Capitulo 6: Hasta que te conocí

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"Unos gritos desgarradores inundaban la habitación razón por la cual el pelinegro dormido sobre una cama se despertó sobresaltado trato de salir de su cama pero sus piernas no seguían las órdenes dadas por su cerebro, los lloriqueos de una niña se colaban por las paredes, ese llanto era insoportable, helaba la sangre del hombre quien trataba de detener el ruido colocando las palmas abiertas sobre sus oídos, le fue imposible, lanzo las cobijas hacia el piso para observar sus piernas, las golpeaba, las sacudía salvajemente, impotente levanto la mirada en busca de su silla pero en la habitación no existían objetos que le ayudaran con su labor, el llanto agudo de la pequeña infante se intensifico, la desesperación se expandió por cada célula del atormentado quien usando la fuerza de voluntad que aun conservaba se dejo caer al piso donde comenzó arrastrarse,  verse en el suelo como un gusano arrastrando fue la peor sensación que el soportar el llanto llamándole, ya no era el llanto de un bebé ahora era la tierna voz de una niña.

—Papá, papá ¿Dónde estas?.— La escuchaba gritar, Bang golpeaba la madera de la puerta sus movimientos inservibles para derribar tal barrera, trataba de alcanzar la perilla pero esta parecía elevarse más en cada intento.— Tengo frío, tengo miedo ¡Papá ven por mí! ¿Porqué no vienes por mi?

YongGuk quería gritar pero las palabras se ahogaban en su garganta, miles de cuchillas se clavan en ella,  golpeaba el piso frustrado por su humillante situación, sus piernas eran solo un adorno en su cuerpo, no funcionaban, eran un mero accesorio que aumentaba su vejación, recargado en su barrera continuaba tratando de tapar sus oídos, las lagrimas vagaban por sus mejillas, eras gruesas, pesadas y saladas,  las peores lagrimas que el humano sufre son las de la impotencia, incapaces de hacer anda ante lo irreversible, él fue en un pasado el Rey, amo, no había situación que no controlará, él todo lo podía, no existían imposibles, un Dios en cuerpo de mortal, salvador, ángel y ahora, ahora era un bufón, un inútil, un agregado que causa pesar a los seres a su alrededor, un maldito estorbo, un mueble que respira incapaz de ser lo que un día fue, no, no quería seguir viviendo así, no ahora que lo perdió todo, no solo su seguridad, su confianza, sus piernas, sino  a su Familia, a ellas, a ella, su pasado, el llamado de la niña se agrego la voz de una mujer delineando su nombre, lo nombraban, Bang comenzó a golpear su nuca con la madera, su clavícula se contraía ente las frases atoradas, su rostro maltratado por el sufrimiento, quería desaparecer.

—Perdóname.— Susurraba en silencio, las lagrimas, la saliva escapando de su boca su fusionaban.—Perdóname.— Golpeaba sus piernas con una irá incapaz de desaparecer deseaba seguirlas, ir con ellas, morir con ellas.—Perdóname.

El cuerpo del hombre sufría un ciclo espasmos, el llanto era incontrolable la culpa lo carcomía desde las entrañas, lo devoraba como una piraña dejándolo sin fuerza, sin poder, sin una pizca de cordura, simplemente caía en un espiral donde la demencia se apoderaba de su buen juicio, ahora la vida era una constante cargada de dolor, sus remordimientos eran ecos de su pérdida, consecuencia de su pecado. "

Abrió los ojos de golpe para observar el techo llevo los dedos a su mejillas, húmedas con algunos residuos, volvió apretar los párpados al igual que los labios, se mordido la lengua para no continuar gritando, se trago los amargos recuerdos de esa pesadilla, nunca escaparía de ella, jamás podría huir de su culpas,  ese sueño era el castigo merecido por haber sonreído todo el día por sentirse feliz de estar vivo, por disfrutar la compañía de un extraño, no merecía la luz filtrada en su casa, su acompañante era un regalo inmerecido, se ergio para estirar el brazo y acercar su silla, necesitaba aire, quería que esos recuerdos escaparan con la brisa de la aurora boreal, congelar su cuerpo y corazón, volverlo de piedra, ser inmune al calor, a la suave brisa regalada por JunHong, apretaba una palanca para dirigirse a la terraza mientras recorría los pasillos sus ojos buscaban los espejos de sus pesadillas, como si pudiera encontrar a las personas llorando,  anhelaba que la brisa fría de la noche congelara sus malos pensamientos se sorprendió al encontrar a un rubio abrazado a sus piernas sobre uno de los camastros quien al percatarse de su presencia se giro, limpio sus mejillas sonrojadas por la sorpresa.

Me before youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora