9. Masacre

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Sakura jadeó antes de limpiarse la sangre que resbalaba de su barbilla. Sasori la miraba desafiante en el jardín de los Katou. Llevaban entrenando casi dieciséis horas a pesar de que el marionetista había sugerido un descanso. Sakura no había accedido y no accedería hasta que tuviera bajo control los shuriken de aire.

Sasori la examinó un segundo: su ropa desgarrada y su cabello casi ennegrecido por la tierra que Sakura trataba de evitar, eran prueba suficiente de lo agotador que había sido el entrenamiento. No podía decir que se sentía decepcionado de Sakura: había mejorado su velocidad y ya había recuperado el uso de sus anteriores jutsu en sus brazos. Los lanzamientos de shuriken de aire no eran tan precisos como ella lo quería, pero para Sasori era suficiente.

—He dicho que continúes —dijo Sakura, aún de pie, aún ansiosa, aún esperando que Sasori dejara de tratarla como una compañera y la tratara como un enemigo. En cualquier momento, ella se atrevería a desafiar a Orochimaru y necesitaba de un entrenamiento más pesado.

—Como quieras... —respondió Sasori.

Un instante más tarde, Sakura escuchó justo a tiempo un ataque bajo tierra. Dos marionetas salieron del suelo para tomarla de las piernas, fungiendo como distractor para una tercera que quiso apuñalarla de frente. Rápidamente, Sakura derribó de una patada a las tres marionetas.

Enfadada por la poca calidad del entrenamiento, corrió directamente a Sasori y lo atacó con todo su arsenal. Sasori sólo tuvo que alzar los rastros de sus marionetas viejas para cubrirse. Nunca atacó: un golpe tan precipitado como el de Sakura no era tan importante.

La ex ninja de Konoha apartó las marionetas para golpear a Sasori, mas éste, que había tenido el tiempo y la audacia para derrotar su fácil movimiento, simplemente la tomó por los brazos y la derrumbó. El pecho de Sakura, al igual que su nariz, rebotó en el césped del jardín. Ella apenas se quejó cuando de su nariz también emergió sangre.

—Déjate de estupideces y descansa. —La regañó Sasori agachándose hasta quedar a su altura— No eres una niña, ya lo mostraste; actúa como una ninja, actúa como la ninja que me derrotó.

—¡Lo haría si tus ataques no fueran tan patéticos! —Le reprochó ella deshaciéndose del agarre de Sasori— Si me atacaras con la mitad de seriedad con la que lo hiciste en la cueva, entonces...

—Entonces estarías muerta. Caíste ante un ataque muy básico de distracción, ¿cómo esperas que haga algo más peligroso cuando no estás preparada para algo así? —Sakura quiso alegar algo, pero la mano de Sasori sobre su barbilla cerró sus labios— Será mejor que cures tus heridas, Sakura. Voy adentro.

Sakura giró el rostro, más enojada por el tono burlón en Sasori, y enterró el rostro ensangrentado en el césped. Escuchó cómo Sasori suspiraba y se ponía de pie, completamente ileso.

Maldita marioneta pedante.

—Sakura —dijo Sasori mirándola de reojo—, sé que eres capaz de hacerlo; pero no lograrás nada con esa efusividad. Mantén la cabeza fría y piensa en tus opciones. Sé lo que conocí en esa cueva.

—Cierra la boca —farfulló ella sin atreverse a alzar la cara.

Lo sabía, sabía que su ansiedad no la estaba llevando a un buen lugar y que aunque Sasori le hubiera dado las herramientas, ella no progresaría si no dejaba de actuar como una niña.

Refunfuñando, empezó a curar sus heridas internas y externas, todavía boca abajo. Minutos más tarde, se puso de pie y caminó hacia la entrada a la gran casa.

Sentía los jirones de su ropa y la suciedad marcada en su piel. Era similar a cuando entrenaba con Tsunade, a diferencia de que nunca se había sentido tan derrotada y tan inútil.

Sigo viva (SasoSaku longfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora