Cap 3

160 7 0
                                        

Miré tantas veces el número de Ed que me lo memoricé. No me había llamado hasta el mediodía y estaba impaciente.

Marqué su número, pero antes de que pueda apretar el botón verde mi celular sonó.

-¿Hola? 

-Hola, soy Ed. -Respondió la voz masculina al otro lado del teléfono.

-Hola, mm, soy yo. -Una sonrisa se dibujó en mi cara.

-¿Te llamas "yo"? -Reímos.

-Me llamo ______. 

-Bien, bonita, ¿Estas libre? -Preguntó y no, no estoy libre. Mierda.

-Ed -Dije desilusionada-. Tengo que ir a trabajar, entro en una hora. Lo lamento.

-Entonces encontrémonos ahora. ¿Qué dices? 

-Claro. -Me ruboricé.

Quedamos en encontrarnos en una heladería cerca de la cafetería donde trabajo.

¿Qué esta pasando? Soy yo y mi ídolo, mi ídolo y yo. ¿Esto está bien? Quizás no es nada, seguro el sale con chicas en sus tours. 

Cuando llegué el estaba sentado en una mesa, mirando su celular. 

-Hola -Dije algo tímida. 

-______, Hola.

Se paró y fuimos a pedir nuestros helados. 

-Te debía esto. -Dije dándole la misma cantidad de dinero que me había prestado la noche anterior-. Gracias.

-No, dije que era un regalo. 

-Vamos, tómalo. 

-Es un regalo. -Dijo tomando mi mano extendida y llevándola hacia mi.

-Bien. -Me senté y comencé a saborear el helado.

No podía creer estar tan cerca de alguien como el.

-Em, ¿Por qué haces esto? Quiero decir, ¿Siempre lo haces? -Pregunté.

-¿Esto de salir con alguien que no conozco y podría raptarme? -Reímos-. No, nunca hago esto, pero no lo se, creo que eres interesante. 

-¿Interesante? ¿Cómo sabes eso? -Pregunté.

-Lo veo en tus ojos. -Dijo tomando mi mentón y acercándome solo un poco a el.

Me solté, me sentía incomoda en realidad.

-¿Qué te sucedió? -Preguntó mirándome fijamente a la cara.

-Nada importante, en serio. 

-No me engañas.

Me puse nerviosa, prendí un cigarrillo.

-¿Quieres? -Pregunté.

-No, gracias. ¿Y bien? Cuéntame. 

-Entiende que me da vergüenza, me tendrías lastima si supieras la mitad de mi vida, doy pena. -Dije con una sonrisa.

-¿Algún día lo sabré? 

-Déjame confiar en ti y lo sabrás. -Yo se que puedo confiar en el, solo lo se.

-¿Cómo hago eso?

-Lo sabré, supongo que lo se, pero necesito tiempo, no quiero que salgas corriendo.

-No saldré corriendo. -Me sonrió.

-Ya, bien, ¿Qué quieres de mi? 

-Quiero conocerte. 

-Créeme, no quieres hacerlo. Te diré algo, estoy sola. Realmente sola.

-¿De qué hablas? No se puede estar solo en el mundo, ¿Madre, padre? -Negué con la cabeza-. ¿Abuela? ¿Nada?

-Nop. Nada. 

-Bueno, contarás conmigo. -Me sonrió y me ruboricé.

-Tu te irás en menos de una semana.

-Mantendremos contacto.

-¿Siempre eres así? -Dije riendo.

-¿Cómo? -Siempre con una sonrisa, es perfecto. Dios mio.

-Tan positivo, te sienta bien, tu sonrisa es hermosa. -Mierda, me ruboricé otra vez, se me escapó.

-Bueno, la tuya igual, pero no muestras los dientes. -Dijo sonriendo aún.

¿Los dientes? Nunca llegué a tal punto de felicidad. O si, pero no en compañía de alguien.

Le mostré mis dientes en una reluciente sonrisa. Suspiró.

-¡Eso! ¡Si señor! Eso es una sonrisa perfecta. -Me mordí el labio inferior y mis mejillas estaban echas fuego. 

-¿Gracias? -No sabía que decir-. Escucha, debo irme. 

-¿Por qué? 

-Recuerda, estoy sola, me tengo que mantener. Sin trabajo no hay dinero, sin dinero no hay comida y sin comida no hay vida. -Reí -Adiós, eres adorable.

-Eso te iba a decir yo. 

Me ruboricé.

-Te ruborizas cada vez que hablo. -Y esta vez los dos nos ruborizamos. 

-Bien, adiós. -Dije y besé su mejilla.

Me di la vuelta y comencé a caminar.

-Espera, ¿Donde trabajas? -Preguntó.

-En la cafetería, a una manzana de aquí. ¿Por qué?

Se encogió de hombros. -¿Te acompaño? 

-No, gracias, tienes muchas fans ahí. 

-No importa, te acompaño.

-Gracias, pero puedo ir sola. 

-Si te arrepientes estoy aquí.

-Está bien, gracias.

 —

La Vida Duele. ( Ed Sheeran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora