Cuarentaicinco

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[NARRADOR]

Kate se había ido, pero Stiles casi podía tocar la tensión que había quedado desde que Derek la había visto entrar al departamento el día anterior.

— Derek... –Le llamó, preocupado.— ¿Estás bien?

El lobo le miró con una expresión que Stiles nunca antes había visto en él. Era como si algo le estuviera comiendo por dentro y no pudiera decirlo.

— No lo sé –Le respondió el mayor.— No sé si estoy bien, no lo creo...

Stiles se movió de donde estaba y fue a abrazarle, tomándo por sorpresa al lobo.

— Todo va a estar bien ¿Entiendes? –Le dijo mientras le acercaba.

— Pero... ¿Y si Kate en realidad nos está traicionando? Quizás todo sea plan de Deucalion o ella podría... Podría... –Derek hundió el rostro en el cuello del otro.— No quiero perder a nadie más, Stiles. No puedo soportarlo...

— Y no vas a tener que hacerlo –Stiles le habló con decisión.

El menor le cogió por el rostro y le alejó de su cuello para mirarle.

— Mírame a los ojos –Le ordenó súbitamente.— Te juro que nada malo va a pasarte. No voy a permitirlo, tú mismo no vas a permitirlo. Todo va a estar bien ¿Okay?

— Okay –Asintió Derek.

— Está bien –Stiles sonrió.— Ahora muéstrame esos dientes de conejo que tanto me gustan, anda.

— Eres un idiota.

Derek se soltó riendo mientras se acomodaba el cabello, el cual Stiles acababa de revolverle mientras le hablaba como si le estuviese hablando a un bebé o cachorro.

— Es tarde –Puntualizó el ojimiel.— Deberíamos ir a dormir. Te ves como si te hubiera arrollado un camión de 18 ruedas.

— Yo también te quiero –Ironizó.

— Sabes que te amo –Le recordó.— Ahora anda, pon esa ropa a lavar y a la cama. Yo voy al baño.

— Me tratas como si fuera un niño –Le reclamó.— Soy mayor que tú.

— Discúlpeme, señor anciano –Se burló el ojimiel.— Te encanta que te trate así.

Derek no negó ni asintió a lo dicho por el otro, dando a Stiles la satisfacción de quien calla, otorga. Por lo que el ojimiel se fue hacia el baño.

Cuando Stiles fue a acompañarle al cuarto, a Derek casi le da algo al verle con la camiseta de Superman. La cual, podía decir, no solo olía a él. Olía a ellos juntos. Un olor que, para él, era el trofeo más preciado.

— Si no estuviera cansado de tanta discusión que hubo hoy, te tomaría ahí mismo donde estás –Señaló donde el otro estaba de pie.

— Dylan está durmiendo en el otro cuarto.

— Eso no nos detuvo la última vez –Derek le miró con una sonrisa sugerente.

Stiles rió mientras iba hacia la cama y se echaba a su lado, quedándose pansa contra el colchón mientras suspiraba y relajaba sus músculos.

Luego de un par de minutos, el ojimiel se dio cuenta de que el otro le miraba.

— ¿Qué ocurre?

— Estaba pensando... –Murmuró el mayor.— Cuando esto acabe podríamos volver a Beacon Hills. Me enteré de que Peter estaba pagando la reparación de la mansión, creo que podríamos...

— Derek –Le frenó.— No estoy seguro.

— ¿Por qué no?

— Porque apenas hemos comenzado a tener algo, lo cual ni siquiera estoy seguro de qué somos exactamente –Le recordó.— Además, yo tengo a Dylan. Imagina que nos mudamos juntos, pero dentro de dos meses nos damos cuenta que lo nuestro no funciona ¿Cómo crees que afecte eso a mi hijo? Él ya te tiene mucho aprecio, eres como su segundo padre ¿Quieres arriesgarte de esa forma?

— Yo estoy seguro de lo que quiero –Aseguró Derek.— Quiero despertarme todos los días sabiendo que vas a estar a mi lado. Quiero tener que llevar a Dylan a la escuela y enseñarle a defenderse para que no lo molesten como te pasaba a ti. Quiero estar allí para ayudarle cuando la luna comience a afectarle. Y, más importante...

Derek se le acercó mucho y le besó.

— Quiero tenerte a mi lado por el resto de mi vida.

Stiles se quedó en silencio, mirando fijamente el verde de los ojos del otro como si fueran lo más interesante del mundo. Y, para él, lo eran ¿Cómo era biológicamente posible que alguien tuviera los ojos tan verdes?

— Stiles –Le volvió a nombrar.— No te quedes callado ahora, dime algo.

— Algo –Se burló.

— No te hagas el gracioso –Le gruñó.

— Lo siento, es que me acabas de soltar todo eso y... –Stiles suspiró.— Creo que se me fundió el cerebro.

Derek rió y se dejó caer encima del menor, hundiendo su rostro en el cuello del otro.

— Me encanta como hueles.

—  Seguro huelo a sudor –El otro negó contra su piel.— ¿Entonces, a qué huelo?

— Hueles a café, a suavizante de ropa, al aceite del Jeep, a Dylan, a la manada y, por sobre todo, hueles a nosotros, a nosotros dos juntos.

— Te estás poniendo muy cursi –Rió Stiles, algo cohibido.— Nunca eres así.

— Si soy así –Admitió Derek.— Solo que nunca he tenido la oportunidad de demostrártelo.

— ¿Eso significa que ahora vas a ponerte cursi? En plan lobito de peluche.

— No te abuses, aún puedo arrancarte la garganta con mis dientes.

— No te haces una idea de lo erótico que suena eso –Se burló el ojimiel.

— Todo lo que digo te parece erótico.

— Exacto –El menor sonrió.— Cada parte de ti me resulta erótica. Sobre todos tus brazos, parecen piernas de lo gruesos que son tus músculos.

El de ojos verdes sonrió risueño mientras depositaba un beso en la clavícula del menor, el cual le rodeó con sus brazos.

— Te amo –Escuchó murmurar a Derek.

— Y yo a ti, Sourwolf –Respondió Stiles.— Ahora duérmete.

NOTA DE LA AUTORA:

Mucha azucar, a mí me va a dar diabetes.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

Ultima Oportunidad #SterekAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora