16. Teoría del Yin-Yang: o de qué diferentes somos tú y yo

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Tenía tantas cosas en las que pensar aquel domingo que no quería hacerlo. Además, me desperté con tanta resaca que lo único que hice por la mañana fue caminar como un zombi de mi habitación hasta el salón y poco más, llevándome por el camino todas las esquinas de los muebles y sujetando cosas para que no se cayeran de forma estrepitosa al suelo. Cuando mi hermana se despertó, haciendo lo mismo, se sentó a mi lado en el sofá y estuvo un rato callada hasta que tuvo fuerza suficiente para hablar. Aunque yo no tenía ánimos para contestar más allá de monosílabos y gruñidos.

—¿Qué harás luego? —me preguntó.

—Mmmm —contesté agotada.

—¿Dormir?

—Creo que sí... —arrastré las palabras.

—Me parece un gran plan.

Pero ninguna de las dos hicimos eso, porque por la tarde Chelsea vino a casa y, por suerte, mi hermana y yo estábamos mucho mejor de la resaca después de haber comido. Eso sí, no estábamos tan activas como para salir y jugar a los bolos, así que propusimos ver una película en casa. Tardaron un buen rato en ponerse de acuerdo, a mí me daba igual. Las dos sabían que mi noche de sábado no había acabado muy bien. Al rato de haber entrado de nuevo al garito, Chelsea se dio cuenta de que Noel ya no estaba. No puso muchas pegas cuando le dije que cogía un taxi para volverme a casa. Pero ahora iba a hacerme el interrogatorio, no podía dejarlo pasar.

—Yo no le invité, ni siquiera le vi allí —me dijo. Yo la miré seria y ella negó con la cabeza. Supe que se refería a Roddy.

—Ya lo sé, Chels... —dije. Cambió la cara cuando sonreí—. No me fui por eso. Bueno, fue el desencadenante, eso sí.

Mi hermana y mi mejor amiga me miraban algo expectantes. Inspiré aire haciéndome una bolita en el sillón. Las miré y empecé a relatarles todo lo que recordaba de la noche anterior. Ninguna vio a Roddy y a la otra, quizá se marcharon después de todo. Las dos tenían cara de dibujo animado sorprendido cuando llegué a la parte en la que Noel me había explicado todo aquello que a mí me había dejado tan confundida. Suponía que era demasiado impactante hasta para ellas. Mi hermana sonrió y con una voz llena de ternura dijo que Noel era un niño muy mono. Yo pestañeé varias veces, incapaz de hacer mucho más, como si todo aquello me hubiera destruido la mitad del cerebro, la mitad que solía usar. No podía estar en desacuerdo con ella, sin embargo tenía una sensación inevitable de desengaño, como si hubiese sido estafada. Como si Noel hubiera actuado sobre un tablero, moviendo piezas a su antojo y una de ellas fuese yo. Chelsea no se pronunció, pero veía en su cara que estaba demasiado pensativa. Suspiré contrariada.

—¿En serio tiene sentido? —les pregunté a las dos.

—¿El qué? —me preguntó mi hermana.

—Lo que dijo Noel. Eso de que yo... no sé, ¿tiene sentido?

—A mí no me sorprende mucho —dijo Chelsea sincera. Las dos la miramos—. O sea, que hubiera algunos niños que se fijaban en ti. ¿Por qué no? El chico más guapo de nuestra escuela se fijó en ti. ¿Por qué no iban a fijarse otros?

Yo nunca me había creído nada demasiado especial. Sólo pensaba que era una chica normal. Vale, me gustaba arreglarme y sacarme partido, pero no sabía que tenía un efecto hipnótico en los chicos cuando jugaban al fútbol. No pensaba que Roddy hubiera sido mi novio porque yo fuese la más guapa del barrio o algo así. Pero quería saber si ellas, como Noel, también pensaban que Roddy había sido tan calculador. Yo hubiera apostado todo, en su día, porque me quería. Vamos, no lo ponía en duda, pero miré a las chicas esperando saber qué opinaban.

¿Qué sabes de Noel Gallagher?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora