Capítulo 7

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La verdad, dejé de escuchar a la mitad de la charla. Estábamos todos los de la incursión de ayer excepto Rocky y Moonbin parados en frente de la mesa del director mientras este nos echaba la bronca. Desvié la mirada del suelo y pude ver como los otros chicos excepto Sanha, quien probablemente era el más asustado, también estaban distraídos. JinJin seguía a una mosca con los ojos, la cual terminó posándose en la calva del maestro por suerte para él, ya que así no parecía que lo estuviera ignorando. Por otro lado, MJ alzaba la cabeza sin ni siquiera disimular, intentando ver lo que había escrito en los reportes que había sobre el escritorio.

-Estaréis expulsados una semana y se avisará a vuestros padres o tutores, si se vuelve a repetir algo así la expulsión será permanente. Espero que os toméis este tiempo para reflexionar sobre lo que habeis echo y os propongáis a mejorar vuestra actitud. -Fue lo último que dijo el director- Podéis iros.

-¿Y Rocky? -Se atrevió a preguntar el pelirrojo.

-Tal y como debe ser, Minhyuk sufrirá las consecuencias de todo lo que ha hecho.

Sin querer decir nada más salimos uno a uno de la oficina y, apoyado en la pared al lado de la puerta, nos encontramos a Eunwoo.

MJ lo miró con asco y siguió andando seguido por JinJin y Sanha. Yo, por otra parte, me paré un segundo para hablar con él.

-¿Por qué no le has dicho nada sobre Moonbin? -Al parecer la pregunta le pilló desprevenido porque enseguida apartó la mirada y tardó un poco en responder.

-No es asunto tuyo -Tenía razón, pero aun así quería saber la respuesta. Sin embargo, antes de que pudiera seguir insistiendo se separó de la pared y entró en la oficina, probablemente a hacer cosas de representante de la clase. Con un suspiro empecé a caminar fuera de ahí en busca de los chicos, fuimos a las que serían nuestras tres últimas clases hasta dentro de una semana y durante el camino a casa nos despedimos tristemente.

-Podemos quedar algún día de estos -Propuso MJ- Si no nos castigan de por vida, claro.

Todos aceptamos un poco deprimidos y nos fuimos cada uno por nuestro camino. Al llegar a casa, por primera vez desde que me había mudado ahí, mi abuela me esperaba en el recibidor.

-¿Es cierto lo que me ha dicho el director de tu instituto? ¿Os colasteis en la escuela para intentar robar un expediente? -Más que enfadada parecía dolida y decepcionada, cosa que aún me hacía sentir peor.

Asentí sin poder mirarle a la cara y apreté los puños con fuerza.

-Lo hice para ayudar a un amigo abuela, lo siento... -Dije mordiéndome los labios.

-¿De verdad? -Dijo un poco más aliviada- Entonces puedo entenderlo un poco, pero espero que la próxima vez tengáis más cuidado y uséis mejor la cabeza.

-¿Se lo has dicho a papá? -Le pregunté insegura mientras entrábamos hasta el salón.

-No, tranquila. No le diré nada a no ser que se repita -Sonrió traviesa. Era obvio que castigarme no era lo suyo. Nos sentamos en el salón y por lo visto hoy era un día de nuevas experiencias, porque por primera vez desde que vivía con ella le hablé sobre cómo me iba el instituto. Le conté un poco de todos mis amigos, obviamente evadiendo detalles sobre la maldición y las cosas que habían hecho en el pasado.

-¿Y no tienes ninguna amiga? -Se rió un poco y le dio otro sorbo al té.

-Solo hablo con las chicas de vez en cuando... -Confesé un poco avergonzada. Era cierto, aunque no recordaba ni el nombre de la mayoría de chicas de mi clase. Iba seguir explicándole algo cuando sonó el timbre. Abrí los ojos como platos y miré enseguida el reloj; ya eran las cinco y media, mierda.

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