Capítulo 4

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Calissa:

Para mi suerte, anoche cuando entre todos estaban dormidos, nadie se dio cuenta de que regresé o al menos que llegue tarde y tengo la excusa perfecta.

"Siempre estuve aquí, sólo fui a la azotea a refrescarme un poco"

Se que no debo mentirle a Louis pero el no toma justicia por su mano, lo mismo que hace mi testarudo padre, no quiero ver que Francia se hunda como Inglaterra.

- ¡Calissa! - me grita Louis abriendo las puertas de mi habitación.

- ¿Qué? Yo no hice nada - tartamudeo de los nervios, espero que no se haya enterado.

- ¿Te sucede algo? - me ve serio- Eso me lo dices luego, mira esto - truena los dedos, uno de los sirvientes trae un vestido celeste junto con un sombrero,  muy hermosos a decir verdad.

- Re...- suspiro- Louis no te hubieses molestado - digo con pena, él se preocupa mucho por mí.

- No es ninguna molestia, ya te dije que eres como mi hermana y debes vestirte como una duquesa, no como pordiosera ¿Qué dirían tus súbditos? - el sirviente deja el vestido en la cama.

- Pero Louis, ya te te dicho que me gusta vestirme así, no me gusta ir de un lado a otro fingiendo ser una "dama educada"

- Pero imagínate, si algún día se te ocurre salir así, de seguro pensarán que estás loca por vestirte como un hombre y peor aún, un hombre pordiosero - suspira - Pero se que a ti no te gusta verme enfadado y usarás el vestido, me retiro - sonríe, da media vuelta y cierra la puerta de la habitación.

No es que tenga algo contra los vestidos pero me gusta más vestirme de pantalón, cosa que Louis siempre me dice que está mal visto, a mi no me importa lo que la gente diga, total es mi vida no la suya.

No me queda otra alternativa que ponérmelo, me cuesta acostumbrarme al Corset, siento que me asfixia. Logro ponerme el vestido, salgo de la habitación hacian un enorme pasillo, con candelabros, lozas blancas y orillas de oro y una pared llena de cristales simulando un ventanal y ¿Adivinen a quién me tope?

- Pero que dama tan elegante - ríe.

- Comienzo a pensar que no es casualidad toparme contigo siempre imbécil - me cruzo de brazos.

- ¿Alguien se levantó con el pie izquierdo hoy? - susurra riendo.

- Parece que alguien se levantó más entrometido de lo habitual - lo veo de reojo- ¿Qué haces por acá? Sabes perfectamente que este pasillo va directamente a mi "habitación"

- Bueno... Es que tenía curiosidad de ver estos lares del castillo, jamás había venido a este lugar - se le nota en su voz los nervios.

- A mi no me puedes mentir pero, en cuanto que no vayas a mi habitación esta bien, pero eso si... Ni creas que estoy siendo amable contigo patán.

- Ya lo sé estúpida, además que falta poco para nuestro pequeño duelo.

- Sin hacer trampa, porque tengo el presentimiento que llevarás a alguno de tus "Guardaespaldas".

- ...- Me da un leve empujón - Te odio

- ¿Siempre me dirás lo obvio? - desvío la mirada y sigo caminando - Sentirás la dulce derrota.

- ¿Estás segura que seré el perdedor? -coloca su mano derecha en mi hombro izquierdo, me da la vuelta y luego posa ambas manos en mis hombros.

- Es obvio Leonard, tú cara lo dice todo, tú podrás decir "yo ganaré" pero no me conoces aún del todo - me alejo bruscamente de él, le doy la espalda y sigo mi camino. A unos cuantos pasos esta la reina Ana, por lo tanto yo hago una reverencia.

Los tres mosqueteros: La hija de BuckinghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora