"Un chico de hebras de tono rosa brillante apretaba fuertemente la puerta del closet donde se había escondido apretaba los dientes, un hilo de sangre escapaba por la comisura de sus labios inflados, sus piernas flaqueaban, le dolían los muslos aunque todavía residuos de droga navegaba por su cuerpo era consiente de lo que sucedía a su alrededor, los nudillos de sus manos se volvieron blancos debía irse de ese sitio, tenía que escapar, escuchaba pasos de varias personas reuniéndose en el centro de la habitación, golpeaban desesperadamente la puerta, en cualquier momento tirarían aquel pedazo de madera, gritaban 'WanRong' , ese sobrenombre que le dieron al entrar a honor de la última emperatriz consorte de la dinastía Qing, esa mujer que se volvió loca al saber que su hijo fue asesinado, nunca amada por su esposo cobarde, odiaba aquel apodo, detestaba que lo llamaran de esa manera, no era una mujer, no se volvería loco, de pronto la fuerza lo abandonó el ambiente se volvió oscuro, cayó de espaldas y los atacantes ganaron la batalla, se abrieron las puertas varias manos lo sujetaron de las piernas arrastrándolo por el piso trataba de aferrarse a la ropa, de algún objeto, le era imposible terminó bajo la brillante luz de la lampara de tan descuidado cuarto con paredes sucias, cerraba los ojos con miedo una vez más era llamado por aquel apodo, cuando sus párpados se abrieron se encontró con los rostros de varios hombres, sus antiguos clientes, en sus rostros se veía reflejado la lujuria desatada por sus instintos más básicos, rasgaban su ropa, lo marcaban con sus sucias manos, susurraban vulgaridades a su oído, lo lamia, el aliento en su cuerpo le causaba una fuerte sensación de querer vomitar... "
Un grito desesperado hizo acto de presencia en aquella apacible habitación JunHong encendió rápidamente la lampara puesta en el muro a lado de su cama, miró a su alrededor para descubrir que todo fue un sueño, una pesadilla, la representación gráfica de sus temores no vivió mucho tiempo en aquel infierno pero sin dudas las marcas psicológicas continuaban afectándole, lo seguirían hasta el ultimo día de su vida, miro la palmas de sus manos abiertas temblaba, estaba empapado de sudor trato de conciliar el sueño, le fue imposible cada vez que cerraba los párpados se encontraba con las figuras de sus atacantes, asediando en sus más escondidas memorias, salto fuera de las cobijas merodeando por la longitud de la habitación, llevaba una semana en ese sitio, los ataques de ansiedad aparecieron desde la primera noche pero usando su fuerza de voluntad lograba dominar sus instintos, durante el día YongGuk le daba un sin fin de clases de diferentes temas para mantenerlo ocupado, era aburrido, tedioso, cansado, pero en lo más profundo de su ser le agradaba conversar con él, parecía conocer muchos temas, algo antiguos pero interesantes, su voz calmada agotaba su paciencia pero su increíble formar de explicar los fenómenos musicales que rodeaban al mundo le parecían increíblemente grandiosos, extrañamente comenzaba a ver al mundo de un distinto ángulo, todos sufrían, el dolor minaba el futuro de la humanidad pero también había rayos de esperanza, gente sorprendente haciendo hazañas extraordinarias, le daba tantas razones para resistir su necesidad, sacudió su cabeza.
—Necesito un calmante o algo, no puedo con esta ansiedad. —Comentó para sus adentros abriendo la puerta y dirigirse al pasillo.——YongGuk debe tener tranquilizantes, he visto que toma bastantes medicamentos solo debo tomar algo, lo que sea.
Sus manos vagaban nerviosamente pro esas paredes blancas, sus pies descalzos tocaban el suelo frío su andar era suave, sutilmente para no captar la atención del resto de los habitantes, entro al primer baño busco en las repisas donde encontró un botiquín médico, no había algo que le ayudará con esa terribles ganas que lo consumían desde las entrañas, visitó cada uno de los sanitarios destinados a los invitados con el fin de encontrar su preciado premio, pero fue en vano, quiso salir a la bodega de herramienta para encontrar algo de resistol o thiner pero las puertas exteriores habían ido selladas por un sistema de alarma, y claramente él no conocía el código de seguridad, su paciencia llegó a un limite imposible de volver a la cordialidad.
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Me before you
FanfictionEn este momento hay más de seis mil cuatrocientos millones, ochocientos dieciocho mil, seiscientos setenta y un habitantes en el mundo, algunos huyen asustados, otros vuelven a casa, alguno cuentan mentiras para poder sobrevivir, otros se enfrentan...