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Gabriel una vez más había tirado de sus cadenas, un gruñido salió de su garganta, su mirada cayó al suelo, sus cabellos tapaban su rostro, el metal de las cadenas empezaban a hacerles heridas en sus fuertes manos, gruño y miro hacia la puerta de la celda, uno de sus hombres lo contemplaba sin expresión alguna, Gabriel sonrió, quizá empezaba a volverse loco puesto que había tenido el loco pensamiento que ese lobo le ayudaría; rió con fuerza al ver que este le daba su espalda, todos pasaban como si nada mientras el seguía riendo, mientras seguía haciendo lo una lagrima se derramó de su ojo izquierdo, y muchas más la siguieron, estaba desesperado, quería estar con su familia, con su esposa, sus dos hijos y el próximo bebé que tanto anhelaba, su imagen era patética, jamás pensó que seria derrotado, que sus hombres le harían esto, sin embargo él sabía que ellos no tenían nada de culpa.

La celda fue abierta, Gabriel miro a su visitante, traía capucha, pensó que lo torturarian, pero sus ojos incrédulos aun no podían creer quien estaba frente a sus ojos cuando aquel individuo sacó su capucha para mostrar su rostro

Por otro lado Samuel y Clarissa dormían en el castillo, ambos se abrazaban mientras su madre atendía a su amado Henry con la poca cena que servía, Adelay una vez más se encontraba en sus aposentos, pensaba en toda la tragedia que estaba viviendo, en sus nietos que eran mates, en su pequeña Maddie, en Gabriel y en su amado vampiro todas las cosas habían pasado de una manera tan rápida, pensó en los días mas gloriosos de William, aquel guerrero que estaba enamorado de su pequeña, pensó en el lobo que lo mató, en la sed de venganza que este tenia, en los vampiros que intentaban de muchas formas entrar al castillo, a los cuales había matado con facilidad el demonio, eran pocos los que luchaban contra esas cosas, todo había estado tranquilo, pero todo se había convertido en un caos que ella no podía parar al ser una simple humana. Garry el líder de los demonios, miró por la ventana, todo estaba pacífico, eran pocos vampiros transformados que se podían visualizar, Adelay bajaba y miro a el individuo asomado en la ventana

-Ten cuidado, puede que se te aparezca uno y te transforme
El demonio volteo a ver a la mujer y asintió, paso por la sala y esta vez sus ojos se pegaron en Sabina, la mujer que comía unas pocas frutas que quedaban en la cocina

-quizá deba de conseguir comida para ustedes
El demonio se ofreció, el podía mantenerse por un buen tiempo, los demonios no comían como los humanos, ellos se alimentaban de sangre y de almas, hace mucho que no se alimentaba, pero no podía tomar nada de estos humanos, Máx y Gabriel lo matarían si lo hacía, no espero respuesta y tomo el mismo camino que Thomas y los demás al salir de este lugar

Muchas veces Danielle se pregunto como sería tener un mate, pero últimamente se preguntaba como seria si su hermano no fuese su mate, seguro que el estaría con un montón de chicas de la aldea, eso le molesto, el no debía de hacer eso, él solo era de ella, sus castaños ojos la miraron, e estaba retrasando, suspiro y tomo la mano de su hermano, este le sorprendió sin embargo, la acepto gustosamente

-¿Como será cuando nuestros padres se enteren? ¿tu crees que lo aceptaran? - Thomas no supo que decir, conocí a a su padre y sabia que no dejaría que nada entre ellos pasara y su madre, tal vez lo llegase a comprender pero no sabría decir con exactitud

- no lo sé Danielle, pero seguro que nosotros lucharemos para que lo nuestro suceda
La joven dudo, sabía que amaba a Thomas y que él la amaba a ella, pero no estaba segura que aquello pasara, sabía que si sus padres no estaba de acuerdo, ella aceptaría su decisión y no haría nada por aquel amor.

Almas descontroladasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora