón a la vez que veía a mi alrededor.
– Espera, ¿no vives aquí? – curioseó ella, a lo que yo negué.
– Entonces ¿dónde vives?– Madrid – contesté simplemente.
– ¡Yo siempre quise vivir ahí! – dijo Emma emocionada.
– Yo vivo ahí – le informó Sakura.
– Y yo vivo con ella – completó Gumi.
– Entonces, me quede sola... a menos que viva también allá... ¡Sí! ¡Me mudaré! – decidió Emma con emoción a lo que Sakura y Gumi la miraron con ilusión.
– ¡Bien! ¿Que tal si para conmemorarlo tomamos una foto? – propuso sonriente Sakura.
– ¡Sí! – gritó Gumi como apoyo y ambas se dirigieron juntas a una fuente cercana.
Suspiré y me levanté, estaba a punto de caminar en su misma dirección, cuando noté que Emma seguía sentada, la miré, esperando a que dijera algo.
– No me mires así... no me gustan las fotos – aclaró Emma mientras se cruzaba de brazos.
– ¿Y tu crees que a mi sí? – ella me miró durante unos segundos – pero sabes que si no vamos ella insistirá hasta que aceptemos.
Emma se quedó en silencio unos segundos para después suspirar y levantarse, dando a entender que se había resignado. Ambos nos dirigimos a la fuente donde se encontraban Sakura y Gumi y, finalmente, tomamos la foto.  

Una vida normal [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora