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CAPÍTULO 3

Llamé a Chloe para que viniese a por mí. Me recogió y fuimos a casa de nuestros padres para coger el resto de mis cosas. Llevé todo lo queme quedaba en mi coche y comencé a ordenar todas las cosas perfectamente en cada lugar de la casa.

    Cuando por fin había terminado, decidí darme una ducha rápida para quitarme el calor que llevaba encima, me sentía mucho mejor tras ello.

Después de todo, comencé a tener hambre, decidí acercarme a Hillerybar para pedir algo para llevar, y para ver si estaba Patrick...

    Entré a Hillerybar y ahí estaba, tras la recepción a la espera de algún cliente para llevarlo a su mesa.

    —¡Buenas tardes, señorita!—me saludó Patrick.

    —¡Hola!Quiero algo para llevar—le dije, antes que me quisiera llevar a una mesa.

    —Sí,porque comer sola en un restaurante llamaría la atención—decía riendo.

    —¡Dame una mesa!—respondí riendo—siéntate conmigo y nadie me mirará raro.

    —Sería una solución, pero estoy trabajando—dijo dándome el menú.

No respondí nada, me limité a observar el menú mientras me preguntaba si era él con quien había hablado por whatsapp.

Escogí un plato de macarrones con marisco y una ensalada. No quería probar platos mejores fuera de ese lugar, quería saborearlos dentro de aquel restaurante tan precioso, junto al camarero más guapo de toda la ciudad.

    —Si quieres siéntate allí—me decía señalando la mesa que estaba junto a la barra.

    —No importa, me espero aquí, contigo—respondí sonriendo.

    —Gracias por su compañía, ¿señorita...?—preguntó frunciendo el ceño.

    —Chelsea...—le contesté mosqueada.

    —Joder,era broma. Claro que sabía tu nombre.— Me dijo riéndose de mi.

    —Si tú lo dices...—Crucé los brazos mientras miraba hacia otro lugar.

    Honestamente no sabía si debía creer su supuesta broma, o pensar que había mentido para no quedar mal, o no cabrearme por una idiotez así.Aunque deseé que hubiese sido una broma.

    —¿Y cómo te va en el piso?

    —Muy bien, ya he organizado todo, ya es mi hogar.— Le respondí sonriendo.

    —¿Enserio?; ¡qué rápida eres!—dijo asombrado—. Si algún día me mudo ya sé a quien  llamar—terminó diciendo.

    —¿Crees que te ayudaría?—pregunté desafiante.

    —Por supuesto, yo te ayudé a ti—contestó guiñando el ojo izquierdo.

    —Ya.Pero lo hiciste porque tus amigos tuvieron que hacerlo.

    —Cierto...Pero lo hice.—Y me dejó sin palabras.

Nos quedamos esperando en silencio, intercambiando alguna que otra mirada. Hasta que desgraciadamente una señora le señalizó desde la barra que mi comida estaba lista.

Era una señora mayor. Era bajita y morena, tenía rasgos parecidos a los de Patrick, y entonces supuse que el restaurante sería de su familia.

    —¿Esa señora es tu madre?—pregunte descaradamente.

Asintió y se dirigió hacia ella para recoger la bolsa de la comida que había pedido.

    —¿Cuánto es?—le pregunté cuando volvió con la bolsa en la mano.