Apenas unos minutos después de amanecer en el frío desierto, ya que a esas horas siempre hace frío en estos parajes, aparecen en el horizonte los helicópteros que transportaban los caballos de México que, alertados el piloto y el copiloto de la imposibilidad y peligro de acercarse a los helicópteros estacionados en la zona, aterrizaron a unas dos millas del primer helicóptero localizado.
El comandante Smith comienza:
—Capitán, envíe un grupo para traer los caballos y otro grupo para traer de nuestros camiones, cuerdas y herramientas para quitarles las herraduras a los caballos y todos los objetos metálicos.
El capitán, por su parte, indica que el sargento Steven comenta que su padre tiene un rancho y que está acostumbrado a herrar caballos, por esto se ofrece para encargarse de quitar las herraduras de estos.
—Muy bien —le contesta el comandante.
—A sus órdenes mi comandante —le contesta el capitán, disponiéndose de inmediato a cumplir las órdenes.
Al cabo de una hora y media, cuando eran las siete y media de la mañana, demostrando una gran profesionalidad y rapidez en las tareas cada uno de los militares, estos tenían la nave perfectamente atada a los caballos formando dos filas de tres equinos para que tiraran de ella sin herraduras ni objetos metálicos, tal y como había ordenado el comandante. Entonces, este indicó que era el momento de tomar el almuerzo y que contaban para ello de 15 minutos. Al punto, apareció el soldado encargado de la cocina dispuesto a entregar un sándwich de bacón y una botella de agua a todos los allí presentes.
Pasados 18 minutos pregunta el capitán:
—¿Emprendemos la marcha mi comandante?
—Vamos —responde este, dando a continuación el capitán al teniente la orden de partida, al tiempo que los caballos empiezan a tirar lentamente de las cuerdas y hacen que la nave se deslice sin problema por la arena.
—James, envíe a dos hombres para comunicarle al general que nos dirigimos con la nave hacia Comstock con normalidad —indica el comandante.
—Sargento, coja a un soldado y diríjase rápidamente a nuestro helicóptero de apoyo y comunique al general que nos encaminamos a Comstock con normalidad —repone el capitán.
—A la orden mi capitán.
En el Pentágono, llega el general de su casa y se dirige a la sala de mando impaciente por si tenían pequeñas noticias, ya que de no ser de poca importancia se las habrían comunicado inmediatamente. Justo entonces, es interrumpido por Peter.
—Mi general, un café —dice al tiempo que se toma él otro.
—Sí Peter, gracias.
Y después de prepararle Peter el café, entran en la sala de mando donde se encontraba el coronel, tomando un café y un trozo de tarta de manzana. El general, al verle tan tranquilo, exclama en tono socarrón:
—Veo que no hay noticias coronel.
—No general, estamos a la espera. He solicitado a las autoridades de Comstock que nos busquen un hangar lo más alejado posible de la población y estoy esperando contestación, también he confeccionado una lista del material y los especialistas que tendríamos que enviar a la zona.
—Dime, ¿qué has pensado? —indaga el general.
—Un equipo de detección de radiaciones nucleares, otro de radiaciones electromagnéticas, otro de forenses para realizarle la autopsia a los cadáveres así como especialistas en informática, científicos expertos en virus y armas bacteriológicas, físicos, ingenieros de aeronáutica, un par de personas para tomar nota de todo, que serán nuestros observadores en la zona, y un equipo para filmar todo lo que ocurra.
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Tecnología Cero
Science Fiction[DISPONIBLE EN FÍSICO Y DIGITAL] En el cielo de los Estados Unidos es avistada una misteriosa nave alienígena que, tras ser abatida y caer en el desierto de México, mantiene en jaque e inoperativo a todo el ejército norteamericano. Pero paradójicam...