-Perdona.- dijo mi primo. Lisa soltó un suspiro, pero asintió y se besaron. La siguiente semana fue bastante larga, llena de los últimos exámenes. En la última hora del curso nadie estaba en su sitio. Todo el mundo se despedía y hablaban de quedar en las vacaciones. Yo no tenía planes. Ya no.
-Habrá que organizar algo estos días, no?- preguntó Peter. Mis amigos se acercaron.
-Claro. Eh Adam, tu te vas a algún lado?
-Creo que no.- contesté.
-Guay.
De repente comenzaron la cuenta atrás hasta que el timbre sonó. Gritaron mientras agarraban las cosas y salieron por la puerta. Ayúdame a volver. Pensé. No te preocupes Angie, te buscaré.
A la cena asistieron la mayoría de la clase, menos alguno que no podía o que ya se iba de viaje. Llevé una camisa blanca, unos vaqueros y unos tenis. Me sorprendió el echo de que todos se habían arreglado un poco, tanto ellos como ellas. El local a donde fuimos era muy moderno, lo abrieron el mes pasado y parecía coger bastante éxito. Además era barato y estaba bien situado. Pedimos varias tapas diferentes para compartir entre todos. Hacíamos bastante jaleo.
-Venga, juguemos a prueba o verdad. - propuso una chica. -Odd, cuantas novias has tenido?- le preguntó sonriendo. Llevaba semanas detrás de él, pero a mi amigo no le interesaba.
-¿Contando a tu madre? Cinco o así.
Muchos comenzaron a reír. La chica se puso colorada, pero parecía cabreada.
-Idiota.
-Christian, en cuántos exámenes has copiado en este curso?
-Uff, no se tío. Ya perdí la cuenta.
-Acabas antes si le preguntas en cuántos no lo hizo. - soltó Peter de repente. Las risas parecían no acabar nunca,menos la mía. Hacía tiempo que no me reía, y seguía sin hacerlo. Al fin y al cabo, algo en mi interior se había roto, y no sabía cómo repararlo. Echaba de menos sentirme vivo de todo, ese sentimiento de que el mundo se ha parado, no existen los problemas ni la tristeza. Solos ella y yo.
A mi también me cayó alguna pregunta, y a Edward lo mandaron comer un trozo de guindilla u aguantar sin beber nada. Al acabar, muchos nos dividimos. Algunos paseamos hasta llegar a un pub con la música a tope y oscuro. Nos sentamos en un sofá redondo con una mesa en el centro. Estaba bastante te lleno, sobretodo de jóvenes.
-Acabamos el curso tíos. Hemos llegado a Bachiller. - dijo Peter sonriendo con orgullo.
-Ya, no sé ni cómo habéis llegado hasta aquí. - bromeó Simon. Le cayeron bastantes collejas.
-Lo mismo podemos decir de ti, payaso.
-Propongo un brindis. -soltó Edward levantando su copa. Me estaré y cogí la mía. -Por llegar tan lejos sin dejar a nadie detrás.
-Gracias tíos. Por ayudarme.- dije sonriendo un poco.
-Para algo estamos.- y brindamos.
-Bueno, Simon.- dije al cabo de un rato.- ¿Cómo vas con el coche?- Mi amigo hacía tiempo se propuso ahorrar para comprarse uno, pero de ahorrador tenía poco... Todos se rieron menos él.
-Está en proceso.
Lo entendía en el fondo. Para intentar no gastar más de la cuenta solía llevar poco encima,menos cuando iba con Angie. Con ella me daba igual cuánto gastase por ella. Se lo merecía. O eso creía.La volví a invitar al cine,pero estaba vez sí como una cita. Compré una rosa por el camino y la esperé en la entrada. Me había arreglado un poco, incluso me peiné. Mis padres se me habían quedado mirando. No tardó en llegar. Solía ser bastante puntual. Sonrió al verme u se sonrojó un poco. Cuando estuve cerca le di la flor y la abracé. Lo había echado de menos. Luego nos buscamos y me dió las gracias. Podía repetir aquel momento una y otra vez.
-¿Se lo has contado a alguien?- le pregunté. Ella negó con la cabeza.
-¿Y tu?
-Tampoco.
Al principio llevamos la relación en secreto. No recuerdo el motivo. Pero si que no tardaron mucho en enterarse todos. Después de coger palomitas también entramos a la sala en donde echarían una comedia. Me pasé media película mirándola, observándome cómo sus ojos estaban clavados el la pantalla, sus labios sonriendo y el sonido de su risa. Cuando nuestras miradas se cruzaban, mi corazón latía con más fuerza.
-¿Qué tengo?-me preguntó, mirándome.
-Eres preciosa.
Me cogió de la mano, se inclinó hacia alante un juntó sus labios con los míos. No los separamos jasyan que las luces se encendieron de nuevo, dando señal de que la película había terminado. Al salir mi madre nos invitó a ambos a cenar. La agarraba de la mano por debajo de la mesa. Estábamos sentados nosotros dos en una mesa y mi madre se sentó en otra. Casi no comimos nada, pues nos habíamos zapado el bote entero de palomitas. Luego Angie nos acompañó hasta el coche.
-Gracias.- le dije.
-¿Por qué?
-Por hacerme feliz. - Me abrazo con fuerza.
-Hacerte feliz es lo único que quiero.
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Nunca dejé de quererte, Angie
RomanceAdam es un chico como cualquier otro. Su vida era normal hasta que en una fiesta se encuentra con Angie, una antigua amiga a la que no veía desde hacía años. Se enamora locamente de ella, pero un día desaparece sin dejar rastro alguno. ¿Acabará sabi...