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Faltaban cinco días para la universidad, y yo estaba extrañamente nerviosa.

Zaid me había llamado para decirme exactamente lo mismo, y yo traté de tranquilizarlo todo lo que pude, pero él se dio cuenta de que yo también lo estaba, así que se puso aún más nervioso. Luego dijo que se iría a nadar un poco.

En cuanto a mí, quedé con Shannon para salir y despejarme un poco. Dijo que tenía la manera perfecta para hacerlo, y me puso todavía más nerviosa.

Al fin escucho el claxon de su coche y salgo a su encuentro. Marshall está en el coche, también, y me alegro de verla. Como es habitual en todos estos días, Sasha no está.

Shannon se dirige al centro de la ciudad, donde se encuentran hileras e hileras de tiendas y boutiques. Entramos a casi todas y terminé comprándome algunos accesorios y prendas de vestir.

Pero sobre todos, zapatillas deportivas. Muchas de ellas.

Cuando exclamé que tenía hambre, cruzamos varias avenidas hasta encontrar más hileras e hileras de puestos de comida, sobre todo chatarra. Y me sentía en la gloria. Entramos a un McDonald's y nos quedamos ahí un rato conversando, solo porque Shannon quería seguir usando el wifi del lugar.

Media hora después, ella me toma de la mano y me lleva a un salón de belleza. Debo estar genial para ir a la universidad, segun ella.

En fin, me sentía la muñeca de Shannon.

Cuando entro a mi habitación, veo a Zaid tirado en mi cama, escuchando música en su móvil.

Tiene los ojos cerrados, así que no me ha visto. Suelto las bolsas en el piso, y voy corriendo hacia la cama, tirándome sobre él. Se lleva un susto de muerte, pero rápidamente me castiga con el beso más candente.

—¡Al fin estás aquí! Ya te extrañaba —hace un mohín y lo beso.

—Mamá está aquí, bebé.

Ríe bajito.

—No puedo creer que hayas dicho eso.

—Cosas increíbles pasan todos los días —murmuro.

Me tumbo a su lado y apoyo mi cabeza en su pecho.

—Tu cabello huele muy bien —mete su nariz en mi cuero cabelludo e inspira hondo para luego darme ahí un beso.

—Gracias, mi querido pelmazo.

—¿Cómo te ha ido con las chicas?

—Estupendamente agitado.

—Así que te fue bien.

—Pues sí. —Como hace calor, me quito el suéter—. Zaid, quiero un helado.

—Oye, se lo pides a la persona indicada —dice, y se incorpora—. Conozco una heladería genial.

Bajamos de la moto y entramos al local de Christine, que está con bastos clientes pero no de una manera asfixiante.

—¡Chicos!

Christine sale de detrás de la puerta de suministros y refrigeración y viene hacia nosotros con una sonrisa radiante. Nos da un efusivo abrazo y nos pregunta que como nos va. Luego de contestar que bien, nos dirige a una mesa algo apartada y nos sentamos los tres a charlar un rato.

Hablamos un poco sobre la universidad, del avance de Sunny Flowers y como nos va estando juntos sin aun habernos matado —cosa que estoy segura oyó de Sasha—. Y dijimos que lo estamos llevando estupendo, cosa que la hizo reír, que a su vez hizo sonreír a Zaid.

Radical ChangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora