Stiles había sobrevivido a muchas cosas, un alfa con problemas de psicopatía, un Kanima que resultó ser Jackson, a una manada de alfas locos y a Kate, que bueno, era la mas loca y despiadada miembro de los Argent y con eso ya era suficiente problema...
Admito que en cuanto vi lo emocionado e hiperactivo que se había puesto el niño por la idea de ir al parque, me arrepentí un poco. Ya que si se me pierde en Nueva York voy a acabar mandando por el caño todo el progreso que había conseguido con Stiles, además de que probablemente la manada de mataría, pero eso me importaba menos que perder la confianza de Stiles.
Para mi suerte, Dylan era un niño realmente tranquilo. Cuando llegamos al parque me sorprendió ver que no se trataba de un parque para niños, sino de un parque de ejercicios.
Casi apenas y pisamos la arena que rodeaba al lugar, el niño soltó mi mano y salió corriendo hacia la máquina de patines. Comenzando a balancear los pies mientras se esforzaba porque sus manos no se soltaran, puesto que la altura no le daba para afianzarse bien al tubo superior.
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Nos quedamos un buen rato, yendo de máquina en máquina mientras el niño intentaba hacer lo mismo que yo hacía. Aunque a la mayoría de los aparatos ni siquiera llegaba a cogerlos, pero su entusiasmo y determinación compensaban su falta de altura.
Cuando Dylan se cansó, yo me puse a hacer lagartijas y él se sentó en mi espalda. Contando cuantas lagartijas hacía.
- Sesentaiocho... sesentainueve... ¿Qué sigue?
- Setenta.
- Eso, setenta... setentaiuno...
Me detuve cuando noté que un par de mujeres que pasaban se nos habían quedado mirando y una de ellas nos apuntaba con un móvil ¿Acaso nos estaban sacando fotos?
- ¿Conoces a esas dos chicas? -Me preguntó Dylan.- Creo que nos están filmando.
- No las conozco y si, nos están filmando.
- Es que somos adorables -Reí ante lo que dijo Dylan.- ¡Hola señoritas!
Las dos mujeres sonrieron mientras el niño en mi espalda les saludaba con la mano mientras sonreía ampliamente. Ambas le regresaron el saludo y luego continuaron con su camino.
- ¡Tienes un hermoso hijo! -Me gritó una de ellas.
- No es mi... -Quise responder, pero ya se habían alejado mucho.
Le pedí a Dylan que se bajara y él lo hizo, luego ambos nos sentamos en una de las bancas para descansar un poco. O más bien yo iba a descansar, el bodoque solo había estado haciéndome de peso.
El problema comenzó cuando noté que el niño estaba demasiado callado, ningún hijo de Stiles podía estar tan callado y ser eso algo natural. Dylan se me quedó viendo fijamente, como si estuviera pensando en qué decir.
- Derek... -Comenzó a hablar.- ¿Tú qué eres mío exactamente?
Debo admitir que me sorprendió la forma tan correcta de hablar del infante, normalmente los niños de su edad hablaban como pequeños hombres de las cavernas. Pero tener una conversación con Dylan era como hablar con un adulto, aunque no los temas en sí, sino el vocabulario.
