Después de todas las aventuras extramadamente locas a lado de Chrome por fin podía observar claramente el alba de mis siguientes días, cada rayo de luz tenía un estandar de tres a diez años. Uno de los amaneceres era Franco, otro Frida y otro Lucas, sin embargo había uno que perduraba hasta el anochecer que era inseparable de mí como una pulga a un perro callejero con el que se le conocía como Helena, la protegida de Mefisto.
Los primeros días en el nuevo orfanato fueron increíbles para una amargada empedernida como yo. Cada uno junto un pedazo de mí hasta hacerme un rompecabezas de un metro con sesenta y cinco centimetros. Había olvidado la última vez que sonreí desde el alma. A pesar de que contaba con una habitación propia y los niños con la suya. Todos se amontonaban y hasta hacían fila para pedir mi permiso de quedarse en la habitación.
Desafortunadamente no todo era miel sobre hojuelas, teníamos nuevo orfanato, nuevos juguetes, peluches y todo, menos una protección de las veinticuatro horas. Era regular encontrarse demonios nocturnos y por el día y nuestro deber era proteger con la última gota de sangre a los pequeños. Ya comprendía cuál era la determinación fuerte por la que Chrome peleaba con sus últimas energías, el momento de heredar aquél objetivo como manto, llegó desde su misteriosa partida. Sin querer, ya habíamos atados lazos de unión unos con otros.
- ¿Mefisto?- Llamé mientras observaba dormir a Helena.
- ¿Qué?- Correspondió en voz baja.
- ¿Desde cuándo nació tu juramento por proteger a Helena?- Pregunté en suspiro.
- Desde el primer día que me vi atado a sus bellos ojos.
- ¿Por qué?
- Porque la amo y eso es pretexto suficiente para justificar mi protección, cariño y preocupación. Dudo que lo entiendas, las niñas de ahora estan más ocupadas con el movil y con cosas sosas que evitan ver las cosas claramente, ver lo esencial con el corazón.
- Mefisto, eso fue tan profundo.
- Es lo que diría una niña, alguien con los pies solo asintiría porque es verdad ¿Tú por qué sigues aquí?
- La soledad es bastante fría...
- No es posible, a ti te encanta el frío. Amas tener un nido de ropa encima ¿Qué te hizo cambiar de opinión tan repentinamente?
Suspiré con pesadez y encogiendo los hombres mientras asentía a Mefisto.- Mi vida se echó para atrás con la partida de mi prometido.
Entonces desperté los sentimientos de alguien olvidado. Intrigado por mi expresión el quizo seguir indagando sobre mi mente.- ¿Cómo era él?
- ¿Él? No era nadie especial, pero sin embargo era todo para mí. Al principio todo fue amor y y todo, hicimos muchas estupideces ambos pero porque nos amabamos lo suficiente para colgarnos de la confianza del otro. Nada atractivo, todo lo contrario, pero dentro de él había un taller de abrazos, una industria de besos y en sus manos maquinas de caricias.
- ¿Por qué acabo todo?
- Problemas, ambos eramos demasiado orgullosos y por encima de mí, él. A la hora de las peleas, era una fiera, nunca llegó a tocarme ninguna hebra de cabello pero aveces las palabras duelen más que una hoja bien afilada. Yo también le dije cosas feas e hice lo que el detesto de mí siempre, zanjar la platica sin más y dejarlo hablando solo. Ese día solo tomó sus maletas y se fue. No se llevó nada de valor, ni dinero o tampoco nada de mi pertenencia y aún así la casa se sentía vacía.
- Es una mala experiencia para tan cortos años.
- Lo sé.- Admití entre sollozos y Helena me tendió una servilleta para secar mis lagrimas.- Ahora cuentame de ti.
La vista del techo era maginifica, con tantas calcomanías florecentes y una pintura oscurecida por la opacidad de luz, la habitación se sentía encerrar al espacio en un pequeño espacio. Los pequeños ronquidos de los niños y el débil cuerpo de Helena entre mis piernas me tocó la fibra blanda y me trajo muchos recuerdos acompañada de un nuevo amigo.
- Como debes de saber, Damian y yo somos conocidos como los hijos de Lucifer, rey de las tinieblas y esas cosas. El día que a papá lo encerraron en uno de los pilares del corazón del infierno, por así decirlo, los encargados del infierno fuimos desterrados de nuestro propio hogar sin alguien que optara por nosotros. Papá no optaría por nosotros nunca pero una simple presencia puede cambiar el mundo de un recuerdo si el soñador quiere verlo. Primero llegué yo a la tierra de los vivos y luego de varios años, llegó Damian. Mientras que yo me dedique a fortalecerme, Damian perdía el tiempo con amistades mortales que no vivieron mucho tiempo. Era una cadena, Damian vivió cientos de años aquí entre los vivos, creció viendo la muerte y aislandose cada vez más, mientras que yo solo tuve pocas relaciones con humanos y las que tuve también pasaron por el proceso de la vida, lloré lo que tuve que llorar en sus funerales y deje que el tiempo siguiera, no hice nada para enmendar la muerte. Ahora llega Helena y sus latidos me conmueven más que una mujer locamente enamorada ¿Entiendes eso? Practicamente desde que la vi, suoe que debía protegerla ante todo.
- Incluso dentro de un frío y oscuro cascaron se puede encontrar bondad. Esto es de lo más revelador.- Murmuré con el vaho emergiendo de mis labios y disipandose en el ambiente.
- Me acabas de ver desnudo.- Espetó.
- Que asco, guacala. No me apetece ver pelotas hoy.
- ¡Idiota! No necesito estar sin ropa para que me veas desnudo.
- ¿A no?
- Claro, simplemente acabo de abrirme ante de ti sin temor de que me ataques. Mi corazón carente de magia se reveló en la anecdota menos importante. Mi vida.
- Cariño, no digas eso, ahora es de lo más importante para mí.
La ausencia de sonido gobernó entre nosotros. A pesar de no decir nada, nuestro silencio nos gritaba por todas partes. Ya no estaba con ceño fruncido, ahora en él se dibujaba una leve sonrisa que iluminba momentaneamente su fino rostro. Acomodó las hebras negras de cabello hacia atrás para descubrir su frente y quedar totalmente expuesto ante mí. En el corto tiempo de conocerlo, entre los pocos días de tratar con él, sus ojos no se encontraron en ningun momento con los míos hasta en esos segundos en los que mi corazón estaba por estallar de nervios.
- Gracias.- Irrumpió el congelado tiempo.- Eres importante para Helena, y Helena es importante para lo que te hace vital para mí como lo es el agua para el cuerpo.
- No, no, no.- Negué apenada y toda colorada.- Helena es un niña hermosa y sobre todo increíble, yo solo quiero cuidarla, en realidad la quiero.
- Entonces yo te quiero.
- Que barbaridades dices, Mefisto, no juegues con eso.
- Mis oidos quieren escucharte decirlo.
- Yo también te quiero.
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Lazos De Unión
AdventureViviendo en una era de una revolución tecnológica con él dictador «opresor»; este fragmento se desarrolla en torno a la vida de Chorme Roses quien es él molde del hijo de Lucifer (Damian Gray) y su lucha por salvar algo más que una típica vida de ad...