7. Teoría de cuerdas: o cómo ir deshaciendo nudos

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Una de las cosas que el hombre siempre investiga, es de qué estamos hechos. Cuando todo se resume a masa, resulta que hay partículas muy pequeñas llamadas moléculas, y luego átomos, y luego protones y electrones y... y resulta que siempre hay algo más y más pequeño. Resulta que nunca sabemos de dónde venimos ni qué somos realmente. Pero claro, por más que se hagan teorías sobre de qué estamos hechos, llega tu mejor amiga y te pregunta: «¿pero tú qué sabes de ese tío?».

Y entonces qué más da que sepas que ese tío está basado en una estructura de vibrado de carbono como el resto de seres humanos, si lo que de verdad importa es quiénes son sus padres, dónde y qué estudió y en qué trabaja ahora.

De verdad que odiaba a Chelsea por hacerme esas preguntas que yo no sabía contestar. Aquello me producía una tensión, que yo solía denominar «nudos en el estómago».

—No, en serio, ¿qué sabes de Noel Gallagher? Aparte de que se llama Noel Gallagher, claro.

—Pues sé... que... —comencé, pero me hice la tonta mientras me encendía un cigarro y perdía la mirada en los transeúntes que podía ver desde la ventana. Estábamos en mi cocina tomando un té. Esperábamos a mi hermana porque se había empeñado en hacer algo con nosotras ese sábado.

—Tía, nada. No sabes nada.

—Cumplió diecinueve años el veintinueve de mayo, se llama Noel Gallagher y vive en Burnage. Le gusta mucho la música, le gusta salirse con la suya... y...

—Y folla bien —dijo ella terminando la frase. Luego me miró con una ceja alzada.

—Sí. —Sonreí de manera altiva. Luego la miré en profundidad, deduciendo qué estaba pensando. Seguro que pensaba que estaba majareta perdida—. A ver, no es mi novio. No creo que le vuelva a ver, ¿qué más tengo que saber? Es un niño mono con el que he pasado un par de ratos y ya.

—¿Y ya? —me preguntó con aire escéptico—. ¿Seguro que no le vas a ver más?

—Pues no creo. No lo sé.

—Tía, no te entiendo nada. Te has pillado de un chico de diecinueve años...

—¡Qué no me he pillado! —exclamé cortándola.

—Joder, Aura. Nunca me dejas terminar. Te has pillado y no lo quieres reconocer porque eres idiota.

—¡Tú sí que eres idiota!

—No, tú lo eres. Si te gusta, no sé por qué no le preguntas más sobre su vida y ya está. Tienes miedo de enamorarte.

—¡Joder, Chelsea! Que no, hombre. Que no —le contesté bravucona, con gesto cansado. Que no tenía razón, por mucho que dijera—. Que las veces que me he encontrado con Noel son casualidades y ya.

—Ya.

No me creyó. Me daba igual. No iba a seguir hablando de eso, era muy pesada. Seguramente ella estuviera pensando lo mismo de mí. Las dos bebimos de nuestras tazas a la vez. Al apoyarla de nuevo en la mesa, cambiamos de tema. Ninguna queríamos seguir con ese tema. Sólo me faltaba que se pusiese en plan oráculo místico con algún lema del tipo: «te está sonriendo la vida, no seas tú la que te niegues la alegría». Por muy verdad que fuese, no quería yo fiarme. Me pillaba todo aquello en un momento muy grande de desgaste emocional, así que, por más que mi mejor amiga insistiese, yo no lo veía de esa manera. Yo estaba en la etapa azul, como la que pasó Picasso. Lejos estaba de verlo todo rosa. Además, me había bajado la regla esa mañana y estaba un poco que saltaba a la mínima.

Chelsea no me propuso un gran plan para ese fin de semana. De hecho, se apiadó de mí y pasamos la tarde del domingo en el cine con mi hermana. Creo que también tuvo que ver con que ese viernes yo había tenido el turno de cierre y que ella no había hecho gran cosa esa noche. Me preguntaba por Noel porque me dijo que no lo había visto por La Hacienda la noche anterior, aunque yo tampoco estaba segura de que ella le hubiera visto alguna vez como para que me asegurase que no le había visto. Pasamos una buena tarde de amigas, lo necesitaba de verdad. Lo malo fue que le tuve que contar a mi hermana que Noel existía, aunque intenté saltarme los episodios más explícitos. Se mostró demasiado interesada, pero como le gusta opinar de todo y, lo que es peor, llevar razón, lo mejor era saltarme ciertas partes. Al acabar la noche las dos estaban dándome la brasa con que el chaval me gustaba más de lo que quería admitir. ¡Qué pesadas!

¿Qué sabes de Noel Gallagher?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora