Capítulo XIII

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Micaela no supo que decir. Inmediatamente el hombre se dio cuenta que ella seguía sin recordar pero no comprendía como había llegado allí.

- Veni. Pasemos - le ofreció él dándole espacio para que entrará. - ¿No te acordas de nada no? - le preguntó una vez adentro.

- No entiendo nada. Llegué acá por un sueño que tuve pero esto de afuera... es una locura - logró decir la rubia.

- Si que lo es - concordo él - una locura de años. Soy Marcos Gorban y estas en un canal de televisión - Se presentó y le explico adónde estaban.

- ¿Televisión? - Repitió sorprendida ella.

- Trabajaste muchos años acá. Sos parte del mundo del espectáculo. Y creo que no está bien decirte esto.

- Necesito saberlo. Ya no quiero seguir instrucciones del médico - dijo Mica observando todo a su alrededor tratando de recordar algo. - ¿Bruno está acá ahora?

- ¿Te acordas de Bruno? - la preguntó Marcos.

- Algo así - murmuró ella. - Necesito verlo por favor.

- Bueno. Seguime - le pidió él guiandola por los pasillos, cuando alguien la veía la saludaba y le decían que la habían extrañado mientras que ella se limitaba a sonreír.

Marcos abrió la puerta de lo que parecía un gimnasio y todos voltearon hacía la puerta encontrándose con el productor y Micaela.

Todos los chicos, tanto rojos como verdes, y Tito se acercaron a ella para abrazarla. Micaela estaba abatida y confundida. Marcos les pidió a todos que le dejarán espacio que ella seguía sin recuperar su memoria y no se acordaba de ellos.

- Bruno, ella vino por vos - lo llamó el productor - te autorizo salir del entrenamiento. Pueden ir al camarin para hablar. - Y volviéndose hacia los demás acotó - no la molesten, sigan en lo suyo. - Les ordeno saliendo de allí junto a Brunaela.

- Gracias - dijo con sinceridad Bruno a su jefe que sólo asintió.

- Tengo que salir hacer unos trámites pero espero verte seguido por acá Mica. Ojalá pronto puedas volver - dijo despidiéndose de la reina verde que le sonrió agradecida por la amabilidad.

- Vamos - Bruno tomó su mano y la guió hasta el camarin verde. Y en cuanto rozaron sus manos, Micaela sintió las mariposas revolotear en su interior.

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