Capítulo 3

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Recordé lo que había pasado, mi cuerpo dejo de responder.

-Tienes mucho valor niña - dijo Alucard quien se puso frente a mi.

Con mucha fuerza de voluntad pude hablar. -¿Qué hago aquí? - dije con la voz cortada.

-Vives - Sonrió y me acomodo el cabello detrás de la oreja -Ahora debemos irnos, tus padres creen que estas en terapia intensiva, así que no pueden verte.

¿Mis padres no me habían visto?

-Llegue algo tarde y Gómez pudo verte, pero ya me encargue de eso- dijo mientras guardaba unas cosas en una especie de maleta. Se veía desesperado.

En ese instante entró la enfermera con una silla de ruedas , Alucard me cargo para subir a ella. No pude hablar; algo me lo impedía.

-Joven, debe darse prisa- dijo la enfermera preocupada.

-¿Crees que no lo se? Se supone que debía llegar hace dos horas- respondió mientras arrancaba las hojas de mis registros.


Una vez listos. La enfermera salió y se aseguro de que todo fuera seguro haciéndole señas a Alurcad para salir. Este tomo la silla de ruedas y me saco de la habitación. Había tanta luz en el pasillo que todo me parecía sombras blancas.

Anduvimos por el pasillo hasta llegar a otra habitación.

-Los esperan del otro lado, asegúrate de que nadie los vea- dijo la enfermera señalando una puerta al fondo de la habitación

-Como digas, se lo que hago- respondió Alucard de mala gana y sin ninguna delicadeza me cargo como un saco de papas y me llevo con él. Pude ver a la enfermera desaparecer cruzando la puerta mientras regresaba al pasillo.

La luz del exterior termino cegándome. Pude escuchar a lo lejos el motor de un auto.

-Ya están aquí, con un demonio- dijo Alurcad quien comenzó a correr.

No soportaba el dolor en mi cuerpo , mi sangre hervía y mis ojos se cerraban lentamente forzados por la ceguera

Comencé a soñar : Me encontraba en la iglesia, la temperatura de mi cuerpo me asfixiaba de tal forma que mi piel deseaba desprenderse , de nuevo estaba en las manos de aquel sacerdote y el hombre extraño al que desconocía hasta ese momento me apuntaba con su arma, pero ahora las cosas era distintas, pues en cuanto recibía el disparo las cosas tomaban otro rumbo; al caer podía sentir una energía radiando dentro de mi la cual me permitía ponerme de pie para colocar mis manos en el cuello del sacerdote al cual estrangulaba con todas mis fuerzas sobreponiendo mi peso sobre su blando cuello. Acto seguido Alucard se abalanzo sobre mi para lamer la sangre de mis manos producto de destrozar el cuello de mi victima y como si fuese el néctar más exquisito del mundo lo disfruto hasta la ultima gota sobre mi piel.
Entonces desperté, estaba tan alteraba que bien pudo darme un infarto.

Al abrir mis ojos sólo pude ver la pared de una habitación, aunque no parecía la de un hospital, más bien la de una cárcel; la luz proveniente de una lámpara junto a mi me cegó por unos segundos, después pude observar el lugar.
Era una habitación de tan solo 4 paredes, la cama y una mesita eran lo único que estaba, en cuanto pude levantarme note una carta sobre la mesa, me levanté ya sintiéndome con más fuerza.
La carta tenía un aspecto antiguo, aunque las letras parecían muy recientes.

Señorita Victoria : En cuanto esté lista, suba las escaleras.

Pronto me percate de que tenia puesto mi uniforme de policía , inclusive mis zapatos, estaba tan confundida y cansada ,que opte por recostarme mientras analizaba la carta, estaba pensando en los sucedido cuando me di cuenta de la fecha que tenia: 2 de Enero,
¿Enero? Salte de la cama, como si nada, ¿Enero? no podía creerlo, habían pasado 9 días desde el incidente, fue entonces que decidí salir de la habitación, mi sorpresa fue enorme cuando vi que solo habían escaleras, parecía un sótano, subir me costó mucho trabajo pues aún seguía con dolores en las costillas.
Al final de las escaleras se encontraba una puerta , la cual tenía la llave puesta, abrí con cautela pues no sabia lo que podría haber del otro lado, antes de abrir pude escuchar unas voces.

Vínculo de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora